infierno no ne
lo encienda y ya te está
spertó Kólasi̱ con
s-se despertó Aíma alegremente,
etándola contra su pecho fornido. Ellos te
-confesó la pelirroja deslizando sus dedos
para luego colocarse sobre ella. Le miró sus bril
la joven, apartándole un
que veng
infierno! -g
o que te dije ayer, era cierto ha
ía una ducha rápida, sin duda no deseaba continuar con esa conversación. Al salir d
preguntó con el
lgo-se quejó Kólasi̱ g
qué? -susur
set, tomó un short rojo, una camisa negra est
uró Kólasi̱ acaric
sido cariño. Es
en pocos segundos aparecieron en el infierno. Es
o se siente-susp
si̱ con desagrado, eran tan diferentes, lo que a la
nes del inframundo, poseía un cabello rubio muy claro, sus ojos eran azul pálido acompañado por unas facciones
te! -gritó
-escupió desafiante, su ac
repentir! -mal
e Aíma perdiera el poco control que poseía; lo lanzó contra u
nazó mientras se levantaba del piso. Su m
a ayudarle, eran los perritos falderos, siempre tras él. Aíma Lanzó una llamarada de fuego, dejándolos atrapados en un
sangre en tus venas está sucia! -g
uñas crecieron salvajemente y las clavó en los ojos del demonio rubio. Los gritos de dolor emitidos por el joven eran desgarradores; la pelirroja no
o de mi poder! -gritó con sor
os a sangre fría, resultaba doloroso. Sus manos e incluso la camisa gris que vestía se encontraban cubiertas de sangre. La joven levantó la mirada, encontrándose frente a frente con los ojos feroces
n muy débiles-soltó con superioridad, pasando junto a
te-le reprendió Kó
ndo su cara; parecía que iba a expl
etes, hermosa-añadió él
matarlo sin utilizar toda mi
el joven, tratando de hacerle compr
ar con él, sin dañarse la manicura-añad
ncrustaciones de oro y piedras preciosas; las mesas eran de mármol blanco, cada una de ellas estaba reservada para alguien en especial, las del centro para los demonios de alto rango, como sus padres y Kovat, las de la derecha para los nephilim novatos que aún no gozaban de mi
o rubio oscuro, ojos claros y barba escasa, es el tipo de hombre que haría a las humanas pelear entre sí, solo por tener un poco de su atención. Vestía una cami
xisten traidores entre nosotros-voces y murmullos invad
a perturbadora noticia. Un grupo de nuestro bando, se encuentra colaborando con los defensores de la humanidad. ¡Nos han traicionado con
nidad? -murmuró la pelir
roma. - ¿Crees en los demonios, pero no en los ángeles? Mi querida Aíma, para que
s, de la única forma que nosotros sabemos, hasta que imploren piedad y saben que no somos pi
Vladimir, pasó ju
a una venda alrededor de la cabeza, justo sobre la zona
ces deseaba asesinar a unos cuantos de sus compañeros de clases, pero al final del día se contenía por el bien de los planes de su padre. Le dolió cuando Kólasi̱ la regresó a casa, aunque su soberbia le impedía admitirlo. Él se quedó a
Se deslizó fuera de la cama, tomó una ducha cálida, para luego ponerse su disfraz diario, peinó su cabello hasta dejarlo lacio, lo recogió en una cola
detalles rojos de estilo japonés, y junto con el look que su padre le obligaba a llevar, l
para no escucharlos de lo contrario haría una estupidez; se sentó en el tercer asiento del lado izquierdo, junto a la ventana. El autobús realizó varias paradas en
presencia, era Daniel. La joven quiso negarse, pero al dar un pequeño v
pegando su rostro contra la ventanilla. Hay algo raro en él, su
rvó sus manos, estaban cubiertas de ese líquido carmesí que ella conocía tan bien; su cuerpo temblaba, se apartó de Daniel
sucedía, estaba débil, se obligaba a mantenerse de pie para no caerse; terminó de limpiarse y vio una gran marca en la palma de su mano derecha, era de color rojizo, redonda, como una moneda, tenía algunos símbolos en un idioma desconocido para ella, nunca había visto algo así en su vida. Pasos invadieron el pasillo; por in
so. La amable mujer de pelo canoso le proporcionó un pase para faltar a clases, se ofreció a llevarla hasta su casa, pero ella le rechazó educadamente, alegando que no era neces
ir? -preguntó Kólasi̱, sujetánd
su mano. El rostro del joven palideció
e la hizo? -agr
pezó a sangrar
mal-negó dánd
centemente, se veía como lo que
s una marca celestial-murmu
-soltó des
quién eres. Esa marca es una
̱, los ángeles no existen-se mofó Aíma. -Casi
, es necesario la presencia de ángeles. ¿Cómo puedes creer en el infierno y pensar que
u carne, Kólasi̱ aseguraba que era la marca de un ángel; pensaba que andaban tras ella, notó el temor en su semblante. Jamás lo había visto perturbado, eran más fuertes, por eso no entendía su e
lo que eres; por e
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a pagar en (ruso, se p