e largo rato. Al ver que ya era muy tarde, el mayordomo se acercó a
s en los que se había hundido. Asintió levemente y se arregló la rop
earse hacia su señor. Luego lo miró unos instantes antes de preguntarle: "¿Le gustaría que le pidiera al joven Ryker q
en sus ojos como una leve llama de furia. Asustado por su reacción, el mayordomo inmedi
ría considerarse muy afortunado de tenerme en su boda, pero aun
yerno no solo había buscado una amante rápidamente, sino que ya estaba a punto de casarse con una nueva mujer. Para empeorar las cosas, el día de su boda coincidía con e
nas tareas para ti que debes cumplir con discreción". Este le hizo un gesto con la mano al mayordomo para que se acercara. Cuando el hombre se inclinó, el viejo se
enó a una criada que pasaba por su lado: "Vigila a mi nie
la pequeña Kara en sus brazos. Sin aliento, la puso en la c
lpa de la niña. Ahora que su abuelo sabía que había estado llorando, el viejo se burlaría de él por el resto de su vida. ¡No
ó sobre la suave cama hasta que alcanzó el brazo de Ryker. E
ientras le acariciaba el sedoso cabello, le respondió con voz apagada: "No soy infeliz". Sin embargo, sus
entía bien. Extendiendo su pequeña y regordeta mano, tiró de la comisura de sus labios diciéndole: "Me estás mintien
yker abrió entonces los ojos y le rodeó la cintura con los brazos, acercándola más. Ella
oy infeliz?", le p
es de responder: "Siempre que me enojo, como tú lo estás ahora, mi papá me dice qu
echaba que la niña ni siquiera entendía el significado de esas palabras,
a su alrededor. Luego, abrazándola con fuerza, se dio la vuelta y se sentó en la cama con ella subida en su regazo. Un
respondió de inmediato con una sonri
ste momento de verdad necesitas darte una ducha. Tu cara todavía está sucia y llena de tierra de tanto ro