a pintada de blanco casi en su totalidad y todas las paredes estaban a reventar de pantaletas, medias, interiores, bóxer y toallas de baño. Entró como pudo esquivando a la gente que entraba y salía
e pantaletas de encaje encima del mostrador. La chica dejó que se desocupara con la señora y le preguntó nuevamente, esta vez la chica si la escuchó y le dijo que esperara a
que se vería con esas diminutas piezas de encaje, hasta que una señora de unos cuarenta y pico de años salió de una puerta que estaba atrás de la caja registradora y la llamó. Rápidamente ella se acercó y la señora la invitó para que la siguiera a la o
que tienes experiencia como vendedora -Le dijo la
ica con un ímpetu y semblante encantador-. Tengo experiencia como vendedora, antes había trabajado en una boutique y en una zapatería -Mafer nunca habí
dos en el salón ¡No nos damos abasto! Así que no voy a estar haciendo llamaditas a otras chamas. Ya usted está acá y es la que necesitamos -le hab
rgida de trabajo -con voz agradecida y con una sonrisa que embellecía su rostro aú
. ¡Epa! No me había dado cuenta que ya es tarde, estamos a punto de cerrar. Ya te tocara venir mañana, Mafer. Te quiero aquí a las siete y punto de la mañana. Abrimos a las siete y quin
y hasta mañana -contestó Mafer disfrazando
comenzaría a trabajar. Volteo a ver hacia atrás y no vio a nadie conocido y casi al instante empezó a saltar de la felicidad mientras cantaba: "Tengo trabajo, tengo trabajo, ¡nojoda! Tengo mi primer trabajo, fliu fliu, tengo trabajo". De la emoción que tenía pensó en lo feliz que estaría su mamá al enterarse, así que se dispuso a llamarla.
tarjeteros de la calle estaban en muy malas condiciones, pues ya habían pasado de m
, te escucho
rimer trabajo. Vas a ver que ya todo va a mejora
ambién te amo. Nos vemos en la casa -su
lgó la llamada. Se había ac
busca de la parada de autobuses. Ella sabía que la parada iba a e