vista d
s su amigo se acercaba perezosamente, llevando una bolsa grande- Será un gr
nte pesada, llena de cosas menores que solía llevar en sus viajes: algunas pequeñas cosas personales y, por supue
lda tronó. Vicent pudo ver que su palillo fue reemplazado por un senbon largo y afilado entre los d
uerta y se quitó la máscara de tela oscura de su cara cansada. Luis observó con interés cómo el comandante sacó un cigarrillo y lo colocó ent
ca antes había visto a Vicent fumar, y podía recordar los momentos en que
teado, abriéndolo y encendiendo el cigarrillo. Con un ligero chasq
ncendedor para admirar las delicadas inici
A
te conviene. Podría tener que pate
a más la sensación. Nunca le diría a Luis que había estado ayudando al sobrino de Albert a ordenar las cosas y de cuando el joven muchacho le dio el encendedor. Era su deber como amigo de Albert ayudar a su familia durante su trágica muerte, pero ser personal no fu
as deprimentes nunca las olvidaría. Respiraciones húmedas y superficiales se tensaron y resoplaron al lado de Vicent ese día cuando escuchó el nombre de su mujer cantando una y otra vez. Se repetía una y otra vez hasta que
están a
en los dedos de Luis abriendo y cerr
ierda.
ncendedor de su amigo, inconscientemente frotó su áspero pulgar so
X
vista d
nido- gritó Rachel mientras lo veía pasar por la ti
doptó su postura mientras ella se apoyaba perezosamente contra uno de los postes unidos al refugio de lona detrás de ella. Llevaba solo la camisa negra y los pantalones del uniforme, p
no- dijo con calma forzada, y le p
y atravesando la hierba hacia él. Consiguiendo mantenerlo enraizado en el lugar con su intensa mirada, lo acercó a donde casi se tocaban. De
normales ahora- Él sacudió la
lla casi suplicó cuando bajó l
sas atrás, pero no creo que puedas hacer lo mismo- susurró. Se dio cuenta de inmediato que la golpeó bajo, por su boca abierta, y lamentó sus palabras. Pero triste
mente no es lo que quiero, independientemente de mi pasado. Somos amigos, y perder esa amistad para que puedas satisfacer tu soledad me hace pensar que s
le seguir con la vida después de que alguien a quien amas muera. Sabes que es posible, Rachel. No creo que Sa
ablando- siseó ella, luc
s bajo la lluvia, Rachel? ¿Por qué?- Nicolas la agarró por los hombros y la hizo mirarlo. Sus ojos se llenaron de lágrimas. Sacudió la cabeza de nuevo y se dio cuenta de que, por mucho que fuera necesario, odiaba hacerla sentir así- Tienes tanto mied
cuando Oliver se paró en su puerta ese día soleado en el pueblo. No podría haber sido hace tres años, la pérdida y la angustia aún estaba demasiado fresca. Mientras las lágrimas picaban en sus ojos y
te era lo
ro- Por todo, y me siento culpable de querer seguir con mi vida, a pesar de perder a Nadia. Verte revolcarte en tu dol
cesito. A veces creo que quiero morir solo para estar con él- Sus sollozos se hicieron más fuertes cuando él apretó sus brazos, sintiendo sus rodillas ceder por debajo de e
n en la hierba osc
o la felicidad para siempre, y no era que Rachel no pudiera olvidar a Samael. Era que no podía soportar perder a otra persona de l
ael para no tener que hacer o