ulio d

os cuando sucedió

pagarle a nadie y a falta de recursos utilizo su cuerpo, a veces para pagar de manera directa a lo

de su esposo dejaba a Nicole entretenid

emente la deuda a uno de sus vecinos cuando U

extraña que le causo una sensación muy incómoda a la niña. Se sienta en una de las

en alerta, atenta a sus instrucciones par

eria, pero se ponía muy molesto de la nada y

endo el vaso de agua en la mano de su padre. Ella

que siempre. ¿ Ya tu

esta trabajando para poder

a extraña

trabajando? Dónde está tu madre

u habitació

a fuerza que resonó, camina hasta su habitación y abre la pue

on su cabello suelto y despeinado, estaba sobre un tipo que la

no dejaban ver lo que pasaba por su cabeza. Nicole desde la sala lo vio todo. Vio cómo su padre jalo por el cabello a Valeria, separándola de aquel hombre, le metió una bofetada, y la i

s a matar!-dijo e

leria lo agarra del cue

sa!" Uriel y el hombre desconocido se golpeaban e insultaban, entraron en una trifulca demasiado fuerte. Se pegaban con todo lo que encontraban, había tirado las

er? ¡ Mamita no te muer

ame una de mis batas para ve

chó una maldición desde el lugar donde se efectuaba la dis

y el otro hombre aprovechó la oportunidad para

s, de nadie más. - Dijo Uriel en un tono mordaz - Y tu, zorra. Me las vas a pagar. Esta humillación que me hiciste pasar me la vas a p

ra.- dijo con voz entrecortada por el dolor una muy valiente Valeria, impulsada por la adrenalina del momento- Me prometiste cosas que no has cumplido, llegas borracho a casa

o te atreves a

aleria y Nicole, preocupada por su ma

r, no la lastimes!

dientes- si no quieres que te mate a t

que está pasando – replico Valeria - Hija, ve a tu habi

staba sentada en la cama, con

o le da un bes

le susurra en el

o seria la ultima. Antes dejarse llevar por el cansancio y perderse en la espesura del sueño pens

maba como suya a Valeria. Sin reparar en sus su

nte que la veía con ojos enamorados la hubiese dejado sola, le dolía su hija y el futuro que tendría

as que ella era suya, que más ningún hombre podía