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abía salido del colegio e iba
me daba miedo. Sentía que las personas me miraban mal; las mujeres me miraban mal porque mi madre tenía mala reputación al ser la drogadicta que le pedía dinero prestado a sus maridos a cambio de sexo y los hombres me veían con
abía aprendido a ignorar esas miradas, a decir que no cuando algún extraño se
Era la hija de la maestra Ana María. Esa mujer era como una madre para mí ya que me apoyaba cuando llegaba llorando a clases a causa de las peleas que habían en mi casa, me cuidaba los moretones que me dejaba Uriel cada vez que me golpeaba, me d
ollo, comí como una desespera y aún hoy, no puedo olvidar los rostros de lastima y de burla de m
echo la primera transmisión de televisión a color en todo el país. Era noticia en todos lados, estába
calones, cuando llegabas a la cima no querías volver a bajar, o viceversa.
na de las sillas de plástico que había en el comedor y me dirigí al grifo a beber un po
ina había una estufa muy deteriorada, no teníamos nevera, y en realidad no había falta porque nunca teníamos tanta comida como para guardar hasta el día siguiente. En mi cuarto había una pequeña cama y uno que otro juguete que me había regalado mi maestra o me había conseguido en la calle. Sólo una vez, en mi cumpleaños número 5, Uriel me había regala
aliendo del baño con un paño limpiadose las comisuras de la boca, es
fue hoy? – me preguntó mientras tomaba
reguntar. ¿Te sientes mal?
e tenido un poco de náuseas últimamente... espero que no sea
di. No se había tomado ni la mitad del agua cuando salió corriendo de vuelta al baño a vomitar. Mi mamá era muy linda, pero se había apagado con
baño – No por favor, no puedo pas
iese de visita viendo a mi mamá en ese estado hubiese pensado que estaba loca, y tal vez