#1 CLIENT
ana, estaba tan furioso que tuvo que mantenerse alejado de casa por dos días hasta que calmara su ira, pero, desgraciadamente
arcelo era el doble de sobre-protector con la niña que lo que era con su hermana, esa chiquilla se volvió sus ojos
nder al teléfono, llevó el aparato a su oíd
o -sa
cuela y llevarla a sus clases de ballet, es su primer
y colgó. Miró la hora en s
no perdonaba a su hermana por haberse embarazado de su peor enemigo, y lo consideraba la peor traición, lo que para él no tenía perdón. Seguía resentido, y hasta el moment
a quien de sus trabajadores se atrevieran a sostenerle la mirada, era un hierro con el cual si chocabas terminabas lastimado de alguna u otra manera. Pero quien lo viera con su sobrina, creería que es el hombre más dulce d
tomar el ascensor, no iba a reprenderlos, en todo caso iba a ver a la l
ue se montara en su jeep, no saludó a su chófer, sólo le ordenó que lo llevara a la escuela de la niña sin s
o que llamó la atención de aquellos padres que habían venido por sus hijos a la escuela. Tanto hombres como mujeres plasmaron sus
dos después, vio a la rubia de ojos grandes saliendo de la escuela aferrada a su pequeña mochila, la niña hacía una mueca
haciendo un leve ademán para llamar la atención de ella, ella no tardó en reconocer su mano
recibir a la niña, quien no tardó
¿Cómo te fue? -preguntó tocándole el cabello, mientras la es
con una sonrisa mientras l
-le advirtió y rápidamente s
Marcelo Almeida, pues no era normal, era el único heredero varón de la familia Almeida, dueños de la empresa má
y la subió al jeep,
let? -preguntó mientr
ó de hombros moviendo sus pi
se muchas cosas y que su mochila le pesara. -. Oye, ¿y te
no lo
decirme -inclinó su mano y le apret
empezado, Marcelo no sabia que hacer, fue tan breve con su hermana que ni siquiera le pregun
inó hacia el fondo del primer piso, desde ya le estaba preocupando
s se plasmaron en la mujer que enseñaba, era una pelinegra de piel blanca con un cuerpo de Diosa, su cabello caía sobre su espa
s ojos, le frustraba no poder comprobar el color de sus ojos a la distancia, pero aún así, la vis
rándola sin poder obj
ezaron a salir, pero Marcelo seguía perdido hasta que aquella mujer giró la cabeza hacia el ventanal, él retiró la mirada rápidamente
pantaban sobre las mujeres, él sabía lo que provocaba y le gustaba atraer
mor antes de darse la vuelta y marcharse del salón, no sin antes darle
ole a su chófer que lo pusiera en marcha. Apoyó una mano a la ventana pensativo, desgraciadamente aq
lmente
rmana para que le diera un poco más de información acerca del instituto, y acerca de las clases de Emely, quería saber a q
s ojos, sino para ver aquella mujer que le había robado el aliento con tan sólo verla por unos segundos. Y en su
los ojos, las