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cía. No necesitaba ver nada más. Las rosas rojas que la criada le había comprado a Gaia como regalo por nuestro octavo aniver
apá. - Cassio, ¿no tienes un
a ha
- ¿Puedes r
está
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es de que los niños lo vean. Envía u
ss
n las emociones esperadas, pero yo sólo sentí rabia y res
Un final apropiado para un vínculo que estaba condenado desde el principio. Tal vez fuera el destino que hoy fue
muerte de Gaia no había ayudado. Me miró, preocupado. Las cataratas nublaban sus ojos. Cada día que pasaba lo apagaba
la cabeza y me volví hacia la
n su mujer. Todos tenían sus rostros solemnes, máscaras perfectas, como la mía. No tardaron en darme el pésam
edad suficiente para entender lo que se decía.
sentido de la palabra "muerta". Y Simona... s
gos; la mayoría buscaba un signo de debilidad. Yo era una joven subjefa, demasiado joven para muchos ojos,
dormía profundamente en mis brazos. Daniele se aferró a mi pierna, con cara de confusión. Era la primera vez que buscaba mi cercanía desde la muerte