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Historia

Capítulo 4 Me Caso.

Palabras:2164    |    Actualizado en: 17/01/2023

aba escuchando, ni la evidente furia

tenerse, se sentía terriblemente frustrado- ¿ es lo único que se te ocurre decir?, después de todo

odio- así que deja de tentar mi paciencia, di lo que tengas que decir y lá

No esperaba esto, al menos no de ésta manera. Despué

tras se llevaba ambas manos a las caderas, y

y tú, tú te perdiste del mapa. Fue imposible localizarte, Renata, desde hace seis largos años estoy intentando da

acaso no entiendes las indirectas, Maximiliano?, No

re he sido un hombre de actitudes

respondió irónica- casi cr

- necesito entender qué te pasa, necesito saber porqué te comportas as

o nada que decirte

de Dios, háblame!-

no, di de una vez lo que teng

ningún lado.-

volver a la comodidad de mi cama, meterme bajo las sábanas y poder descansar, después de un sueño reparador levantarme, disfrutar con mi familia, de mi regre

negaron, en la universidad no me dieron razones de ti, tu número de teléfono sonaba desconectado, te fuiste de la residencia dónde e

bien lo que suced

n sus ojos, resbalarían en cualquier momento por sus mejillas, como una manera de dejar drenar todo lo qu

ea de explicártelo.-

xplicación, Ren

ni siquiera una explicación, eres un cínico de lo peor, el hecho de e

iendo!- estaba a punto de derrum

on con fuerza, tanto que inconscientemente dio un paso atrás, como por la fuerza de recibir el impac

omó entre sus brazos, presionando con fuerza aq

ltarse del agarre, sus defensas se vendrían abajo, lo vio acercarse a su rostro y cas

entraron en contacto, ella sintió que una pequeña descarga eléctrica recorría su espina dorsal. . . Esos besos que tanto le gu

alvaje y posesivo que demostrara su ira, pero no. Él la besaba s

, de alejarse, de negarse, y con ambas manos i

ro

er evitarlo sus manos se deslizaron hacia aquel fuerte cuello, se encontró respondiendo al beso y enredando sus femeninos dedos

ía cómo besarla, cómo tocarla, siempre lo había sabido. Conoc

una aquel parecí

ro

nidad de destrozar nuevamente su ya maltrecho corazón. Aprovechó la oportunidad y sus fuerzas renovadas, para apartarlo de ella, con un fuerte empujón. Max se alejó y retroce

abía s

la volvía a ser su Renata, su adorada Renata, pero aquel

estaban enrojecidos y llevó una temblorosa mano a ellos- no vu

ste a mi beso y fue u

que vuelvas

gritarle que se marchara, que ella no podía soportar más sus mentiras. Pero se obligó a mantenerse de pie, mirándole fijamente- Cariño, prome

n sollozo casi logra e

acíamos planes de nuestro futuro, recuerda como yo temblaba bajo t

ERO ES QUE SALGAS DE MI CASA, QUE SALGAS DE MI VIDA Y NO VUELVAS NUNCA M

l para jugar con ella de

a mencionar el hecho de que

od

s manos para impedir que él se acercará más, para evitar que volviera a tocarla, no quería caer de nuev

que le había regalado? ¡Eso significaba muc

reciar que aquel no era su anillo

duda alguna ese sí era

pidiéndole a sus pulmones que no dejaran de funcionar, ya que comenzaba a faltarle el aire y tenía la extraña se

ndo con un dedo el anillo- es

. .No puede. .

i tía y mi prima- le dijo sin apartar los ojos de él. Las palabras de ella casi ocasionan que su

casaba en s

ca

a y no er

aquello no podí

. . no puede ser, mal

da la vida por ti Maximilia

or ti, y hubiese esperado me

ar, herir, eres profesional en eso, en incumplir tus promesas, en falt

furioso mientras lágrimas corrían por sus mejillas. No podía creer que ella le estuviera haciendo aquello. Ella, la mujer a la que había amado desde que tenía uso de razón, con la que había descubierto lo hermoso que es el am

as, Renata?- pregunt

a, con mi vida-

on otro hombre. Le has dado a otro mi lug

es el hombre que ocupa mi cama. Él es el hombre que

ratado su orgullo, herido su hombría, lastimado su corazón, pateado su amor y echado a la

pero que al sentirlo contra ti, recuerdes cuantas veces gritaste mi nombre mientras yo reclamaba las profundidades de tu ser. Espero que cuando duermas a

sa, Vete y no vuelva

con todas y cada una de mis palabras.- Y dicho aquello se giró dejándola sumida en una pr

corazón una vez más se

a ve

la tupida alfombra, sus manos sobre el suelo, su cuerpo convulsionándose de d

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