ierta, la maestra
mí, creando un incómodo momento, acompañado orquestalmente por la voz de la maestra
de su salón e ir a d
finalmente me senté en las sillas de afuera de la oficina del dire
na. Estás a la mitad de la prepa y lo est
rometo por
por siempre y lo
escuchar música y a ver la televisión de la cafetería, esperando matar el tiempo en lo que terminaba la clase. Por fin, 12:20, h
, no me lo
Qu
esde el otro lado del p
a una nueva chica al
novia broth
se me hizo famil
igo, ¿Qué
e, yo no voy a entrar, tengo hambre
ahorita
y mis manos se posaron sobre la cintura de una chica de es
susurró entre dientes
sté, siguiéndole el jue
evas a
ue ir a
apás n
levo a
ertemente, la abracé tambi
qu
quiero tam
, te veo al r
quiero, no me
nos eso,
mos maestros por un año y luego, con las materias, cambiábamos profesores (¡Gracias a Dios!). Puse la mochila en mi lugar y saqué mi tableta para fingir tomar apu
endo dolor de cabeza. Era la última del día y salí feliz para ir con mi novia. La encontré esperándome en mi casillero, con su cuerpo perfecto cubi
o de pronto un fantasma, una aparición, rozó mis ojos; una chica de cabello chino c
bien,
é que vi algo pero neve
bien,
Ella puso la radio a un volumen estridente, haciendo que la música de Avicii me retumbara en la cab
, to
ayera, enseguida yo le quité la chamarra. Poco a poco mis manos y las suyas se cruzaron en nuestra piel, mis dedos des
con el pantalón desabrochado y ella en bra y panties; su cabello rubio rozaba mi pec
amos de ignorarlo unos segundos pero entonces se abrió la puerta. Bárbara brincó del susto tapándose el pecho con las manos y yo me tiré con la idea de qu
necesito que
¡Si no abro la puer
e, ¿Cómo iba
-saludé de
lex, qu
enojadísima mi novia. Karla cerró
lejandro? -dijo Bárbara, besándom
por las piernas y pon
de manera sensual. Fuimos a su habitació
dé a la chica de la escuela e intenté adivinar por qué se me hacía tan familiar, me estresé, sabía que la conocía y que era importante, pero no lograba recordar por qué o, quizá, no QUERÍA recordar.
toca a ti consegu
óname
a próxi
i
i estoy
planeado. Finalmente llamó por teléfono mi mamá, eso significaba que se po
oy mi
. Lo logró. Me subí al carro y le bajé al volumen de la radio porque si no me reventaría los tímpanos. Encendí el motor y me fui a casa; debería haber pensado en
e arriba los regaños de mi papá por llegar tarde. Me tratan como un niño de 10 años -pensé-. Y entonces se me ocurrió; ¿Pod
l celular. Busqué su nombre por si las dudas. Lucía Hernández, brincaron a la pantalla cientos de resultad
sentía muy suertudo por estar con ella. Era porrista, con un cuer
do lo que un hombre mataba por tener. Y yo, bueno, yo no era precisamente un mariscal de campo titular o el tipo
ué entre mis cosas un álbum de fotos que tenía desde hace mucho tiempo, uno que ella me había hecho, más bien un scrapbook de mejores amigos (y novios en su momento
la? -me pregunté- ¿Y qué si la chica de la escuela sí es ELLA? -me replanteé la pregunta-. Sacudí la cabeza para quitarme esa
junto al teléfo