n, despidiendo a los de la limpieza tra
sala superior, pero contaba con la privacidad necesaria para que se tr
ia que proporcionaban, que iba desde pizarrones hasta proyectores, muchas personas decidían usarla
igió a una sala que no esperaban, pero que para nada les disgustó, pues incluso sus baños eran mejores que los de la sala
abello castaño claro, de ojos verdes y traje impecable que caminab
bien parecía que iba a la reunión, cosa ilógica, porque ningún empresario en su sano jui
ficio y se acercó a la recepción junto a otro hombre que lo veía extrañado, y medio
casi perfecta que emocionó un poco a la mujer detrás del mostrador en la recepción-, soy
inando al frente de esos dos hombres serios y un be
es ocupantes también miraron al hombre contrariados, porque de
e peso para haber acudido a una reunión con ese bebé, iba a ser difíci
ver a su puesto-. Si gusta, puedo cuida
teniendo en cuenta que ellos ni siquiera se conocían. Él no podía ser tan irre
oven, que ni siquiera se había pres
ía en extremo extraño, y casi de mal gusto, pero no alcanzó a sospechar sobre las malas intencio
vertiría si es que lo convencían de que el negocio que ellos proponían era rentable-. La conocemos desde hace más de tres años, c
ista independiente, así que atendía la recepción personalmente y, como ellos no sabían que ella era la dueña del lugar, la qui
d de ayudar a otros, esa que de pronto la dejaba ver como una total entrometida-, pero en la recepción no hay mucho q
obligó a no ver a Tomás, que seguro se estaría
dos de los muchos profesionales que trabajaban en la torre, como era coloquial
la bebé -declaró Maximiliano y Marisa no se atrevió a negarse enfrente de todos, porque eso seguro daría pie a una discusión que les
e el hombre llevaba colgada debajo del brazo, y también a la be
o sintió que algo le punzaba en el pecho. Tenía poco más de dos horas con la niña, y en ese tiempo no había