r colocando una hermosa peineta, esa que es uno de los recuerdos más preciados que tengo de mi madre. Mi maquillaje es s
arecidas, no lo digo solo desde el punto de vista de estar parada frente a un espejo observando cómo queda tu atuendo momentos antes de dar u
odos estos años desde que tengo uso de razón. No entiendo por qué justo en este momento me entran unas terribles gan
cuando la voz de mi amig
no de preocupación-. De ser así, estamos a tiempo de salir corriendo, afuera
do otra forma de solucionar todo esto, pero en vista de que no tuve más opciones me tocó aceptar toda esta locura. La de
r y pensar con cabeza fría cuál es la mejor opción. A veces no es lo que queremos sino lo que debemos, justo por eso me arr
mos nuestras miradas a través del
se encoge de hombros-. Aquí
nta poso mis manos sobre mi vientre tratando de conten
u fin pueda retomar nuevamente mi vida, una en donde no sé si tendré las fuerzas suficien