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y todo es aburrido. Lo creí desde que llegué a primera hora a la clín
. Me quedo en estado de shock al ver semejante locura, siempre creí estar preparada para afront
ando el grito del Dr. Brockm
ar? -espeta con un gran enfado y por un instante creo que me va a
rolar la respiración y evitar que me dé un soponcio. Camino a pas
ar otro insulto de parte de mi jefe. Sé que es un hombre un poco malhumora
así como tampoco nos damos abasto para atender a tantas personas. Nos estamos quedando sin espac
que una vez me prometí. Salvar las vidas de todas las personas que puedas sin importar su situación y posición económica. Ante
ubiera nacido nada de esto hubiera pasado, pero ella tomó la gran decisión de traerme a este mundo para ser una gran mujer y por ello voy a hacer todo lo posi
nicas y hospitales, finalmente se dio cuenta de que no podía atender a más personas de
ntra un autobús y varios carros particulares. Afortunadamente, no hubo decesos, per
nica de una paciente cuando una d
signos vitales de un paciente especial. -informa con un tono de disgusto-. Se te agradec
no soy descerebrada como otras. -la fulmino con la mirada-. Tal vez si l
z está apagada, sobre la cama puedo ver la silueta de un hombre que al parecer tiene un cuerpo bien trabajado. La sábana solo le cu
oco el interruptor para encender la luz e iluminar la habitación. Mis ojos
o, una estatura aproximada de 1.90 mtrs, piel bronceada, cabell
y madre mía... se le marca un gran paquete que
sta lo
l imaginar lo que ha de estar pensando de mí el paciente. Respir
rrumpida antes de verificar en la hi
e mientras me repara de pies a cabeza-. ¿Te ha
reviso la historia del paciente para proceder a h
coloco el estetoscopio para escuchar los latidos de su corazón y de repente me sorprende
mis ojos esperando aquel beso que no llega porque somos interrumpidos cuando la puerta se abre
a? -cruza los brazos a la altura de su pecho mientras tiene el ceñ
-esboza una gran sonrisa-. Solo le estaba quita
an mentira que acaba de crear. Puedo sentir la fría mirada de mi jefe sobre mí, pero sigo c
nalmente, me pide que salga de la habitación y doy un gran suspiro de alivio al pensar que no lo voy a
e victoria, el señor Evans me llama y no puedo imagina
nuevamente y poder besarte como quería desde un principio.
labios los besa quien yo quiera, no quien quiere y además ya tienen
esta y escucho la risa sarcástica del doctor Brockmann burlándose del desplante qu
s pacientes. Solo me queda esperar el reproche por mi
ca en manos y no puedo dejar de sonreír al ver a l