febrer
vez, por favor, no hagas fiestas -suplico
ry Daniel en sus brazos, aun cuando este camina perfectamente.
evitar sentir que conozco a uno de esos chicos. Aunque son fotos que reflejan a cinco chicos en proc
del club de fans. Son los peculiares ojos que posee uno de los chicos lo que llama
e graduarme en escritura creativa pude ejercer mi carrera, y, aunque en un principio mi idea era escribir historias juveniles o quizás adultas, me entretuve u
nunca creí poder ser: una persona responsable, una madre. Nunca pensé que alcanzaría esta ma
tará -le advierto nuevamente, mientra
a Katherine, burlona, dejando a Dan
go, besando la frente de mi hijo y revo
ras de mí como si pudiera con
u llanto mientras subo a mi modesto auto. No me gusta es
a. Por ello llevo una vida económica estupenda, debido a mis dos trabajos y al éxito de estos. Disfruto escribir libros infantiles y disfruto de igua
l asiento de al lado y noto que está el Capitán América de Dan. Sonrí
♫
o pedido y luego me dirijo a la editorial, donde paso
seriamente las escenas sexuales, puesto que están algo desordenadas en cuanto a diálogos y coherencia, por lo
iga algo, Kae? -me pregunta James, el d
je almuerzo. De igu
n una sonrisa. Una
para tener una relación. A pesar de que James ha dejado su interés por m
manera convencional, pero no es algo que revolucione mis muy dormidas hormonas o que me haga pensar en un «nosotros», lo cual quiere d
rrecciones y así, poco
♫
hace sonreír. Tiene una bonita risa musical e infantil. Abro la puerta con las llaves que aún c
a que lo levante. Hago lo que quiere y sus manitas toman mis mejillas mientras sus labios frun
cosita más pre
con palabras que en ocasiones ni siquiera tienen coherencia y su entonación infantil, é
unta Katherine mientras me ayud
narla hoy -respondo-. Además, como Dan no durmió
de manera un tanto
ña sonrisa, sé que ella quiere pedirme al
añana... como es sáb
omar una muñeca de porcelana de mamá-.
ue tocar. Es un niño muy hiperactivo y no lo voy a neg
con el club en el que podríamos
y tú me dijiste, como desde hace un mes, que ni se me
una de las cinco privilegiadas a las que se le permi
mente a Dan-. ¡Venga, Dan! Te
arme? -me pregunta, cerr
contando algún chiste malo, pero cuando ella abre sus
regunto de manera lenta, lo úl
en el trabajo al
ico, caminando hasta Dan y quitando la muñeca d
-excla
i -digo, dejándolo ju
Bolton, visitan
sta decirle que no, no cuando ella hace tantas cos
arlo! -exclama
ras desde Live
r menos. Además, mamá ya había
ue me estás p
que lo
ar cuatro horas sea agotador, pero me sentiría muy culpable si no hago
regunto con una sonrisa y Kath
o de la tarde, lo cual nos da tiempo de asearnos y
la manita de Dan entre las mías y también nuestras per
e ella, dándome un corto abrazo y luego besando la m
eco del hombre araña para que no llore, puesto que él realmente odia el portabebés. Beso su frente y él me da una de esas sonr