os, muchos les llaman la creación divina, se cuenta que un Dios todopoderoso los hizo a su imagen y semejanza, pero ¿Por qué crear a un ser así si después de que le dio un paraíso en donde vivir plena
era muy cálido, tan hermoso, las pocas personas que vivían en el lugar disfrutaban de todo aquello que la madre naturaleza les ofrecía; para llegar a la playa pasamos por un cercado de madera demasiado rustico, un par de tablas ya se habían separado por completo y estaban regadas por el suelo, después pasamos por unos campos de cultivo, tal vez de trigo o cebada, siguiendo por el camino de tierra a la distancia se podían alcanzar a ver una par de casas en su totalidad de madera oscura, por lo que era muy calmado. Aun con la lejanía del lugar una pequeña cantidad de personas conocían del pequeño pueblo y venían aquí a pasar un fin de semana lejos del bullicio de la ciudad y tener el arrullo del mar, era fascinante. En la orilla de la carretera antes de llegar a la playa las casas eran separadas por una carretera de terracería algo dañada por el paso de vehículos, a la orilla de esta se encontraban un par de negocios, un mini súper, algo que asemejaba a una cafetería, lo supimos distinguir por su letrero colgante en el cual estaba pintada una taza enorme, una pequeña licorería, no con mucha variedad, pero al fin de cuentas una licorería, un hostal un poco más alejado, para los visitantes que no tuvieran en donde quedarse, en la orilla de la playa, un puerto con un par de embarcaciones no muy grandes, la pesca era solo local y era el sustento de las pocas familias que vivían en el pueblo. Había personas de aquí para allá,
lar un poco del cómo le había ido en su laboriosa labor, ese día me espero detrás de esos aparadores, había muchos vestidos, muy hermosos, pero ese en particular le llamó la atención por encima de los demás; habíamos tenido problemas económicos desde hace tiempo, ahorre lo suficiente para poder costearlo y regalárselo. Sonreía al ir corriendo por su pequeña, era feliz, sus ojos negros parecían brillar, anhelaba volver al mar y tener un poco de paz, yo solo admiraba esa magnífica escena, absuelto de las preocupaciones que me aquejaban en esos momentos, yo no era el hombre más agraciado que se pudiera describir, rasgos toscos en mi rostro, no tan delgado, caucásico, pelo corto castaño y ojos marrón; el graznar de una