Balti
Baltimore Me
r la mirada, me repetí una y mil veces. "Compórtate, compórtate, compórtate.
o bajo... Per
la única, ser interna de Cirugía de segundo año no era sencillo, la competencia era cruda, los cirujanos unos hijos de puta exigentes, crueles. Y como si fuera poco, cuando tu madre era la directora general de m
na verdad
maba los turnos que nadie quería, me esforzaba el maldito, doble. Si la posición de mi madre podía librarme de eso, entonces bien. Llevaba toda la semana asignada a la doctora Williams en urgencias, y había s
la maldita resil
la cruzando los bra
icación asignada fue correcta.
a gritar - ¡No eres más que una niñ
o era extraño ver a un recidente reprender a gritos a sus internos, pero que uno de nosotros
.- Su rostro se v
Pero de nuevo, reitero, llevaba setenta y dos horas sin d
e grite extendiendo mis brazos, la gesticulación de mis manos era algo que casi había podido controlar tantos años lejos de mi tierra natal, casi, pero bueno, no existe it
forma, no parecía creer que le estuviera contestando, lo comprendí
ra...! - No pensaba
r Hernández que no se la folle tan duro! ¡Las neuronas deben dejarle de
e voy a rom
delante, pero aunque estuve tan cerca... Tan cerca de romperle la maldita nariz de veinte centímetros... Un brazo me tomó p
a cara! - Gritaba la otra de
etuvieran, incluyéndome. Mierda. Los brazos del Jefe de Cirugía me soltaron cuando dejé
ugía, James O'Neill, se dio med
mantendría la compostura, lo seguí hasta su oficina, pasé junto a mis compañeros internos, todos me dieron u
ía, joder. Casi podía ver la expresión dura de mamá sobre mí. Solo quedaban dos malditas hor
evemente entreabierta, respiré profundamente tres veces a
. Dándome ánimos a mí misma, obligue a cada uno de mis pies a adentr
James O'Neill, era como el vino, de casi metro ochenta, tenía una estructura grande y elegante, de hombros anchos y sobre todo, era un santo. V
, respetaba a ese hombre, lo conocía desde que h
, levanté la cabeza y le miré, su tono, tajante pero..
Qu
a preguntar con aquella paciencia i
cuerdo...- Mentí
do y suicida, pero a veces, inevitable. Pero otra cosa muy, muy distinta, era acusarla con
bía sido la peor de todas, pero eso no significaría que echaría todo el esfuerzo
ó de su cajón un registro
e que había sido una especie de santo para nosotras- P
ó con pre
duerme lo suficiente pone en peligro a sus pacientes
asiado cierto. Había actuado irresponsable, d
- te lo prometo, pero por favor, déjalo
sus dientes
ue demostrar. - Dijo él y yo apreté las manos, odiaba que fuera capaz de
nte y yo le mi
no te merece.- Dije
se quitó lo
na amistad. - Se quejó - Ahora vete a casa. Y no te qui