e puso de espaldas y me la metió subiendo mis piernas en sus hombros. ¡Qué delicia de cogida! De esta forma mi raja se acortó y ca
se excitaba de nuevo mostrándome su polla bien parada. - Déjamela de nuevo, que le voy a encajar este chilote...- dijo sacudiéndose la polla an
Eres deliciosa, - No puedo creerlo, ¿dime cómo le haces para apretar la concha tan rico? - me preguntó Luis mientras me acariciaba las mejillas y el cabello todo revuelto. -
de evitar un estremecimiento. - Ponte de nalgas hacia mí. - me ordenó impaciente. Levantándome del sofá, aun temblorosa, me quité el vestidito todo arrugado, sacándomelo por encima de la cabeza y quedand
se carga la cabrona! - Por primera vez me estaba mostrando ante ellos, y su reacción me encantó. Así que sin pensarlo más le
de tu marido no te llena pinche zorra, pero ahora tendrás polla has
ante él y me metió la pija en la boca. - ¡Chúpame la polla antes de metértela, puta. - todo lo que me decían lejos de molestarme, era todo lo
mecí aún más al sentir la punta de su lengua tratando de horadar mi culito apretado. Después, Juan Emilio se levantó, me afianzó por las nalgas y me la metió duro, con fuerza haciéndome pujar al sentir su vergota. M
subir y bajar rítmicamente, moviéndose mañosamente me hizo quedar prácticamente horizontal a él, que estaba debajo de mí. Me jaló por la espalda y logró que mi culo quedara expuesto e indefenso, y cuando me di cuenta de su maniobra fue demasiado tarde. El anfitrión estaba atrás de
, haciéndome pujar. Me sentía morir, ese enorme leño me estaba rompiendo el culo y su amigo me tenía penetrada por la papaya. Así una vez más reinició el martirio... Luis me jaló de las caderas y me la metió hasta donde mis nalgas se lo impidieron. No pude más y sentí
me hacia sufrir, así me tuvieron en esa doble penetración hasta que Luis no aguantó las contracciones de mi recto y vació su semen en mi interior... Una vez terminada la inundación de mi culo, me la sacó de un golpe, sentí que me tiraban de mis tejidos internos y sentí que me de
s deliciosas groserías se le ocurrían de mí, de mi mamá, de mi papá y del cornudo de mi esposo. Luego ya no dijo nada, se dedicó a metérmela, sacarla hasta el fondo y vuel
sin igual, me ardía y me gustaba, me dolía, restregaba mis nalgas contra él; entonces vino algo sorprendente. Luis se metió entre mis piernas y se dedicó a
gas, las tetas, todo el cuerpo. Entré a la casa, mi marido no estaba, así que me dejé caer sin ganas de nada y me quedé dormida... Cerca de las seis de la mañana escuché entrar a mi esposo, me vio sin encender la luz, tomó una frazada y se fue a dormir a la sala. De suerte lo hizo ya que de otro modo hubi