Libros de Amunet J.D
Casados e Indiferentes
Alberto y Daniela han mantenido una relación disfuncional, cuando están lejos se extrañan, pero cuando están cerca el infierno se alborota en segundos; todos están cansados de sus contantes arranques de vanidad. La fortuna que ambos poseen les da para alimentar a todo el mundo y les quedaría para unas siete generaciones más, sin necesidad de mover un solo dedo. Un día cargado de presión y una noche de diversión, se convirtió en una boda inesperada de la cual no tienen ni la más mínima idea que sucedió; para ellos solo fue una noche y se acabó. ¿Qué pasara cuando descubran que han estado casados? ¿Cómo enfrentaran esta nueva etapa? Será acaso que aplicaron la vieja frase, “Al amigo hay que tenerlo cerca, pero al enemigo más”
LA NERD DEL MILLONARIO
—Nuestro amor nos llevará a terminar como Romeo y Julieta. — ¿Juntos? — ¡No! Muertos. —Tú siempre tan romántica. —Y tú, tan estúpido. —Ya hablo doña perfecta. —Aunque te cueste reconocerlo, así que no pienso seguir perdiendo mi tiempo contigo. Me retiro antes de que se me pegue lo malo, con permiso joven Sanz. —Hasta nunca B-R-U-J-A fea. Espero que choques en tu escoba voladora y te destroces el rostro para no volverte a ver la cara de mustia amargada que tienes. —Qué tus buenos deseos se te multipliquen insecto —grito la chica al salir corriendo de la casa para tratar de llegar lo más pronto a la parada y alcanzar el último autobús que la llevaría de regreso a la Universidad de Barcelona, donde estudiaba. Esto era tan solo una pequeña pelea a la que se tenía que enfrentar cada vez que se encontraban en la residencia de la familia Sanz o donde coincidieran, en donde había sido contratada como niñera del menor de los hijos de la familia. — ¿Podrás algún día dejar tranquila a “Mi Vale”? Sigue por ese camino y me voy a asegurar que papá te quite todas las tarjetas, congelé todas tus cuentas y de pasada te ponga a trabajar para que dejes de estar molestando a mi chica. — ¡Mocoso! Nadie pregunto tu opinión, ¡Cuidado y abres la boca o me desquitaré contigo! Deberías de estar de mi lado y no de un espantapájaros como ese que no es parte de tu familia y a duras penas conoces. —Mira, quien habla, el chico más estúpido que puede existir en toda la ciudad, si no fuera por tu cara bonita, nadie se fijaría en ti. Te aseguro que en esa cabeza no hay ni gota de masa encefálica de la cual puedas presumir como ella. — ¡Basta! Lárgate a tú cuarto o voy a acabar contigo en menos de un segundo. — ¡Huy! Ya se enojó el niño bonito. Te estaré vigilando, no vuelvas a molestar a Vale. Si ella se marcha por tu culpa, me aseguraré de cumplir todo lo que te he dicho y sabes que no bromeo HER-MA-NI-TO. ¿Quién se atrevía a desafiarlo de esa manera? ¡Claro!, otro Sanz, uno que por lo menos conocía el amor y respeto a las personas sin importar su clase social o personalidad. Para este chico todas las personas eran iguales, hasta que demostraran lo contrario.