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Julia no soporta la idea de que incluso su propia familia solo la mire como ''La pobre soltera'' y está decidida a ponerle fin a los ridÃculos rumores de que extraña a su ex novio -que la abandonó a pocos meses de casarse.- Bajo la rabia y la ira -Y los efectos nocivos del alcohol- ella hace una promesa que los sacudirá: Promete casarse e invitarlos a todos a tragarse sus palabras de una vez por todas. Por supuesto, Julia no tiene un prometido, ni un novio... Ni siquiera una mascota.
En ese momento tan bochornoso todo lo que podÃa hacer era poner su mejor sonrisa falsa en el rostro.
¿Desde cuándo decÃa o hacÃa cosas sin pensarlo primero dos veces?
Cierto, estaba borracha, o al menos lo suficientemente bebida como para que su lengua se hiciera más liviana y suelta, tanto que cometió el peor error de su vida: dejarse llevar por la rabia y terminar prometiendo cosas que no podÃa cumplir.
Ahora todas las miradas se centraban en ella, Julia solo querÃa encogerse hasta desaparecer sin dejar rastro. Pero su deseo no serÃa cumplido no importa cuántas veces rogara y ahora debÃa enfrentarse a las consecuencias de lo que habÃa dicho.
- No hace falta que te enojes tanto, Julia. - Trata de excusar su hermana a la persona que habÃa hecho el mal comentario sobre su estado civil, para acabarla de colmar tenÃa la sensación de que la estaban tratando como a una loca. - La prima Daphne solo estaba bromeando, la verdad es que todas aquà respetamos la decisión que tomaste de permanecer soltera.
Julia miró a su hermana menor, Olivia, con sus rizos dorados perfectamente peinados y su buen carácter intentando calmarla, porque era mucho más impulsiva que ella.
Ante los ojos de todos Olivia era la ''Señorita perfecta'' a la que querÃan mucho, no haciendo más que colmarla de regalos y adulaciones desde el mismo momento en que nació.
Sus padres y hermano menor también se veÃan incluidos ahÃ.
«Y aun con esa cara inocente se quedó con mi prometido, pero solo saben hablar para señalar que yo estoy soltera.» Llegó a pensar, reincorporándose en el asiento de mala gana.
Aquella lujosa fiesta, con motivo de celebrar por el compromiso oficial de 'Los tórtolos' -Que hicieron los cimientos de su 'hermosa'' relación pisoteándole la vida- y su próxima boda en un par de meses, todavÃa le dejaba un horrible sabor amargo en la boca pese a que hacia mucho tiempo atrás decidió dejar los rencores en el pasado y aceptar lo innegable: su prometido la habÃa cambiado por ella.
Por supuesto, eso no era fácil para nadie, pero la presión por parte de su madre para que aceptara cerrarle las puertas al pasado y poner una piedra sobre el asunto pudo más que su propio intento por sanar heridas emocionales.
Por esa razón estaba allà luego de tantos años de noviazgo, celebrando un compromiso que deberÃa ser suyo con el hombre al que alguna vez creyó amar y que le habÃa asegurado en su momento no tener intenciones de casarse.
Pero en su lugar estaba Olivia.
«Tal vez sea lo mejor para todos...» Volvió a pensar, terminándose el contenido que habÃa en su copa de vino.
- Se ha quedado callada de repente, seguramente no era verdad que tiene un prometido. - Escucha que dicen a su costado por el silencio que estaba guardando repentinamente.
Julia inhala hondo, no quiere meterse en problemas innecesarios, pero no se lo estaban haciendo nada fácil.
Y llegó a un punto en el que sencillamente explotó
- Dije que iba a presentar a mi prometido y eso haré. - Afirmó.
Pero la persona que menos se esperaba apareció de repente y la situación se tornó completamente tensa.
Julia no podÃa creer el descaro que tenÃa Henry al acercarse mientras ella estaba ahÃ, como si nada pasara y luego abrazar por la cintura a Livvy, dándole un tierno pero prolongado beso en los labios, justo frente a sus narices.
- Me ha parecido escuchar que te has prometido, Julia-
- No me llames por ese apodo, solo mi familia y amigos puede decirme Julia. - Lo interrumpió, pero, tuvo que suavizar sus palabras al ver la expresión de impacto que estaban haciendo los demás, entonces se dibujó una sonrisa en la cara que pretendÃa ser amigable. - TodavÃa no somos familia, cuñado, tendrás que convencerme muy bien si quieres que te encargue a mi preciosa hermanita menor.
Al parecer hizo una buena elección de palabras, porque el ambiente se suavizó de inmediato y la primera en suspirar de alivio fue su hermana.
- No seas mala con él, Henry me quiere mucho. Siempre me lo dice, sé que cuidará bien de mÃ. - Olivia sonrió mientras lo abrazaba. - ¿Cómo ves la noticia, amor? Mi hermana va a casarse, ¿No es maravilloso?
Julia evadió la mirada de Henry.
- Es la mejor noticia que podrÃa escuchar. - Aquellas palabras calaron en ella como flechas, pero ya no le hacÃan el mismo efecto de antes. - ¿Cómo es que nos estamos enterando hasta ahora?
«No te importa.» Quiso responderle, pero se abstuvo de hacerlo.
- Antes no habÃa querido presentarlo porque no éramos nada formal, pero ha pedido mi mano en matrimonio hace poco tiempo, no querÃa decirlo hoy para no opacar su velada especial. - Termina contestando. - Al final ha sido algo inevitable que la noticia saliera a la luz, tenemos planeado casarnos en dos meses.
Aun después de haber dicho tal tonterÃa se mantuvo firme, porque no era una persona que se retractara de sus decisiones, sin importar lo absurdas que fueran.
Ni siquiera lo harÃa por estar bajo el efecto del alcohol en su sistema.
Aunque si se maldecirá cientos y miles de veces cuando regrese a estar sobria.
- Espero que pronto podamos recibir una invitación como padrinos. - Ante los ojos de Julia las palabras de Henry fueron realmente cÃnicas y groseras, tanto que parecÃa hacerlo a propósito. - Nos aseguraremos de llevarte uno de los mejores regalos de bodas. ¿Verdad, Livvy?
«Cálmate, Julia, no puedes romperle la nariz, hazlo por tu hermana, Olivia está muy feliz y no puedes arruinarle el dÃa, es su fiesta de compromiso.» Pensó, no solo una o dos veces, sino miles.
Su hermana asintió, derretida en los brazos de su prometido. - El mejor de los regalos.
- No tienen que hacerlo, en serio. - No querÃa en su casa nada que tuviera que ver con Henry, aun cuando las intenciones de Olivia no eran malas. - Con su... Presencia me sentiré más que gratificada.
El momento pareció tierno, aunque ni la cuarta parte de las cosas que dijo fue verdad.
- Me alegro muchÃsimo por tÃ, no sabes cuánto. - Olivia caminó hacia ella para tomarla de las manos, Julia respondió con una sonrisa, internamente se sentÃa incómoda. - Nuestra madre también se alegrará mucho cuando se entere de tan maravillosa noticia, ha estado esperándolo por tanto tiempo, seguramente no va a creerte.
«Madre...» Del tiro se le bajó la borrachera, ¿Cómo habÃa podido olvidarse de que su madre también iba a enterarse de aquello? ¿Qué era lo que iba a decirle?
- Pero realmente vas a presentarlo en a boda de tu hermana ¿Verdad? - Cuestiona una de sus primas, como si estuviera retándola porque sabÃa que no estaba diciendo la verdad. - Todos tenemos curiosidad, esperamos que aquel dÃa no llegues con las manos vacÃas.
- ¡Basta! Mi hermana Julia no tiene por qué mentir. - Livvy salió en su defensa rápidamente. - Yo le creo, Julia es realmente hermosa pero muy reservada y un poco lenta, seguro fue difÃcil para ella también.
Julia rÃe por compromiso, no sabe si tomar eso como un halago o una ofensa.
De cualquier manera pasa saliva en seco al recibir el abrazo de su hermana, luego abre la boca para cavar más profundo su propia tumba y tratar de silenciar los murmullos. - Si no presento a mi prometido el dÃa de tu boda con Henry yo pagaré la luna de miel a un lugar como Hawái de ambos, ¿De acuerdo?
Sus palabras parecieron atraer particularmente la atención de Livvy, que con tantos gastos de la boda no habÃa tenido el tiempo suficiente de programar correctamente una luna de miel, por lo que tal proposición le caÃa como anillo al dedo.
- No hace falta que hagas algo como eso. - Dice, como si estuviera dándole la oportunidad de retractarse. - Aun si no tuvieras pareja el estar soltera no tiene nada de malo, no tiene por qué avergonzarte tampoco.
Olivia solo estaba hundiéndola más con sus 'Dulces y bienintencionadas palabras de aliento'.
Julia echa una mirada a sus primas, ya todas estaban como testigos de lo que habÃa dicho, si se le ocurrÃa la terrible idea de retractarse recibirÃa la peor humillación de toda su vida.
- Lo haré. - Accede una vez más.
¿Qué tan difÃcil podÃa ser conseguir un esposo en dos meses... O menos?
«Solo por si acaso... DeberÃa ir preparando la billetera.»
- ¿Qué tal si brindamos a la salud de todos por esta buena noticia? - Propone Olivia, de momento todos alzan sus copas y chocan entre sÃ.
Pero Julia no fue capaz de pasar siquiera el primer trago.
(***)
Su conteo regresivo empezó en ese momento:
60 dÃas y contando.
60 dÃas para encontrar esposo o 60 dÃas para empobrecer.
También era una opción los 60 dÃas para aventarse de un precipicio o mudarse al extranjero y empezar una nueva vida con una nueva identidad.
- Más torpe no pudiste ser, Julia. Conseguir un esposo no es tan fácil como tú crees, y menos con tu mal carácter, tu pésimo genio, tu falta de modales y tu vocabulario de barrio. Yo te la veo difÃcil, mejor prepárate esas pastillas mágicas que te mandan a dormir para siempre y asà te ahorras pagar deudas.
- ¡No me estás ayudando con nada, Allen! - Chilla, aventándole el primer lápiz que encuentra por encima del escritorio antes de aventarse de nuevo a él. - ¿Qué se supone que voy a hacer ahora? ¿Cómo puedo casarme en dos meses? Es completamente imposible
El giró su silla, volteándose hacia ella.
- No pretendo ayudarte, realmente no tienes escapatoria, solamente te estoy dando asesoramiento para que te adelantes un poco al lugar a donde todos terminaremos en algún momento de nuestras vidas: La muerte. - Se encoge de hombros y le resta importancia. - TendrÃas más oportunidades si no fueras tan exigente y te atrevieras a darle a alguna de tus citas una segunda salida, pero los bateas a todos.
Julia se sintió un poco mal, Allen tenÃa razón, no se habÃa dado la oportunidad de conocer a nadie realmente y solo aceptaba citas para probarse a sà misma que las cosas estaban bien.
Nunca se habÃa interesado genuinamente por ninguna de las personas con las que salió, y al final simplemente dejó de hacerlo cuando se metió de lleno en el trabajo, prefiriéndolo por encima de su propia vida social como mecanismo de defensa.
- Solo estoy asustada porque no quiero que me pase lo mismo dos veces. - Murmura de mala gana, no es capaz de enfocarse correctamente en la pantalla de su computadora. - Es terrible para mà tener que verlos juntos, pero mi madre es realmente necia, si no lo hago murmurará a voces que todavÃa sigo queriendo a Henry.
Allen alzó una ceja.
- ¿Y no es as�
Julia no puede creer su pregunta. - ¡Por supuesto que no! - Exclama. - ¿Cómo podrÃa querer a la persona que me puso el cuerno con mi hermana? ¿Por qué tenÃa que ser Olivia de todas las personas que existen en el mundo? ¿Es que acaso no hay más mujeres en el planeta?
A veces pensaba que lo hacÃa a propósito, Henry sabÃa perfectamente sus miedos, conocÃa lo acomplejada que se sentÃa desde el nacimiento de su pequeña y perfecta hermana menor que parecÃa ser intachable y a la que todos querÃan.
HabÃa llorado con ella cuando no podÃa soportar más que las siguieran comparando.
Le habÃa escupido mentiras que se tragó, mentiras bonitas y muy sucias que le decÃa al oÃdo todos los dÃas.
Por eso su traición le habÃa dolido el doble.
- Independientemente de lo que haya sucedido realmente te precipitaste. - No podÃa negar que Allen tuviera razón, y eso solo la hizo sentir peor. - ¿Qué piensas hacer ahora?
- Sinceramente no lo sé. - Contesta. - Aun no termino el informe que necesitas para el fin de semana, luego Olivia quiere que la asesore con todo lo relacionado a la boda, mi madre también espera que haga eso.
- ¿No es lo mismo que pedirte organizar la boda? ¿Por qué no te negaste?
- Dijo que solo querÃa mi opinión y que solo serÃa eso, pero luego las cosas se torcieron de esta manera.
¿HabÃa acaso una persona más lamentable que ella, quien tenÃa el deber involuntario de organizar la boda de su hermana y su ex prometido?
- Wow, eso es realmente cruel.
- Gracias por notarlo.
Julia no sabe cómo deberÃa proceder a partir de ese momento, tenÃa tantas ocupaciones que ni siquiera le dejaba tiempo para empezar a idear planes de cazar a algún hombre que estuviera tan desesperado por casarse que aceptara hacerlo con ella.
Probablemente debÃa pensar seriamente en eso de ligar a horas de trabajo.
- Que no se te ocurra, es más, que la idea ni siquiera se te cruce por la cabeza. - Se sintió como si él hubiese leÃdo su mente mientras daba la vuelta a los documentos que estaba revisando por encima del escritorio - Está prohibido ligar en horas de trabajo y lo sabes perfectamente.
Porque sÃ, aquel idiota que aparentaba no tener oficio ni beneficio era en realidad su superior en el trabajo.
Julia solo bufó - ¿Ni siquiera un poco? Solo para salvar mi bolsillo y mi reputación
- ¿Cuál reputación? - Cuestiona. - Además, sabes bien que casi todos aquà son hombres casados.
- Buen punto. - Volvió a tirarse sobre la silla. - ¿Qué deberÃa hacer ahora? ¿Cómo se supone que conozca a alguien?
Allen suspiró.
- A veces me preocupa lo tonta que puedes llegar a ser, ¿Es el trabajo el único lugar que se te ocurre para relacionarte? ¿Tan poca perspectiva tienes de la vida?
Por años habÃa estado evitando salir, por supuesto que su perspectiva era bastante limitada.
- Será mejor que vuelvas al trabajo y dejes de pensar en tonterÃas, te descontaré medio dÃa de salario si sigues holgazaneando.
- Mira quién lo dice, el que lleva toda la mañana doblando hojas para hacer avioncitos de papel. - Con gusto le sacó el dedo corazón, a lo que Allen le respondió de la misma forma sin siquiera darse la vuelta mientras se marchaba.
(***)
A veces, muy de vez en cuando, debÃa acompañar a Allen a diversos sitios por asuntos de trabajo.
En aquel momento él tenÃa una reunión con el dueño de una famosa cadena de restaurantes de comida rápida con temáticas familiares que se enfocaban en el público infantil, todo el restaurante era vibrante y colorido, además estaba lleno de hombres bien parecidos que se juntaban en grupos a comer.
El problema con ellos era, por supuesto, que eran demasiado jóvenes para ella, probablemente sus edades oscilaban entre los dieciocho y los veintiún años de edad.
A muchos no le importarÃa, pero ella simplemente no podÃa salir con alguien casi diez años menor.
Tampoco serÃa beneficioso para presentarlo.
- Ah, la juventud es como el dinero; Una vez que se va no regresa nunca más. - Masculla de mala manera, no teniendo más remedio que recargarse de la pared y esperar. - ¿Tal vez nacà en la época equivocada o solo es mi desespero?
El primer dÃa no parecÃa estar yendo demasiado bien.
Sobretodo porque habÃa cometido el terrible error de decirlo en voz alta.
- Anciana solterona. - Escuchó que dijo uno de los jóvenes, mirándola desdeñoso. - Mejor movámonos a otra mesa.
Julia se muerde la lengua de rabia. «Ni quien quiera salir con ese mocoso maleducado.» Piensa por un momento si agredir a alguien tantos años más joven implicarÃa una sentencia demasiado grande o si tal vez podrÃa con ella.
Pero antes de que pudiera ir a gritarle al mocoso sus verdades llegó Allen para detenerla.
- No puedo descuidarte ni siquiera cinco segundos, ¿Qué pretendes al pelear con un joven tu edad? - Hizo especial énfasis en la edad. - Comienzas a sudar la desesperación por los poros.
Julia no vio más opción que calmarse.
Entonces tuvieron que continuar con el trabajo que estaban haciendo.
Cuando ve a Allen un par de metros frente a ella, caminando hacia el estacionamiento donde los esperaba la camioneta ejecutiva se le ocurrió preguntar:
- Oye, Allen ¿Qué te parece si nos-?
- No me casaré, y menos si es contigo, aun asà no quiero que lo tomes como algo personal, no es porque tengas mal temperamento, simplemente no deseo casarme por ahora. - Le interrumpió de golpe mientras se subÃa al asiento del piloto y ella en el del copiloto. - Pero gracias por pensar en mÃ.
Julia lo observa, perpleja, Allen se habÃa hecho un mundo entero en cuestión de segundos.
- Yo iba a decir que si nos tomábamos algo en el bar de la esquina después del trabajo. - Rectifica todas y cada una de sus palabras, añadiéndole un poco más en el proceso. - ¿Casarme contigo? Ni de broma. Estoy desesperada pero prefiero aguantarme a lidiar con tu ego para toda la eternidad.
Pese a que alguna vez fue su sueño.
No tenÃa caso seguir recordando el pasado.
- Es que serás imbécil, ¿Nunca has pensado en que te puedes casar para aparentar y luego de un tiempo te divorcias y sigues con tu triste vida de ver caricaturas y acariciar gatos?
- ¡Con el señor pantalones no te metas! - No negó que su idea fuera buena, pero tenÃa muchos errores en el proceso. - Si voy a casarme mÃnimamente tiene que ser con alguien a quien quiera ¿No te parece? No quiero a alguien con quien me separe después de un par de meses.
Si iba a seguir adelante con aquella tonterÃa debÃa hacerlo bien al menos.
- En ese caso la situación es más difÃcil y no parece inclinarse demasiado a tu favor. - Fue realista, pero no esperanzador en lo más mÃnimo. - Sobretodo con eso de que los espantas a todos antes de la segunda cita no quiero imaginar el tipo de persona que tendrÃa que ser para que estés bien con ello.
Julia giró la cabeza, dejando de mirar el paisaje a través de la ventana para mirar feo a Allen conduciendo justo a su lado, no lo golpeaba porque podrÃa ocasionar un accidente de tránsito -Y también podrÃa ocasionar su despido-
- Cállate si no me vas a ayudar en absolutamente nada. - Se cruzó de brazos. - Ya te acompañé, ahora debes cumplir con tu palabra y darme el resto del dÃa libre, asà que llévame a casa porque tengo muchas cosas que hacer.
- ¿Te está esperando tu gato?
Julia rodó los ojos, ni siquiera tenÃa mascotas.
- SÃ.
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