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Desde los cuatro años, Alana ha intentado convencerse de que el accidente en que murieron sus padres y su hermano no fue causado por un hombre lobo. Les teme, los odia y jamás podría acabar enamorada de uno, sobre todo porque no existen. Sin embargo, cree haber visto a uno merodeando por la universidad. Damián es el hijo del alfa de la manada Ojos Carmesí y nunca pensó que hallaría a su mate en la universidad, mucho menos que sería una humana, algo que su padre jamás aceptará. El destino los ha unido mientras el miedo, el odio y toda una manada intentarán separarlos, como ya hicieron anteriormente con otros como ellos. El misterio sobre la muerte de los padres de Alana será la puerta de entrada para el horror que les espera y tendrán que luchar para que no se repita la historia. Y proteger a su hijo.
Primera parte: "Los pecados de los padres se repiten en los hijos".
Hace mucho tiempo, el caprichoso sentir de dos amantes desafió al destino y a la diosa luna; un hombre lobo y una mujer humana se enlazaron y de aquella unión prohibida nació una criatura híbrida a la que llamaron Azalea. Ella no halló cabida en la manada. Creció como una paria, sin hogar ni patria, sin encontrar su lugar entre los lobos e imposibilitada de buscarlo entre los humanos. Tenía a su favor el don de la belleza, que acabó convirtiéndose en maldición cuando el alfa de la manada la reclamó como suya. Azalea se negó a entregarse a quien no amaba, él le ofreció un trato: sería libre de irse a donde quisiera si el hijo que tuvieran resultaba ser un híbrido como ella; en cambio, si primaba su mitad bestia y tenían un lobo, allí se quedaría para siempre, como su esclava.
Él no planeaba cumplir su promesa y eliminaría a la criatura híbrida junto con Azalea. Ella tampoco planeaba cumplir y cuando nació su primogénito, un lobo completo, huyó con él al mundo de los humanos.
Su nueva vida incluyó un esposo, un buen hombre que la aceptó a ella, a su cachorro y les dio un hogar. Incluyó sueños, esperanzas, amor y una nueva hija, a la que heredó su mitad humana. Fueron inmensamente felices hasta que los lobos los encontraron. Esa noche llena de horror acabó la historia de la híbrida Azalea y comenzó la de Alana, su hija humana.
Hay dos momentos que marcaron la vida de Alana Valencia y no de buena manera: el primero fue el misterioso accidente en el que murió su familia y el segundo fue conocer a Damián Zóster y, a través de él, entrar en contacto con el mundo de los lobos durante su época universitaria. Tal vez podría mencionarse un tercero, que fue su reencuentro, años después, cuando se desataría una feroz lucha para que ninguno repitiera los pecados de sus padres.
Aquí va la historia del primer encuentro entre Alana y Damián y cómo comenzó su trágica historia de amor.
〜●〜
El grito que dio Alana desgarró su garganta. Fue tan intenso que la despertó y la trajo de regreso a la seguridad de su habitación en los dormitorios de mujeres en el campus. Vivía allí desde que ingresara a la Universidad Saint Roent, hace casi dos años.
-¿Tuviste ese sueño otra vez? -preguntó Ximena, somnolienta y lamentando haberse despertado justo cuando estaba por besar a Marcos Zóster, de las clases de Estadística y Cálculo II.
Ximena no sólo era su compañera de habitación, la pelirroja también era su mejor amiga.
-Sí... -respondió apenas Alana, con el corazón a punto de reventársele bajo la camiseta empapada de sudor.
Esperó unos instantes. Esperó a que las imágenes de pesadilla regresaran a donde vivían los sueños y a que sus piernas estuvieran lo suficientemente firmes y salió de la cama.
Eran las tres con treinta y tres minutos, la hora del diablo. Según las supersticiones, era el momento en que nuestro mundo entraba en contacto con otros planos astrales y los monstruos y demonios podían cruzar libremente y andar entre nosotros.
-No salgas, afuera hay violadores -balbuceó su compañera, rogando para volver a hallar a Zóster cuando pegara la cabeza contra la almohada.
-Hay cosas peores que los violadores. -Alana se puso una chaqueta y salió en pantalón de pijama, segura de que no se encontraría con nadie.
Estaban en época de exámenes y eso hasta los más fiesteros lo respetaban.
Inhaló una gran bocanada de aire frío y bajó los peldaños con sus pantuflas de oveja. Eran un regalo de su abuela, la mujer que la había criado luego de que lo perdiera todo hacía quince años, cuando ella tenía cuatro y fue la única sobreviviente al accidente donde murieron sus padres y su hermano mayor.
El "accidente" comenzaba cuando un hombre lobo se les atravesaba en la carretera y detenía el auto con sus manos monstruosas. Luego de arrancar la puerta del copiloto como si fuera el ala de una mosca, sacaba a su madre de las ropas y la sostenía en el aire. La criatura debía medir el doble de la estatura de la mujer.
"¡Alex, corre!", gritaba ella.
Su hermano Alex, apenas dos años mayor que ella, se liberaba de la silla, la liberaba a ella y corrían, lejos del horror y los gritos de sus padres.
Dos estruendos ensordecedores le entumecían el corazón. Su padre le disparaba a la bestia y lograba liberar a su madre del agarre, pero el lobo se le lanzaba encima y lo despedazaba.
"No mires", le decía su hermano, sin dejar de jalarla por entre los árboles junto a la carretera. Ella no veía nada con tanta oscuridad, pero su hermano parecía conocer el camino. A la luz de la luna, sus ojos habían empezado a refulgir.
Alex la hacía ocultarse dentro de un tronco hueco y cubría la entrada con ramas y hojas. "Iré a ver qué pasó", le decía él. "No salgas, volveré pronto". Ella no salía y él jamás volvía, eso recordaba Alana. No recordaba el auto desbarrancándose y siendo arrastrado por el río del otro lado, con su familia dentro. Tampoco recordaba que alguien la hubiera rescatado del agua, como constaba en el registro de la policía, pero apenas tenía cuatro años. ¿Quién guardaba recuerdos de su vida a los cuatro años? ¿Quién quería recordar lo que ella recordaba?
"No son recuerdos, son pesadillas", le decía su abuela mientras crecía.
"Es la forma en que lidias con la pérdida", le decía su psiquiatra, uno de tantos.
Nadie querría aceptar que su padre, conduciendo en estado de ebriedad, se había salido del camino y ocasionado la muerte de su familia, era más fácil culpar a un monstruo. Los niños saben de monstruos, los encuentran en los rincones oscuros, bajo las camas, en la sombra de la chaqueta sobre la silla, en las carreteras durante las noches de luna llena. La muerte es un monstruo, el destino es otro mucho peor. Que fueran ellos los culpables, porque el hombre lobo que veía en sus sueños y que causaba la muerte de su familia no era más que la personificación de ese monstruo atroz, la metáfora que había creado para el alcoholismo.
El alcoholismo era el monstruo que la había dejado huérfana, no los hombres lobos porque no existían.
Y el alcoholismo tampoco era un monstruo, era una enfermedad.
Y su padre era alcohólico, aunque ella no recordara haberlo visto beber una copa en su vida. Era un hombre enfermo y lo perdonaba.
Sin embargo, ni el perdón, ni las terapias, ni las píldoras que le adormecían hasta el alma, ni las temporadas de internación en la clínica mental, ni las metáforas habían logrado liberarla de la pesadilla. Y cada vez que la soñaba, dudaba.
Dudaba de que fuera sólo una pesadilla, porque también podía ser un recuerdo que pondría todo su mundo de cabeza.
No. No era posible, por eso había salido a la calle, a la noche solitaria y oscura nada más despertar. Ella recorrería cada rincón del campus, los menos iluminados, los más aterradores para convencerse de que no existían los monstruos ni en la hora del diablo. Tal vez tendría que recorrer el mundo entero, pero lo confirmaría y la Alana de cuatro años, que seguía oculta en el tronco desde aquella noche, podría por fin ser libre.
Cruzó la calle y avanzó por el costado de la estatua de Teodore R. López, fundador de la universidad. Rodearía el edificio donde dormían los hombres, pasaría por la arboleda donde se reunían a fumar y se iría a las canchas para dar toda la vuelta por el sendero de la orilla que llevaba a las aulas. Acabaría tan cansada y entumecida por el frío que ni soñar podría.
Iba saliendo de la arboleda cuando se quedó petrificada. Caminando por el medio de la cancha de fútbol había un hombre lobo.
Isabella Crown lo tiene todo: un esposo atractivo y exitoso, un auto último modelo, una carrera en ascenso, la mansión de sus sueños y una hija maravillosa. Sin embargo, su vida perfecta dará un vuelco cuando pierda lo más valioso y no hablo de su mansión. Destruida por la tragedia, con un esposo que no la apoya y desconfiando de la justicia, decidirá buscar la verdad ella misma, aunque acabe perdiendo todo lo que le queda en el proceso, aunque tenga que aliarse con Jacob Swizz, su rival en el trabajo, su cómplice y tal vez algo más. Poco a poco descubrirá que la vida perfecta que tenía no era más que una ilusión. Y nadie estará a salvo. Nada en el mundo es más peligroso que la ira de una mujer que ha perdido a su hija.
Por culpa de su adicción incontrolable, los problemas de Alessa no han hecho más que empezar. Ha perdido su trabajo, a su novio, a su familia, sus amigos y todo porque no puede evitar que el sexo sea el centro de su vida. Ahora, involucrada con su jefe, tendrá que luchar para controlar esos deseos infernales que la poseen y no perderlo todo una vez más. Él está dispuesto a ayudarla, él quiere que la ninfómana sea sólo para él. ¿Podrá conseguirlo? ¿Podrá el amor brotar en un terreno tan herido?
La locura de su abuelo no dejará en paz a Magnus ni después de muerto. Obligarlo a casarse para conservar la fortuna era lo peor que podía hacerle. No, peor es la suciedad, los microbios, las infecciones, el contacto físico con otro ser humano. ¡Las fobias que lo vuelven loco! ¿Cuántas bacterias se traspasan al darse un beso? Magnus no quiere averiguarlo, pero su futura esposa por contrato tendrá otros planes. ¿Podrá Magnus mantener su matrimonio hasta conseguir su herencia si su esposa le parece repugnante?
Segunda parte de "Prisionera de Vlad Sarkov" Una misteriosa mujer ha llegado a trabajar a la mansión Sarkov, y ha levantado las sospechas de Vlad. Él sabe que la perversidad más absoluta puede ocultarse tras una inocente mirada y estará atento a cada uno de sus pasos. No la dejará ir a hasta descubrir lo que planea. No la dejará ir hasta saciarse de ella, y el hambre del demonio parece no tener límites. Al final ¿Quién será el prisionero?
Cuando la joven Samantha Reyes llegó a trabajar como maestra particular del hijo menor de la acaudalada familia Sarkov, jamás imaginó que el excéntrico hermano mayor le hiciera las cosas tan difíciles, hasta el punto de convertirla en su prisionera. Con una deuda creciente y el miedo a ser una más de las mujeres desaparecidas de la vida de su nuevo jefe, Samantha descenderá hasta el infierno privado de Vlad Sarkov, donde la perversión, el placer y el misterio se retuercen en una mezcla enloquecedora. ¿Qué será lo que el misterioso heredero tiene planeado hacer con Samantha? ¿Podrá ella escapar o se dejará seducir por el demonio?
Ella era su propia persona y sabía exactamente lo que quería. Era dueño de todo el maldito asunto y pensó que podía hacer cualquier cosa. Ella tenía algo que él quería pero no sabía. Él tenía lo que ella siempre había soñado, pero no tenía idea de cómo lograrlo. Ella mintió por amor. No perdonó a nadie. Lo odió desde la primera vez que lo vio. Trató de destruirla de todas las formas posibles. Bárbara Novaes nunca imaginó que su apacible vida daría un vuelco de un momento a otro, cuando una petición en su lecho de muerte haría que su principal objetivo fuera entrar en la vida del CEO más conocido del país. Heitor Casanova nunca ha visto a una mujer tan persecutoria e insistente como Bárbara. Pero no se le pasó por la cabeza que no quería lo mismo que todos los demás: "él". El vínculo que los unía los obligaría a vivir bajo el mismo techo, con un único objetivo común: proteger lo que más amaban. ¿Es posible que la ira mutua se convierta en amor? ¿Admitirían los nuevos sentimientos que estaban surgiendo y que no eran capaces de aceptar? Y superarían juntos todos los obstáculos que se crearían para evitar que esta relación sucediera??? Mis primeros enemigos de amantes y CEO juntos!!! que va a hacer??? No sé. Quieres averiguarlo conmigo???
Se suponía que mi matrimonio con Mathias me haría la mujer más feliz del mundo. Aunque sabía que él no me amaba, pensé que se enamoraría de mí una vez que lo colmara de amor. Ya pasaron cinco años y Mathias me trataba como a una cualquiera. Para colmo, conoció a su verdadero amor y cortó todos los lazos conmigo por culpa de ella. Él la presentó a todo el mundo; algo que nunca hizo por mí. Su infidelidad me llevó a la depresión. Me sentía totalmente destrozada. Tristemente, incluso en mi lecho de muerte, mi supuesto marido nunca apareció. Cuando volví a abrir los ojos, sabía que el destino me había dado una segunda oportunidad. Yo todavía era la esposa de Mathias y pasamos dos meses antes de que conociera a su verdadero amor. En esta vida, me negué a que él volviera a lastimarme. Consciente del gran error de mi antigua yo, le pedí el divorcio. Mathias rompió los papeles del divorcio una y otra vez y al mismo tiempo me encerró. "¡Rylie, deja de hacer estupideces! ¡Hacerte la difícil no me funciona!". Para demostrarle que hablaba muy en serio, seguí adelante y solicité a la justicia. Finalmente entró en pánico. Abandonó a la "mujer de sus sueños" y se arrastró a mi lado. "Por favor, dame una segunda oportunidad, Rylie. Te prometo amarte con todo mi corazón. Serás la única mujer en mi corazón de ahora en adelante. No me dejes, ¿de acuerdo?". Una guerra estalló en mi mente. Por un lado, no quería que me hicieran daño otra vez. Pero, por otro lado, no quería dejar ir al hombre que amaba tanto. ¡¿Qué debo hacer?!
Acusada de asesinato, la madre de Sylvia Todd fue considerada una traidora por toda la manada, condenando a Sylvia a vivir el resto de su vida sola y humillada como una humilde esclava. Lo único que quería la chica era demostrar la inocencia de su madre de alguna manera, pero el destino nunca parecía estar de su lado. A pesar de todo, Sylvia nunca perdió la esperanza. Como el futuro rey licántropo de todos los hombres lobo, Rufus Duncan poseía un gran poder y estatus, pero tenía una inexplicable reputación de ser cruel, sanguinario y despiadado. Sin que todo el mundo lo supiera, había sido maldecido hacía mucho tiempo y se veía obligado a transformarse en un monstruo asesino cada luna llena. Aunque el destino no siempre favorecía a los dos, unió a Sylvia y Rufus como pareja predestinada. ¿Se hará justicia para la madre de Sylvia? ¿Podrán ella y Rufus desafiar todas las normas sociales y permanecer juntos? ¿Tendrán estas dos almas desafortunadas un final feliz?
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