Elizabeth Jones, una hija ilegítima desafortunada que ha tenido que pagar por los pecados de su madre, se ve encerrada en el calvario que le ha impuesto la familia Jones, hasta el punto de dañarla mental y físicamente. Sin embargo, de un momento a otro llega Callum Winston a su vida asegurando de que ella es de su propiedad, y hace todo lo posible para que por medio de un contrato, ella logre ser su esposa. Pero, ¿Quien es ese hombre misterioso que la quiere a su lado a toda costa, sin importar que ella asegure no conocerlo?.
En esa mesa estaban esos dos hombres, uno lleno de codicia y sediento de poder, y el otro con ganas de comerse al mundo, buscando en cada rincón lo que ha perdido, algo valioso que ha estado buscando durante mucho tiempo que, por cosas del destino, el cual estaba en su contra, perdió.
-Usted tiene algo que es mío, señor Jones -empezó Callum, con una mirada penetrante e indiferente -y yo tengo algo que usted necesita.
-Hmm -Enzo frotó su barbilla con una mirada de sumo interés -¿Puedo saber qué es lo que tengo yo que le pertenece?.
-Primero dígame si en verdad desea firmar el contrato con nuestra empresa -demandó, uniendo ambas manos en una sola sobre la mesa.
-Sabe cual es mi respuesta, señor Winston -Enzo sonrió con arrogancia -si tengo algo que usted desea, y puedo dárselo, haremos un buen acuerdo. Ambos nos beneficiamos.
-Veo que es usted un hombre de negocios, interesante...-Callum lo miró con neutralidad.
-¿Y bien? Dígame qué es lo que desea de este humilde hombre.
-Seré claro. La razón por la que me interesé en su empresa, es porque usted tiene lo que yo necesito, nada más por eso, ¿Está dispuesto a darme lo que quiero a cambio de ese importante y beneficioso contrato, aunque lo que le pida sea parte de su familia?.
Enzo pensó por un momento, él es solo dueño de una mini empresa de cosméticos, no tendría nada de valor para ofrecerle al hombre más destacado en el mundo de la moda, Callum Winston. Cualquiera que escuche su nombre, sabe que es el CEO de la empresa Styles Golden, una de de las compañías más importantes de la ciudad de Nueva York, y nombrado como el rey de la moda.
Pero...la duda es, ¿Que es lo que no ha podido obtener ese poderoso hombre y que busca con tanto desespero? Además, ¿Puede Enzo Jones, un cordero delante de un león, tener ese "algo" que busca Callum?.
Por la firmeza de Callum, y la seguridad que tiene en sus palabras, se puede decir que, Enzo si tiene lo que él busca, y está dispuesto a hacer todo lo que esté en sus manos para recuperarlo. Además, esta es la oportunidad de oro para un hombre codicioso como Enzo.
-Estoy dispuesto, señor Winston, no hay nada que pensar -afirmó Enzo, con mucha firmeza y seguridad.
Esta oportunidad de oro no la podía desperdiciar, su pequeña empresa crecería mucho más si cerraba ese contrato con los Winston.
-Bien, entonces.
Callum, con una seña, hizo que su asistente se acercara a la mesa con un portafolio.
-Quiero a una de sus hijas...
* * *
Elizabeth estaba en ese oscuro lugar resistiendo el dolor de su cuerpo, y el tenaz frío que congelaba sus huesos. Sus labios estaban pálidos, su cuerpo delgado, el cabello hecho jirones, y lo que llevaba puesto era un vestido viejo y roto que no la podía proteger del frío desgarrador.
Pero ya estaba acostumbrada, solo era un día más de tantos de los que le falta, tal vez toda su vida estará encarcelada en ese frío agujero.
Sin embargo, a lo que ella no estaba acoplada todavía, era al dolor de su corazón, viendo como el hombre del que se enamoró con solo verlo de vez en cuando a escondidas, se besa con su hermana.
Si, Elizabeth Jones, quién ha llevado una vida miserable por muchos años, se enamoró de un hombre que ni siquiera sería capaz de mirarla por sobre su hermana, que es mucho más bella, y seductora, en comparación con un simple chica, hija de una criada rompe hogares.
-No me digas, ¿Estás llorando? -la voz chillona de Lorna, hizo que Elizabeth se asustara-nos viste, ¿No es así?.
Elizabeth guardó silencio, y lentamente secó sus lágrimas para no verse más patética de lo que ya se siente.
-...¿No piensas decir nada, mugrosa?.
Nuevamente Elizabeth guardó silencio.
Como hija de una criada, la tratan como criada, así que cuando estaba haciendo sus labores, se dio cuenta de que Axel, un doctor muy importante amigo de la familia, había llegado a la mansión Jones, se escondió para verlo de cerca, ya que es de la persona de la cual se enamoró.
Sin embargo, no se esperó que Lorna estuviera con él en el jardín, besándose, ahí fue cuando su corazón se terminó de hacer añicos. Aunque ella tenía claro que Axel iba a la mansión por Lorna, tenía tan si quiera un poco de esperanzas en su corazón que tal vez en algún momento él pudiera notarla. Pero esa esperanza se desvaneció al ver esa escena.
E aquí el punto importante, Lorna no está enamorada de Axel, simplemente quiso tener en sus manos al hombre que le gusta a Elizabeth, y así hacerla mucho más miserable. Ella sabe que su hermana gustaba de Axel porque, un día encontró retratos de él hechos a lápiz, en el ático donde duerme Elizabeth. Obviamente no iba a desaprovechar esa oportunidad de robarle a su amor.
-Vete -masculló por fin Elizabeth.
-¿Como te atreves a echarme? -Lorna la tomó fuerte del cabello, otra vez, no es la primera vez que lo hace -. ¿Acaso olvidas que hasta este sucio lugar donde duermes nos pertenece?.
-P-por favor -Elizabeth hizo mueca de dolor, incluso en su cuero cabelludo tiene un dolor desgarrador por tantas veces que Lorna la toma del cabello con violencia.
-¿Pensaste que Axel se fijaría en ti? -cuestionó, apretando el agarre -. Ahora él es mío, nunca se fijará en ti, teniendo a alguien como yo, que soy mucho mejor que tú. Él me adora, y tienes que vivir con eso.
Lorna Jones, una chica arrogante y prepotente, pero hermosa. Ante las demás personas es vista como una chica dulce, y cariñosa, pero en realidad, es una persona malvada que hace de la vida de Elizabeth un infierno, y todo lo poco que tenga ella, se lo arrebata.
-Por favor...-suplicó Elizabeth de nuevo -basta...
Lorna la soltó del cabello abruptamente, sonriendo con satisfacción, otra vez es la ganadora delante de una perdedora. Pero en realidad, esa perdedora nunca ha tenido nada que perder.
-Puedes verlo de lejos, pero a mi lado -señaló Lorna, con un dejo de indiferencia -. Tal vez debería pensar en casarme con Axel, simplemente para verte llorar como una estúpida por él.
Y concluyendo con esas palabras hirientes, salió del ático dando un portazo.
Elizabeth empezó a llorar de nuevo, como todas las noches en que se acuerda de Axel, y que él ama a Lorna. Otra vez no le queda nada, lo único que tenía eran esperanzas, pero Lorna se las arrebató.
Respiró hondo, y limpió sus lágrimas evitando que no salgan más, de todas formas ese hombre no era para ella, ya tenía dueña desde el principio, no queda nada más que soportar como siempre, si ella no soporta, nadie más lo hará por ella.
Se deshizo de los retratos que había hecho de Axel, los hizo pedazos uno por uno, siempre que pensaba en él, lo dibujaba, pero ya no era necesario, ya no tenía por qué tener esa esperanza vacía que sabía que no tendría futuro.
¿Quién es en realidad Elizabeth Jones?.
Una hija ilegítima que su único pecado fue nacer. Su madre Marcela, era una criada de la familia Jones, pero cometió un grave error, enamorarse de Enzo Jones, su jefe.
Los dos entraron en un romance secreto, Enzo se enamoró profundamente de su empleada, incluso la quería más que a su propia esposa. Pero cuando Lucrecia se enteró de que su esposo le era infiel con la criada, la echó de la casa sin contemplación, sin embargo, decidió seguir con su matrimonio a pesar de la infidelidad.
Pero, hubo una semilla de ese profundo amor que se desarrolló entre Enzo y Marcela, ella quedó embarazada. Decidió contárselo a Enzo, y este obviamente estaba feliz porque la mujer que amaba le daría a un hijo, no le importaba si ya tenía otros dos con su esposa, la mujer que amaba en verdad era Marcela.
Ambos nuevamente se amaron en secreto sin importar las consecuencias, sin embargo, el día del parto, fue la última vez que Enzo pudo ver a Marcela, ella "murió después del parto", nació una pequeña niña, pero a cambio, perdió a su amor.
Enzo no quería a su hija, la despreciaba porque en su mente creció la idea de que si esa bebé no hubiera nacido, Marcela no hubiese muerto. Entonces desde ahí, Elizabeth fue odiada por su padre.
Como su padre no tuvo con quién dejarla al cuidado, decidió llevarla a la mansión Jones, corría el riesgo de que su familia se dividiera ya que iba a llevar a la hija de su amante.
Pero lo que no se esperó Enzo, es que su esposa Lucrecia aceptara en su casa a esa niña sin protestar, obviamente no la crió ella, ni siquiera la trató como a una hija legítima a comparación de sus otros dos hijos, la criada fue quien se hizo cargo de la pequeña.
El objetivo de la cruel Lucrecia era hacer pagar a esa pequeña criatura, los errores de su difunta madre por meterse con su esposo, solo con ese fin la aceptó.
Le dieron educación, pero no privilegios, era solo como una criada más de la casa, solo Lorna y Louise, hermanos de Elizabeth, eran los legítimos privilegiados. Ella fue creciendo bajo maltratos verbales y físicos desde que era una niña, por parte de sus hermanastros y madrastra, su propio padre lo permitía ya que, no había afecto en su corazón.
Actualmente Elizabeth tiene diecinueve años de edad, la menor de los hermanos Jones y la desgracia de la familia. La tienen viviendo en el ático, excluida de todo, tratada peor que a una esclava.
No se le permite salir a ningún lado, excepto la mansión, pero tiene lugares totalmente prohibidos, como el jardín, las habitaciones de sus hermanos y de sus padres, entre otras. Simplemente hace limpieza, y recorre la zona de la servidumbre, pero muchas veces se escondía para ver a su amado Axel, el cual nunca la notó.
Ella es Elizabeth, una chica que la vida ha tratado injustamente solo por el simple hecho de nacer. Está pagando por lo errores de su madre, y recibiendo la crueldad de los Jones que son como una cadena a su cuello que intenta ahogarla.
Yo solía ser una campesina que residía en una vieja cabaña en Bristol, antes de que aquel hombre me llevara consigo para convertirme en su esposa. No entendía por qué me había elegido, una simple campesina sin conocimientos de lectura o escritura, pero me sentía afortunada, aunque mi mayor error fue confiar en él debido a mi ignorancia, incluso llegué a enamorarme de Benjamín Worsley, lo cual resultó ser mi sentencia de muerte, literalmente. Lo más extraño de todo fue que después de la boda, ese cariño que él me demostraba desapareció. El verdadero Benjamín mostró su lado más frío, ni siquiera me tocó en nuestra primera noche juntos, ni en las siguientes. Poco después, comenzó mi verdadero tormento. Benjamín trajo a una mujer al castillo Worsley, y supe por las sirvientas, que me odiaban, que era su ex prometida. Para empeorar las cosas, ella afirmaba estar embarazada de él, y Benjamín no lo negó. Viví bajo el mismo techo que su amante, pero a diferencia de ella, yo no tenía libertad. El castillo era como una prisión, y casarme con ese monstruo resultó ser un infierno. Cosas extrañas empezaron a suceder; mi esposo y su familia eran personas extrañas, y nunca debí haber descubierto el secreto que guardaba esa familia, ni por qué se casó conmigo en primer lugar. El propósito era espeluznante, al igual que él. Sobre todo: NUNCA DEBÍ CASARME CON EL MONSTRUO.
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