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n designio inesperado, es una cautivadora historia contemporánea que sigue la apasionada y prohibida relación entre Mathew Sullivan, un exitoso CEO, y Jenna Madison, una joven diseñadora de interiores. Ambos se encuentran atraídos magnéticamente el uno al otro, pero su amor se ve amenazado por un secreto oscuro y peligroso. Mathew, durante las noches de luna llena, se transforma en un hombre lobo, ocultando esta parte de su vida a Jenna para protegerla. A pesar de sus esfuerzos por mantener su identidad en secreto, los desafíos y los enredos pasionales comienzan a entrelazarse en su relación. En medio de un torbellino de emociones, los amantes se ven obligados a enfrentar una serie de obstáculos. Los cazadores de hombres lobo, que han estado acechando a Mathew , se acercan cada vez más a descubrir su verdadera naturaleza, amenazando con separarlos de manera violenta. Jenna, por su parte, lucha con la revelación del secreto de Mathew y se debate entre el miedo y la lealtad hacia el hombre que ama. La intensidad del amor que comparten es contrarrestada por los constantes giros dramáticos en la trama. Los encuentros furtivos y los momentos de pasión son contrapuestos por el riesgo constante de ser descubiertos. La relación prohibida entre Mathew y Jenna se vuelve una montaña rusa de emociones, donde la confianza, el deseo y el peligro convergen.
Después de un ciclo lunar completo, 29 días habían transcurrido, y la luna llena brillaba con todo su esplendor en el cielo. En un elegante ático de la ciudad de Nueva York, Mathew Sullivan, un hombre imponente y enigmático, se sumerge en la transformación que lo convierte en un poderoso hombre lobo. Desesperadamente, siente cómo su cuerpo se convierte en el de una feroz criatura, sus aullidos se intensifican y el aire a su alrededor adquiere una densa aura.
Al convertirse en lobo, sus instintos más primitivos salen completamente descontrolados. Con un salto, aterriza en un oscuro callejón y comienza a caminar decididamente, guiado por su agudo olfato que le indica la cercanía de seres humanos.
Su oído perceptivo detecta pasos ligeros en la calle de abajo. Intrigado, se acerca sigilosamente a la fuente del ruido y se encuentra con Jenna y su amiga, caminando en la oscuridad.
-¡No puedo creer lo que me estás diciendo! ¡Te felicito, Jenna, ya era hora de que obtuvieras ese puesto! -, exclamó su amiga.
-Gracias, cariño. Llevaba mucho tiempo sin empleo, y las obligaciones no esperan-, responde Jenna mientras abraza a su amiga, continuando su camino hacia su pequeño apartamento.
De repente, frente a ellas aparece una horrible criatura de color gris oscuro, con afilados dientes, pelaje erizado y un tamaño que parece sobrenatural.
-¡Ah! -, grita Yulieth, la amiga de Jenna, y se refugia en los brazos de su amiga.
-¿Qué es esto que tenemos aquí? -, se pregunta Jenna, sorprendida, pero a diferencia de su amiga, no siente miedo ante la oscura criatura. Por el contrario, siente un inmenso deseo de acercarse a ella.
-Jenna... este animal nos va a devorar, debemos correr...-, balbucea Yulieth temblando de miedo, mientras el lobo se acerca sigilosamente, atraído por la esencia que emana de Jenna.
-Tranquila, si corremos, puede ser peor. Mejor quedémonos quietas-, dice Jenna apretando la mano de su amiga, tratando de calmarla.
Los ojos de Mathew brillan con una mezcla de deseo y peligro mientras observa a Jenna. Los latidos de su corazón resuenan en sus oídos de lobo, inexplicablemente sintiendo un profundo anhelo de acercarse más. A medida que la luna ilumina su figura, la irresistible atracción se hace evidente.
Para los lobos, encontrar a su -luna- es algo completamente inexplicable, puede ocurrir en cualquier momento y lugar.
En un impulso irrefrenable, Mathew se acerca a ellas y comienza a rozar su enorme nariz contra la piel de Jenna. Aunque nerviosa, ella extrañamente no siente miedo. Es como si tuviera una conexión especial con el animal. Jenna extiende su mano y acaricia suavemente su cabeza, las caricias empiezan a calmar al salvaje lobo que tienen frente a ellas, como si lo conociera desde siempre. En unos segundos, una especie de magia envuelve a Jenna por completo.
Los latidos de sus corazones se sincronizan a un ritmo acelerado, como si estuvieran bailando al compás de una melodía secreta que solo ellos dos pueden escuchar.
Mathew se siente vulnerable ante la presencia de Jenna, nunca había sentido esto con ninguna otra mujer. Ha encontrado a su -luna-, aunque en ese momento aún no lo sabe.
-¡Por allí! ¡Atrapen a ese maldito lobo! - Una voz grave de un hombre interrumpió el momento. Varios hombres se aproximaron acechando al lobo, armados y dispuestos a atacar. Mathew empujó a las mujeres hacia el fondo del callejón para protegerlas y enfrentó con valentía a sus atacantes.
Jenna y Yulieth salieron corriendo en dirección opuesta sin mirar atrás. Los nervios y la extrañeza del encuentro las impulsaron a correr sin descanso. A medida que se alejaban, solo podían escuchar los feroces aullidos del lobo mientras luchaba contra sus enemigos.
Después de unas tres cuadras, exhaustas y sin poder correr más, Yulieth tomó el brazo de su amiga y la detuvo. Con ansiedad, le preguntó: -¿Qué fue todo eso? Dime, ¿qué fue eso? Debe haber sido una broma, ¿verdad? -
-No, no fue una broma. Fue real. No sé qué criatura era, pero definitivamente no era un animal común. Parecía un lobo, pero gigante y erguido en dos patas. Fue terrible-, respondió Jenna, tratando de recobrar el aliento y sin poder entender del todo lo ocurrido.
-Se rumorea que existen hombres lobo en la ciudad. Además, hoy es luna llena, Jen. Creo que eso era un hombre lobo-, sugirió Yulieth.
Jenna se sentó en una silla de la acera y soltó una fuerte carcajada. -¿Qué tonterías estás diciendo? Hombres lobo en estos tiempos, ¡por favor! Debe haber sido algún animal salvaje que escapó de un circo o un zoológico, quién sabe. Pero, afortunadamente, supongo que ya está adiestrado-, comentó, sin poder creer la intensa conexión que había sentido con el animal. Era como si un frenético sentimiento se hubiera apoderado de su corazón.
-Tienes razón. No creo que los hombres lobo existan. Debemos irnos. Casi es medianoche y mañana es tu primer día de trabajo en esa importante empresa. Esto fue una locura-, acotó Yulieth.
Ambas rieron nerviosamente, incapaces de creer lo que habían presenciado. La idea de que se tratara de un hombre lobo estaba fuera de su alcance.
Mientras tanto, Mathew había logrado evadir a sus perseguidores, huyendo hacia un espeso bosque a las afueras de la ciudad. Allí, podía cazar sin temor y ser libre. Le quedaban pocas horas antes del amanecer para volver a su forma humana. Por suerte, en Nueva York, solo había dos noches de luna llena al mes, dos días sombríos en los que debía esconderse del mundo para no hacer daño a nadie con su condición secreta, adquirida desde su infancia de manera inexplicable.
Esa noche, mientras esperaba el retorno a su forma humana, la imagen de Jenna no dejaba de ocupar su mente. Aunque desconocía cómo funcionaba el amor para un hombre lobo como él, era consciente del fuerte sentimiento que había surgido en su corazón al ver a Jenna. Desde aquel encuentro, la protegería como si fuera su luna.
Mientras tanto, Jenna llegó a su departamento acompañada de su amiga Yulieth. Junto a ellas, su novio Jean, a quien adoraba más que nada en el mundo. Tres años de relación les habían enseñado que eran el gran amor de sus vidas.
Insistió varias veces llamando al teléfono, pero la voz de su novio no contestó. Sin embargo, en el fondo se escuchaba algo extraño. -Sí, Jean, me encantas... ¡ah! ¡ah! - Jenna sintió cómo el mundo se derrumbaba a sus pies al reconocer los gemidos de una mujer. Jean le estaba siendo infiel.
Se derrumbó sobre su cama, sintiendo un dolor inmenso en su corazón. Tomó el teléfono nuevamente y llamó a Yulieth, desesperada.
-Isa, ¿estás bien? -, preguntó Yulieth preocupada.
-No, no estoy bien. Jean me está siendo infiel-, sollozó Jenna, desgarrada por la pérdida de su amor.
-Te lo advertí, ese tipo es un miserable. No llores, mañana es tu primer día de trabajo y necesitas el empleo. Sabes que no tienes ni para comer, por favor, no llores más-, intentó consolarla Yulieth.
-No puedo evitar sentirme así. Ahora no sé qué hacer con mi vida. No puedo vivir sin Jean, él me ayudaba con mis gastos. ¡Oh, Dios mío! -, expresó Jenna, devastada. A pesar de las palabras de su amiga, no pudo contener el llanto. Finalmente, el cansancio y la tristeza la vencieron, y se quedó dormida con el corazón roto.
Durante esa noche, sus pensamientos y sentimientos no dejaron de dar vueltas en su mente y corazón. Deseaba con todas sus fuerzas que la bestia que había encontrado en el callejón la hubiera devorado.
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