Me pase cinco años teniendo la misma rutina, me levantaba, me bañaba, me cambiaba, iba al trabajo y gastaba todas mis energías para cocinarle a las personas mas ricas y falsas de mundo para despues volver a casa, comprarme una hamburguesa como todas las noches y ahogarme en alcohol y depresión hasta que quedar inconsciente hasta el otro día y entonces volvía a repetir esa acción todos los días sin excepciones, al menos hasta que mi desaparecido padre me secuestro para hacer que me casara con el hijo de su socio o eso creía yo. Después de eso toda en mi vida cambio de una manera no muy grata, al menos hasta que llego él a dar vuelta mi traumática existencia.
Estaba en mi oficina escribiendo una lista de los siguientes platillos que serviríamos el resto de la semana cuando Freddie, mi sous chef, entro para decirme que unos comensales querían felicitarme por mi comida.
-¿No puede ir alguien mas?- pregunte sin ganas y recostándome contra la silla-
-No, quieren a la mujer que gano su cuarta estrella Michelin querida y esa...eres tu-
-Necesito vacaciones de todos esos idiotas- comente poniéndome de pie-
-Creí que buscarías tu quinta estrella-
-Voy a buscar mi quinta estrella en alcoholismo si sigo así-
-Si tu madre te escucha te va a dar un chanclaso dulzura-
Mientras caminaba a través de la cocina recordé la primera vez que le cocine a mi mama, su critica fue devastadora. "Le falta sal, demasiados condimentos, sobre cociste la carne, y las papas están demasiado duras, parece suela de zapato no papas al horno", tenia diecisiete años y quería tirarme de un puente. Lo bueno es que con el tiempo mejore, me volví muy buena en mi trabajo ganando algunos premios en el camino, pero aun así para mi mama jamás es suficiente.
Al salir varios comensales voltearon a verme, la primer mujer de veintisiete años en ganar cuatro estrellas Michelin en un periodo de cinco años, eso si era un logro. Uno que no soportaba que me estén recordando a diario. Antes de llegar a la mesa me di cuenta de que Marie estaba sentada en la mesa a la que me dirigía. Marie era la hija legitima de mi padre biológico Elliot Richard Ellis, mas conocido como "El fantasma", el tipo era un mafioso con todas las letras. Y ella, bueno, ella era buena, al menos conmigo a pesar de todo. Los hijos biológicos de Elliot siempre ha sabido de mi existencia y yo de las suyas desde que tenia quince años aunque ninguno quería tener que ver con el otro, al menos lo repito, de mi parte, estaba feliz de no ser involucrada en esa familia y que la gente no supiera que Elliot era mi padre biológico.
-Como lo solicitaron nuestra galardonada chef, la señorita Fernández- dijo Freddie lanzándome a los lobos-
"Me las vas a pagar rubio maldito", pensé mientras se formaba una sonrisa en mi boca.
-Buenas noches- los salude cortésmente-
Por poco y me trago mis palabras al ver a Elliot sentado frente a su hija. ¿Porque?, si venia tan bien evitándolos a todos. El levanto su vista para mirarme y una pizca de emoción cruzo por su ojos mas no de los míos, sentía que se me iba a salir corazón por la boca así que tuve que esforzarme para que no se notara que quería salir corriendo.
-Chef Fernández, felicitaciones por su carta estrella- comento el hombre a su lado-
¿De donde lo tengo visto?.
-Muchas gracias-
-Me imagino que ya esta en carrera para ir por la quinta, ¿No?-
-Estaba pensando en tomarme un tiempo lejos de la cocina, quiero llevar a mis padres de vacaciones y probar comidas nuevas y ver que es lo nuevo de hoy en día- le respondí con una sonrisa- Pero quien sabe, quizás cuando vuelta, esa quinta estrella será pan comido-
-Esa es la actitud jovencita. Por cierto este Bouillabaise esta a otro nivel-
-La mantequilla, el ajo y el perejil hacen milagros- sonreí-
Todos en la mesa soltaron una pequeña risa ante mi estúpida broma y quería decirles que veían estúpidos con esas sonrisas falsas.
Me dieron charla por unos minutos mas hasta que Freddie me salvo diciendo que me necesitaban en la cocina así que me despedí y volví a la cocina.
-Ya no los soporto-
-¿Sus risas falsas?-
-Si. Se ven tan idiotas-
Dos horas mas tarde, despues de acomodar todo y dejar todo listo para el otro día, cerramos el restaurante, mientras me dirigía hacía mi casa sentía como mi estomago trataba de comerse algún órgano, me gustaba cocinar comidas extravagantes mas no comerlas, no las toleraba así que al llegar a casa antes de siquiera pensar en entrar al edificio me cruce en frente, Joy Joy era un puesto de hamburguesas, no muy grande a decir verdad, parecía mas un carrito de hot dogs, pero sus hamburguesas me recordaban mucho a las que hacia mi abuela por lo que cada día al salir del trabajo pasaba a comprarle tres o cuatro.
-¡Joy Joy!- lo salude mientras cruzaba la calle-
-Estrellita...¿Tienes hambre?-
-Demasiada-
Joy me llamaba estrellita desde hacia cinco años, cuando me mude a este edificio. Cuando recién me mude a los únicos a los que les hablaba eran a mis padres y algún que otro compañero de trabajo como Freddie que con el tiempo se convirtió en mi sous chef.
Con el pasar del tiempo Joy seguía sin creer que una ganadora de estrellas Michelin le gustaran tanto sus hamburguesas a pesar de eran tan...normales según el.
-Tenias razón con la nueva receta del pan. Se vendieron muy rápido-
-Te lo dije. El brioche para hamburguesas es infalible-
-¿Como te fue hoy?-
El olor a la carne cociéndose hacia que se me hiciera agua la boca y el olor a cebolla caramelizándose era la gloria.
-Tuve que salir con una sonrisa a saludar a un montón de ricos estúpidos y escucharlos reírse con algunas bromas sin una pizca de sentido. Te juro que cada vez los soporto menos-
Me senté en uno de los asientos que tenia para sus clientes y apoye mis codos en el sobresaliente para ver como se cocinaba la comida.
-Me puedo imaginar tu cara- se burlo-
Se quedo callado un instante mientras cortaba finas rodajas de tomate.
-Sigo sin entender porque te gustan tanto estas hamburguesas, estoy seguro que puedes comer muchísimo mejor en tu restauran...- su voz se corto así que procedí a explicarle-
-Me recuerdan a mi abuela, ¿Sabes?, creo que te lo mencione alguna que otra vez pero, el olor y el sabor se parecen muchísimo. Mi abuela, la ultima ves que estuvo lucida pidió comer hamburguesas, ella dijo, "Me estoy muriendo carajo, solo déjenme ser feliz una ultima vez, quiero comer hamburguesas y despues morirme en paz, por amor de dios", nos grito como si fuese una niña pequeña, mi mama se resistió pero al final accedió y le preparo las hamburguesas que ella quería, con su ayuda obviamente. La vi comerse dos hamburguesas con una enorme sonrisa mientras me contaba cuan feliz se sentía. Al otro día a la mañana cuando mi mama fue a darle su medicación estaba muerta y en su cara tenia una sonrisa. Así que Joy tus hamburguesas para son las mejores porque me recuerdan a mi abuela, a su sonrisa, a su amor por la comida- le explique limpiándome una lagrima-
Joy me miraba con una sonrisa tímida y sus ojos viajaban desde mi hasta detrás de mi, como si me estuviera advirtiendo algo. Unos minutos despues las cuatro hamburguesas estaban listas así que las pedí para llevar excepto una que fue la que me estaba comiendo. Despues de despedirme de el, me gire para volver a cruzar la calle, ahí fue cuando me di cuenta el porque Joy estaba tan nervioso.
Elliot me miraba apoyado en su auto con las manos en sus bolsillos, era la primera vez en toda mi vida que lo veía dos veces en una noche y mas fuera del restaurante. Obviamente pase por detrás de su auto ignorándolo por completo mientras comía. Antes de llegar a la puerta del edificio su gigantesco guardaespaldas se puso delante de mi impidiéndome el paso.
-Disculpe pero esta impidiendo que entre a mi casa-
-Bren...por favor. Solo serán unos minutos-
El gigante parado delante de mi era Roth, un enorme tipo ruso al que veía en cada cumpleaños ya que era el quien me traía las tortas de cumpleaños, las cuales nunca habia probado ni una sola porción ya que las usaba para venderlas y así pagar los servicios vencidos o para comer ya que con mi mama y mi abuela no teníamos muchos recursos.
-Tuve un día de mierda y lo único que quiero es comer, bañarme e irme a dormir así que muévete- le pedí tratando de pasar por su costado-
Algo que claramente no sirvió ya que el tipo media igual que la puta puerta. Suspire molesta y me gire para quedar en medio de la vereda viendo como el chofer me abría la puerta del auto para que entrara. Estaba a punto de poner un pie dentro cuando comenzó a sonar mi teléfono, era mi mama.
-Mama-
Al contestarle se escuchaba el ruido de una ambulancia de fondo y podía escucharla llorar así que puse el teléfono en altavoz.
-¿Mama?-
-¿Hija?-
-Ma, ¿Que paso, que es todo ese ruido?-
Entre en pánico y termine mirando hacia todos lados en busca de un taxi.
-Tu papa...- podía escuchar su temblorosa voz ahogada en lagrimas-...tuvo un infarto y lo están llevando al hospital-
-¿Un infarto?, ¿A que hospital?-
-El hospital general, estamos a cinco minutos-
Me colgó y el pánico se apodero de mi. Respire hondo varias veces hasta que empecé a caminar hacia la calle principal para tomarme un taxi y en eso siento unos enormes brazos levantándome en el aire.
-¡Quítame las manos de encima mi papa esta de camino al hospital!- le grite tratando de soltarme-
-Nosotros te llevamos. Solo sube al auto- aseguro Roth dejándome en el piso-
Pase por su lado y sin pensarlo me subí al auto. En el viaje ninguno dijo nada. Yo no tenia ganas de hablar y lo único que hacia era apretar las bolsas que tenia en mis manos con fuerza y miraba hacia adelante de vez en cuando para ver si faltaba mucho para llegar.
-Felicidades por tu cuarta estrella- me felicito Roth tratando de romper el silencio-
-Me importan una mierda esas estúpidas estrellas- afirme mirando por la ventana-
-Son muestra de la dedicación que le pones a tu trabajo-
-No necesito que nadie me de una palmada en la espalda y que me diga que lo estoy haciendo bien. De las únicas personas que valoro su opinión son mi Mama y mi Papa, y ahora mismo mi Papa esta siendo trasladado al hospital, ¿Crees que me importa esas estúpidas estrellas?-
-El va a estar bien- aseguro-
-Mas le vale, me prometió que iba a vivir hasta los cien años- le dije dejando escapar algunas lagrimas-
-¿Cien años?-
-Si, cien años. Me lo prometió cuando murió mi abuela-
Metí la bolsa de las hamburguesas en mi bolsa de cuchillos al ver que ya casi estábamos cerca del hospital. Tenia mi pequeño bolso colgado en la espalda y al ver que el auto se estaciono lo sujete con fuerza soltando la bolsa de los cuchillos, un instante despues puede ver como bajan a mi papa de la ambulancia.
-Papi...-
Abrí la puerta de golpe y salí lo mas rápido que pude para luego corre hacia la camilla.
-¡Pa...Papa!- grite llorando al ver como trataban de hacerle RCP-
Mi mama me abrazo y ambas entramos llorando al hospital.
El hospital parecía un hormiguero, habia tanta cantidad de gente que la espera se hizo eterna, a penas entramos a mi papa se lo llevaron para realizarle algunos estudios, un rato despues del RCP notaron que tenia una pequeña hemorragia en su costado así que lo subieron para una cirugía.
Las horas se hicieron eternas, parecía que nos lo hacían apropósito, como si les gustara hacernos sufrir. Estábamos sentadas en el piso una abrazada a la otra cuando me di cuenta de que Elliot estaba parado a metros de nosotras junto a Roth así que me pare y camine hasta ellos.
-¿Que quieren?- les pregunte entre dientes tratando de no hacer un escandalo ya que el momento no era el adecuado para esas cosas-
-Ver como estabas-
Estas vez fue Elliot quien me respondió. Admito que estaba sorprendida pero aun así mi rencor contra el era mucho mas grande.
-¿Como crees que estoy?, ¿Mmm?. Quiero que se vallan y desaparezcan de mi vida, quiero que desaparezcas de mi vida, deja de seguirme, deja de enviar a tus hombres a seguirme. Déjame en paz-
-Sabes que no puedo hacer eso-
-Pues busca la manera porque me estoy hartando de esta mierda, estoy harta de ti y de tus estúpidos hijos, llevo aguantándolos todas las malditas noches los últimos cinco años. ¡Salgan de mi maldita vida de una vez!- finalice antes de volver con mi mama-
La mirada de mi mama hacia el era de puro odio, ¿Y como no?, si la dejo la embarazada y tuvo que cuidarse la espalda desde mucho antes de mi nacimiento. Ambas lo odiábamos pero aun así el no se alejaba, al menos de mi.
Unas horas despues nos dijeron que ya podíamos pasar a verlo pero solo unos minutos porque estaría en terapia intensiva durante un tiempo. Ambas entramos y sentí como si me estuvieran apretando el corazón con tal fuerza impidiendo que pudiera respirar con facilidad. Verlo conectado a tantos cables y ver esa enorme gasa en su pecho me estaba matando, mi mama se acerco a el primero para hablarle al oído y cuando termino beso su cabeza para despues decirme a mi que hablara con el. Con cuidado tome su mano y me acerque a su oído.
-Papi te amo. Te amo mucho...por favor, tienes que ponerte bien, por favor. Recuerda que me prometiste que vivirías hasta los cien años, todavía te faltan mucho así que por favor, tienes que ponerte bien- bese su cabeza con firmeza mientras acariciaba su mano- Te amo mucho-
El medico nos dijo que tardaría varios días en despertar pero que cuando lo haga recién ahí podrán evaluaran los daños reales de la reanimación y las consecuencias que puede llegar a tener. Nos dijo que no valía la pena que nos quedáramos a esperar porque no íbamos a poder hacer nada, nos dijo que era mejor que nos vallamos a casa a descansar y a recuperar fuerzas porque las íbamos a necesitar.
Al salir al pasillo mi tía Eliana estaba sentada con su esposo sujetando su mano y con la mirada perdida. Al vernos se levanto de inmediato para abrazarnos, les explicamos lo que nos dijo el medico y ella nos dijo que lo que sea que necesitarnos que lo pidiéramos sin problemas. Eliana era la hermana menor de mi papa, solo por seis años. Ella y mi papa eran muy unidos así que lo vivía llamando para ver como estaba y para ver como estábamos nosotras. Mi tía es increíble y lo fue desde un principio, los apoyo y los dejo quedarse en su casa cuando recién mis padres se mudaron a este pais.
-¿Mari que vas a hacer?, ¿Segura que queres quedarte en tu casa sola?. Podes venir a casa y de ahí podemos venir las dos al hospital- le sugirió mientras nos diríamos hacia afuera-
-Prefiero quedarme en casa y ordenar todo para cuando vuelva Juli-
-Yo voy a pasar por casa a buscar algo de ropa y me voy a quedar en casa de mama un tiempo- les informe-
-¿Y el trabajo?-
-No puedo pensar en nada que no sea papa, tío- confesé-
Físicamente mi papa y mi tío se parecían mucho, ambos eran altos, corpulentos y se estaban quedando pelados por lo que siempre en las reuniones familiares nos terminábamos burlando de ellos.
Mis tíos tienen cuatro hijos, Samuel de dieciocho años, Carolina de dieciséis, Franco de once y el mas pequeño, Leonel, de ocho años. Era divertido juntarnos a mirar películas con ellos, siempre tenían un tema de conversación para hablar por horas.
Al salir note el auto de Elliot estacionado afuera, ese tipo no se cansaba y a mi me estaba agotando la paciencia. Mis tíos se ofrecieron para llevarme a mi casa y esperarme hasta que buscara mi ropa para despues llevarnos a casa de mi mama, al llegar todos nos bajamos y mi mama preparo cafés para todos, mientras ellos hablaban yo deje mis cosas en la habitación de invitados ya que no tenia habitación propia en esta casa. Despues de que mis tíos se fueran le dije a mi mama que se diera una ducha mientras yo limpiaba y acomodaba todo el desastre que habían dejado los médicos antes de llevarse a papa. Al terminar de limpiar escuche un leve golpe en la puerta y un escalofríos me recorrió la espalda, cuando abrí la puerta note que Roth tenia mi bolsa de cuchillos en su mano.
-Te los olvidaste en el auto- me aviso entregándome la bolsa-
-Gracias- le respondí sin ánimos de entablar conversación-
-¿Como esta tu papa?-
-El medico dijo que va a tardar unos días en despertar y que recién ahí van a poder evaluar los verdaderos daños-
-¿Necesitas algo?-
-Que me dejen en paz. Lo digo enserio Roth, estoy a nada de un colapso metal enorme y siento que es demasiado para mi...ya no puedo soportar mas presión de ningún tipo en mi vida- confesé respirando hondo para no llorar- Ya no puedo mas...-
El me abrazo por unos minutos para despues besar mi frente y volver al auto. Solo esperaba que haya entendido y me dieran el espacio que necesitaba. Respire con pesadez y cerré la puerta mientras me repetía que debía ser fuerte por mi papa.
Es sabido que la vida no siempre es como uno piensa o como se la imagina, yo por ejemplo, nunca me imagine que mi prometido me iba a engañar con la obstetra que nos atendía para que yo pudiera quedar embarazada. Un embarazo que jamas se completo ya que la mujer resulto ser una loca de atar que me hizo tener cinco abortos para poder quedarse con ese hombre. Aunque en términos generales eso fue lo mas leve que me ha pasado desde entonces. Ademas quien diría que unas simples vacaciones me revelarían el secreto mejor guardado de mi familia.
Mi meta era simple, lograr que el bebe recién nacido de mi vecino se callara para poder dormir. Así de simple era lo que pedía esa noche, solo poder dormir un poco mas antes de irme a trabajar. Y lo conseguí, valla que si lo conseguí pero...no de la forma en la que espera. Quien diría que ese sucio, desaliñado y cansado padre soltero terminaría siendo el amor de mi vida y la persona que me hizo sentir que valía la pena arriesgarme sin importar nada. Quien diría que con solo mirarme a los ojos hace que me sienta como una niña de nuevo y que a pesar de todas mis inseguridades siempre encuentra la manera de hacerme sonreír. El me lo dio todo, amor, confianza, una hermosa y enorme familia.
Llevar una doble vida no es nada facil. Portarme como una buena persona y ser cruel cuando nadie mira me estaba matando. Si tan solo meto la pata en una sola cosa todo por lo que he luchado estos años se iba a ir por un caño y no estaba preparada para eso. No podia permitirlo, no mientras mi hermano sea el alfa de Beacon Hills, no mientras familia este relacionada con este mundo. No podia dejar que nada les pasara y no iba a dejar que nada les pasara, no mientras yo viva.
A veces el amor aparece de la manera más inesperada y en la forma de la persona menos pensada. Para Daniel, la vida a sus 40 años es una rutina entre sus tres hijos y su cargo de CEO de la empresa familiar. El fallecimiento de su esposa lo deja inmerso en la tristeza; creando, con el correr de los años, una coraza fría a su alrededor. Deanna tiene una vida normal, trabaja medio tiempo y estudia en la Universidad de Artes porque quiere lograr su sueño: cantar en la ópera. Solo le falta un año para terminar su carrera cuando su amigo Harry le pide ayuda desesperado. Una antigua regla familiar le impide casarse con su novia, la cual está embarazada. Para hacerlo, Daniel, su hermano, debe casarse primero. Para ayudarlo con su problema Daniel y Deanna acceden a fingir una relación y un matrimonio. Son tan opuestos que la atracción es inevitable. Él encuentra en ella la calidez que faltaba en su vida y Deanna el amor luego de una ruptura desastrosa. Finalmente, Daniel puede volver a tener una familia. Pero hay muchos intereses ocultos que buscan separarlos y alejarlos. El viaje es difícil, deben enfrentarse no solo a terceros que les complicaran las cosas, sino también a sus propios miedos e inseguridades. No es sencillo equilibrar 15 años de diferencia. Pero el corazón tiene razones que la misma razón nunca entenderá.
"¡Firma los papeles del divorcio y lárgate!". Leanna se casó para pagar una deuda, pero fue traicionada por su marido y rechazada por su familia política. Viendo que sus esfuerzos eran en vano, aceptó divorciarse y reclamó su mitad de las propiedades. Con la cartera repleta gracias al divorcio, Leanna disfrutó de su nueva libertad. Sin embargo, la amante de su ex la acosaba, pero Leanna logró lidiar con ella. Además, ella retomó sus identidades de hacker de primera, campeona de carreras, profesora de medicina y diseñadora de joyas de renombre. Entonces alguien descubrió su secreto. Matthew sonrió y le preguntó: "¿Me quieres como tu próximo marido?".
Era una doctora talentosa de fama mundial, CEO de una empresa que cotiza en bolsa, la mercenaria más formidable y un genio de la tecnología de primer nivel. Marissa, una magnate con una plétora de identidades secretas, había ocultado su verdadera identidad para casarse con un joven aparentemente empobrecido. Sin embargo, en vísperas de su boda, su prometido, que en realidad era el heredero perdido de una familia adinerada, canceló el compromiso, incluso la humilló y se burló de ella. Cuando las identidades ocultas de la chica salieron a la luz, su exprometido se quedó atónito y le suplicó desesperadamente que lo perdonara. De pie, protector ante Marissa, un magnate increíblemente influyente y temible declaró: "Esta es mi esposa. ¿Quién se atrevería a quitármela?".
Mi familia era pobre y tenía que trabajar medio tiempo todos los días solo para pagar las cuentas y estudiar en la universidad. Fue entonces cuando la conocí, la chica bonita de mi clase con la que todos los chicos soñaban salir. Era muy consciente de que ella era demasiado buena para mí. De todos modos, reuniendo todo mi coraje, le dije que me había enamorado de ella. Para mi sorpresa, accedió a ser mi novia. Me dijo, con la sonrisa más bonita que he visto en mi vida, que quería que el primer regalo que le diera fuera el último iPhone de gama alta. Un mes después, mi arduo trabajo finalmente valió la pena. Pude comprar lo que ella quisiera. Sin embargo, la pillé en el vestuario besando al capitán del equipo de baloncesto. Incluso se burló despiadadamente de mis defectos. Para colmo, el tipo con el que me engañó me dio un puñetazo en la cara. La desesperación se apoderó de mí, pero no pude hacer nada más que tirarme en el suelo y dejar que pisotearan mi orgullo. Cuando nadie lo esperaba, mi padre me llamó de repente y mi vida cambió. Resulta que soy el hijo de un multimillonario.
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Joelle pensó que podría cambiar el corazón de Adrian después de tres años de matrimonio, pero cuando se dio cuenta de que ya pertenecía a otra mujer, ya era demasiado tarde. "Dame un bebé y te liberaré". Sin embargo, el día en que Joelle se puso de parto, Adrian viajaba con su amante en su jet privado. "No me importa a quién ames. Ahora ya he pagado lo que te debo. A partir de ahora, no tenemos nada que ver el uno con el otro". No mucho después de que Joelle se fuera, Adrian se encontró suplicando de rodillas: "Por favor, vuelve conmigo".