Tengo ocho meses de embarazo, esta criatura que estoy esperando es del esposo de mi hermana, por esa razón he decidido tener a mi hijo lejos de mi familia, estoy en un lugar muy apartado de la ciudad, lo que debería ser el momento más feliz de mi vida, se ha convertido en un verdadero infierno, es por esa razón que deseo que mi hijo nazca fuera de tanto odio y con el amor que solo yo puedo darle.
Tengo ocho
meses de embarazo, esta criatura que estoy esperando es del esposo de mi hermana,
por esa razón he decidido tener a mi hijo lejos de mi familia, estoy en un
lugar muy apartado de la ciudad, lo que debería ser el momento más
feliz de mi vida, se ha convertido en un verdadero infierno, es por esa
razón que deseo que mi hijo nazca fuera de tanto odio y con el amor que solo yo
puedo darle.
Me llamo
Ana Paula Rincón, y esta es mi historia....
Soy abogado,
vengo de una familia rica, de buenos principios y con una moral intachable,
solo tengo una hermana que es mayor por solo dos años de diferencia, se llama
Abril, aunque en realidad ella no es mi hermana de sangre, ya que mis padres decidieron
adoptarla cuando creyeron que no podían tener hijos.
Según
cuenta mi madre, Abril, era la hija de
la sirvienta de la casa, al parecer ella
salió embarazada y el padre no se hizo
responsable y tampoco se supo quien era, pero como no tenía recursos para
mantenerla, decidió entregársela a mis
padres cuando apenas era una recién nacida.
Luego se
fue de la casa y no se supo nunca más de ella, pero para sorpresa de mis padres
que aún no tenían hijos propios, a los dos años nací yo, y desde entonces Abril
y yo nos hemos criado como unas verdaderas hermanas, aunque físicamente no nos
parecemos, ella es de piel morena, tiene ojos color miel, en cambio yo soy de tez blanca y de ojos azules como el mar.
Nunca ha
habido diferencias entre nosotras a pesar de que ella sabe todo sobre su origen.
Nos queremos muchísimo y además es mi mejor confidente. Pero hace un año se fue
a vivir a Estados Unidos y se casó sorpresivamente con un hombre de clase media
que para mis padres fue un gran disgusto ya que ellos querían un mejor
candidato para ella, que fuera de nuestro mismo nivel social.
Ella tenía
meses sin comunicarse con la familia, ya
que no quería que le siguieran reprochando su decisión, sin embargo, de pronto
decidió regresar a México, aprovechando que su marido tenía un congreso de medicina en Cancún, era
la ocasión perfecta para ella compartir con mis padres mientras su esposo hacía
su congreso, y cuando lo terminara él iría a México a encontrarse con ella y por
fin conocer a la familia.
Como cosas
del destino yo había decidido celebrar mi cumpleaños con mis amigas en Cancún,
para después regresar a la fiesta que estaban preparando mis padres para
celebrar mi cumpleaños y también el regreso de mi hermana. Y por
supuesto conocer por fin a el hombre que se había casado con ella.
Dentro de
todo, las cosas marchaban a buen ritmo, hasta que por una jugarreta del destino
terminé conociendo de forma accidental a mi cuñado, el doctor Luis José
Simanca, el hombre que cambiaría por completo mi destino.
(...)
Ese fin de
semana me fui a Cancún con un grupo de amigas a celebrar mi cumpleaños, todo
iba de maravilla, hasta que decidí salir a caminar sola por la playa, había caído la tarde, siempre me ha gustado
sentir la arena en mis pies, iba distraída sintiendo la brisa y el olor del
mar, hasta que pisé un vidrio filoso y sentí un dolor tremendo que me hizo
gritar.
-¡Ay! ¡Qué
dolor! Me duele mucho. -Mis gritos llamaron la
atención de un hombre que se encontraba sentado en una roca gigante mirando
el mar, él se acercó a mi lo más rápido que pudo y al verme llorar me preguntó:
-¿Qué le
pasa señorita? ¿Se lastimó?
-Sí, creo
que pisé un vidrio, me duele muchísimo. ¡Ay!
-Siéntate
aquí sobre este tronco y déjame ver tu
pie.
-Pero con
cuidado, es que me duele mucho.
-Tranquila,
esto va a ser rápido. -cuando dijo eso,
sentí un dolor mucho más agudo que me
hizo llorar.
-¡Ayyy! Me
duele. ¿Pero qué ha hecho que me duele tanto?
-Solo saqué
el vidrio dela planta del pie, por eso el dolor tan fuerte. Pero me temo que
hay que suturar unos cuantos puntos o no dejarás de sangrar, por lo que veo fue
una herida pequeña pero profunda.
-¿Pero qué
está diciendo? ¿Acaso usted es médico para saber si hay que suturar la herida?
-le dije con lágrimas en los ojos, porque él dolor era insoportable. Para mi
sorpresa él me contestó con una sonrisa en sus labios que lo hacían ver más
atractivo de lo que era.
-Jejej pues
sí, soy médico, mucho gusto mi nombre es Luis José Simanca.
Cuando me
dijo que era médico, mis ojos se abrieron de la impresión, fue en ese momento
que entendí la facilidad que tuvo para sacar el vidrio de mi pie.
-¿En serio
es médico? ¡Ay perdón! Nunca me lo
hubiera imaginado, pero entonces ¿Eso quiere decir que efectivamente necesito
unas puntadas?
-Pues así
es, pero aún no me has dicho cómo te llamas.
- ¡Si, es
cierto! Qué distraída, me llamo Ana Paula y le tengo terror a las agujas.
-Jajajajaja
Entonces te llamas Ana Paula, tienes un bonito nombre. Pero debemos curar esa
herida rápido o de lo contrario se te
puede infectar.
Tomó mi pie
y sacó un pañuelo de su bolsillo, lo colocó en la herida apretando con fuerza
para detener la sangre, luego me dijo:
-Listo, con
esto puedes aguantar un poco, debes venir conmigo, yo me hospedo en el hotel Cancún
Suite, está a solo unos metros de aquí, tengo mi maletín de primeros auxilios
en la habitación.
-Qué
casualidad, yo también me hospedo en el mismo hotel, pero lo que no me parece
es.....
No sabía
como decirle que no quería ir con un perfecto desconocido a su habitación, por
muy médico que decía ser, no lo conocía, pero él enseguida adivinó mi
pensamiento y me dijo:
-No te
preocupes, no soy un asesino en serie, te voy a mostrar mis credenciales, estoy
en Cancún porque estoy haciendo un congreso con un grupo de médicos de
diferentes países, puedes preguntar en el hotel si quieres. Pero te aseguro que
no deberías esperar para curarte esa herida, de lo contrario puede empeorar.
-Bueno está
bien, la verdad es que no soporto el dolor y no deja de sangrar a pesar del
torniquete que le hiciste.
-Muy bien,
entonces apóyate en mi e iremos caminando poco a poco.
No me quedó
otra alternativa que aceptar su ayuda, era eso o quedarme en medio de la playa
con el pie desangrando.
Era un
hombre alto, rubio de tez bronceada, se veía muy atractivo, la verdad es que
parecía un galán de telenovela.
Por más esfuerzo
que hice para apoyarme en él y andar con un solo pie, no pude aguantar el dolor
y la herida comenzó a sangrar aún más. Lo que trajo como consecuencia, que Luis
José tuviera que llevarme en sus brazos el
resto del camino que quedaba.
(...)
Llegamos a la
habitación y aún me mantenía cargada en sus brazos, yo me sentía realmente un poco
incómoda, a pesar de que aquel hombre me parecía demasiado atractivo y ni hablar
del perfume que llevaba puesto.
Me colocó sobre
la cama, buscó lo más rápido que pudo su maletín de médico, a pesar del dolor que
sentía, yo lo miraba mientras mentalmente me preguntaba:
"Qué guapo está
este hombre. ¿Estará casado? Pero no lleva un anillo en su dedo"
(...)
'
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