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A sus 20 años, Lydia Florez se entera de que no es una alfa; su vida no puede estar más arruinada, sobre todo cuando su camino se entrelaza con Anthony de la Torre, el hijo menor de los De la Torre; una de las familias más influyentes y poderosas de la ciudad.
- Lleva estas bebidas a los invitados.
Como se lo ordenaron, tomo la bandeja en sus manos y se adentro en el salón, alfas, omegas, todos dominantes y adinerados, se encontraban conversando de manera demasiado elegante para Lydia ¿Como hacían para hacer algo tan normal y verse tan bien? Es algo que no lograba entender por completo.
Ofreció algunas bebidas, la bandeja estaba quedando vacía al paso que iba, pero no podía dejar pasar esta oportunidad. Rodeada de hermosas omegas adineradas, necesitaba encontrar a alguien que quisiera dar mucho dinero por alguien de tan baja categoría como lo era Lydia Florez, una alfa recesiva.
- ¿Qué haces ahí de píe? -Julián llego a su lado- Pareces un acosadora, observando a todas esas omegas.
- Estoy soñando, Juli -hablaba embobada- Pellizcame -pidió sonriendo.
- Si tu lo dices -el pelinegro levanto los hombros y se acerco a su amiga.
- ¡Mierda, Julián!
La más baja miro a su mejor amigo de manera asesina, mientras sobaba su brazo, que pronto se pondría rojo.
- ¿Qué? Dijiste que te pellizcara -respondió riendose.
- Lo decía sarcásticamente, Julián -Lydia negó- ¿Ahora qué pensaran de mi todos esos hermosos omegas? -preguntó horrorizada.
- No le des demasiada importancia y regresa al trabajo -pidió mientras se entraba al área del personal.
Quizá podía aceptar eso, menos mal su mejor amigo no había dicho algo como "Pareces un omega", se rio internamente de su chiste, cuando tuvo suficiente satisfacción visual, Lydia se encargo de recoger las mesas que se hallaban llenas de vasos vacíos, escuchaba algunas conversaciones, recolectaba información de posibles intereses amorosos, estaba pasando una noche fantástica.
- Hey, omega -una voz grave hablo a su espalda- Te estoy hablando a ti omega recesiva.
¿Recesiva?
Si todos en el salón eran dominantes ¿Eso quería decir que le estaban hablando a ella? Se giro para verificar si estaba en lo correcto y grande fue su sorpresa cuando un alfa se encontraba de pie, frente a ella, brazos cruzados, semblante amenazante.
- No soy un omega recesiva -hablo enarcando una ceja- Tenga cuidado como se dirige a los demás -bufó, fulminando con la mirada al alfa.
- ¿Como me acabas de hablar? -preguntó bajando sus manos.
Ponerse nerviosa era obvio, el tipo frente a el era un alfa dominante y Lydia pensaba, que de un solo golpe la desviviría. ¡No podía morir siendo tan joven!
- Si me disculpa, debo continuar trabajando -dio una leve reverencia, para tratar de alejarse del alfa.
- Ah no, de aquí no te mueves -el tipo agarro del brazo a Lydia.
- Suélteme -pidió haciendo fuerza para zafarse- ¿Todos los alfas dominantes son así de asquerosos? -preguntó sonriendo de manera burlona.
- Maldita omeg-
- ¿Qué sucede aquí? -una tercera voz preguntó- ¿De nuevo ocasionando problemas Señor Gomez?
- D-De la Torre -el tipo respondió de manera nerviosa- Solo le enseñaba a esta omega a respetar -comento riendose.
- ¡No soy una omega! -grito Lydia- Se lo dije antes.
- ¿Que no eres un omega? -preguntó el desconocido- Pero si todo tú grita que lo eres -el extraño observo a Lydia de abajo hacia arriba- Sin duda, eres una omega ¿Qué te hace pensar lo contrario?
- Mis resultados dicen que soy una a-alfa...
Extrañamente Lydia empezo a sentirse un tanto mareada, no se había fijado en el rostro del desconocido que de alguna manera lo había ayudado y cuando sus ojos se encontraron, su rostro enrojeció ¿Qué mierda le sucedía? Su cuerpo empezó a temblar, no pudo evitar ventearse el rostro con su mano, mientras dejaba caer al suelo de manera estruendosa, la bandeja de las bebidas.
El desconocido sonrió ¿Acaso le hacía gracia su aspecto? Lydia necesitaba salir de ese lugar.
- Yo me ocuparé de ella -el alfa de quinta sonrió, mientras intentaba acercarse a Lydia.
- No. -el alfa sentenció- Yo me encargo.
Entonces unos fuertes brazos la envolvieron y fue guiada hacia la salida del restaurante, se sentía mareada y el olor que desprendía el sujeto ¿De la Torre? Era demasiado exquisito para su nariz, empezó a olfatearlo, queriendo por un momento pegar su nariz en el cuello del desconocido.
- Uhmm -las piernas de Lydia se sentían adormecidas.
- ¿Acaso estas en celo? -preguntó- ¿Tienes supresores?
- N-No soy un omega -se quejo- Además, estoy completamente bien.
Decir aquello era una gran mentira, porque apenas De la Torre la soltó, casi cayo al suelo de no ser por la pared. ¡Maldición! ¿De verdad era un omega? Necesitaba buscar a Julián y pedirle que la llevará al hospital, empezó a caminar hacia la salida del baño, siendo observada por el pelinegro, se sentía demasiado analizada y eso lo hacia sentir desnuda, algo que al mismo tiempo le gustaba.
Entonces se giro hacia el desconocido y le sonrió de manera coqueta, su cuerpo actuaba por si solo y cayó en el abultado pecho del fortachon.
- ¿Qué haces? -preguntó desconcertado.
- H-Hueles demasiado bien... -hablo entre murmullos.
- Y dices que no eres un omega -bufó.
- ¡No lo soy! -grito avergonzada.
Con delicadeza, el pelinegro se acerco al cuerpo de Lydia, sus grandes manos acariciaron su cintura y fueron subiendo por su espalda, entonces sintió un exquisito cosquilleo por todo su cuerpo, le gustaba. Tan pronto que no supo como reaccionar, tenía sus pantalones en el suelo.
- Si no eres un omega ¿Por qué estás tan mojada? -preguntó mientras deslizaba sus dedos en la entrepierna de la más baja.
- Q-Qué dices -jadeo.
- Estás tan mojada -susurro- Estás lista para que entre en ti ¿No crees?
En ese momento la puerta del baño se abrió y Lydia no pudo sentirse más avergonzada por la situación en la que se encontraba. Se tapo el rostro con sus manos, escondiendo su cara en el pecho del pelinegro.
- S-Señor De la Torre, d-disculpe, no sabía que se encontraba aquí -hizo una reverencia- M-Me retiro.
- Deberíamos irnos -suspiró- Te llevaré a tu casa -sugirió.
- No tengo una casa -respondió aún con su rostro tapado.
- ¿Quien no tiene una casa? -preguntó confundido.
- Vivo con mi mejor amigo y él continua trabajando, no puedo ir a pedirle las llaves del apartamento, no luciendo así -dijo separándose del pelinegro.
- Es cierto -respondió observando fijamente los ojos almendrados de Lydia- Entonces, te llevaré a mi casa -sugirió.
- Y... ¿Vamos a continuar con lo que hacíamos? -preguntó avergonzada.
- ¿A qué te refieres?
- Con esto...
De manera dudosa la mano de Lydia sujeto la mano del pelinegro, guiándolo nuevamente a su entrepierna. Su cuerpo tembló ante el tacto y no pudo evitar soltar leves gemidos, estaba enloqueciendo.
- ¿Q-Qué haces? -las orejas del pelinegro enrojecieron.
- P-Por favor... -pidió entre gemidos- Hazlo.
Entonces como si una orden fuese dada, los largos dedos de alfa se fueron introduciendo en el interior de Lydia, haciéndole soltar un gemido placentero. Sus pequeñas manos se sujetaron del cuello del pelinegro y las cosquillas empezaron a subir de sus pies hacia su pelvis, se sentía demasiado bien, le gustaba y entonces sintió demasiado calor, su vista se encontraba demasiado nublada, basto solo un toque de sus labios con los del contrario para liberarse y caer profundamente dormida.
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