Instalar APP HOT
Inicio / Romance / Déjame amarte!
Déjame amarte!

Déjame amarte!

5.0
7 Capítulo
71 Vistas
Leer ahora

Acerca de

Contenido

Alexander Linder, es un hombre millonario, que no tiene tiempo para amigos, familia ni amores. Es solitario y ególatra, con un carácter que aleja a todos de su alrededor. Pero un día, uno de sus mejores amigos necesita de su ayuda; debe reemplazarlo como profesor en el instituto Milenium y a pesar de que la idea no le agrada en lo absoluto, termina aceptando. Una vez dentro del mundo escolar, conoce a una joven alumna de la que queda cautivado completamente. Ignora todo sobre ella, pero lo que si sabe es que despierta en él, sentimientos que nunca antes había experimentado. Angelina, es su alumna, una joven tímida e introvertida, pero que esconde un secreto del que no puede alejarse. El destino decide unirlos, pero ese secreto les impide estar juntos, llevándolos a recorrer un camino tan largo como intenso a la vez y que hace que las distancias entre ellos se acorten y se agiganten, en varias oportunidades. Pero... ¿Podrá el amor traspasar cualquier adversidad, aun cuando lo envuelve un secreto tan terrible?

Capítulo 1 LA LLAMADA INICIAL

Desde hacía una semana, Miami se mostraba ventoso y gris; el intenso frío obligaba a la gente a que se mantuviera en sus casas. El 31 de diciembre estaba llegando a su fin, yo acababa de cenar y me preparaba para ver la llegada de un nuevo año. Tomé uno de mis mejores trajes y con una copa de champagne en la mano, abrí la puerta del hotel donde me estaba hospedando; un hotel cinco estrellas a orillas del mar, uno de los más caros de Miami; bajé hasta la playa a recibir al 2019, solo; como siempre lo había estado.

Me quité los zapatos y caminé por su orilla, mientras observaba los fuegos artificiales y a algunas parejas que, llenas de amor, se arrimaban al mar con la ilusión de pedir un nuevo deseo para su relación.

Inmediatamente, mientras yo intentaba hacer caso omiso a ese festejo que no me llenaba en lo absoluto y se reflejaban en mis ojos los colores de los fuegos artificiales, el bolsillo de mi saco comenzó a vibrar:

―Hola, mamá- dije un tanto desentendido.

―Hijo mío. Feliz año nuevo.

―Gracias mamá, igualmente para ti y papá- agregué rápidamente, ya quería regresar a mi habitación.

― ¿Cuándo vienes a casa a vernos?

―No lo sé. Ando con mucho trabajo, mamá; ya lo sabes. Te avisaré cuando pueda ir para allá- le respondí, odiaba que me insistieran o me dijeran que hacer.

―Lo sé hijo mío, pero te extrañamos mucho.

-Mamá, ya iré a verlos, tengo cosas que hacer, los llamo luego -respondí un poco molesto.

-Bueno, Alexander, hasta pronto.

A veces solía sentirme mal; mis padres, que ya estaban viejos y solos, necesitaban que sus hijos fuéramos a verlos, pero mis últimos años habían sido fatales, con tanto trabajo y cosas por hacer. En cambio, Marina, mi hermana, tenía mucho más tiempo para visitarlos, pero siempre evitó hacerlo. Ella nunca los había tratado como se merecían, por esa misma razón se casó con David a los pocos meses que lo conoció; cuidar a los hijos y atender a su marido, fue la excusa perfecta que encontró para no ir a verlos. Yo por mi parte, les había comprado una casa y los ayudaba con los gastos, pero no podía hacerme responsable de ellos. Mi vida se basaba en viajar continuamente por negocios que proporcionaban mi gran fortuna. Hasta a mí mismo se me hacía difícil recordar lo que era estar en casa; no tenía tiempo para familia, ni amigos y menos para amores.

Regresé al hotel, tomé mi computadora y abrí mi correo electrónico, en busca de un e-mail sumamente importante que estaba esperando, pero, como era de esperar, me encontré con mi casilla llena de mensajes de felicidades por el nuevo año; esos correos me estorbaban, no tenían gran importancia en mi vida por lo que decidí eliminarlos y hacer como si nunca hubieran llegado. No tenía tiempo de ponerme a leer mensajitos de felicitaciones.

Entré a mi portafolio de acciones y me decidí por invertir en algunas más. Solía preguntarme qué más hacer con el dinero; prácticamente ya había comprado y adquirido todos los bienes que quería. Tenía casas en diferentes lugares del mundo, cantidades de autos que ya ni sabía cuál usar, hectáreas que valían fortunas, edificios propios y empresas millonarias que constantemente me generaban más y más dinero. Y yo insistía con mi tan alocado afán de seguir invirtiendo; esa era mi manera de matar el tiempo, en los ratos libres que tenía. Los análisis de gráficos y de estadísticas, más horas sentado en mi computadora invirtiendo, era algo que hacía casi sin pensar.

Varias veces solía salir a algún que otro bar para cortar con mi rutina diaria de todos los días, donde solía conocer a alguna chica. Ese pequeño detalle que constantemente mis amigos me marcaban "debes conocer a alguien", pero cada mujer con la que me acostaba, me dejaba un vacío ya que simplemente satisfacían los momentos en que necesitaba tener sexo. En realidad, la emoción nunca llegaba a mí vida y quizás era porque yo tampoco le daba el lugar; siempre estaba ocupado en mi trabajo y en obtener todo el tiempo más y más dinero. Nadie entendía mi plan de inversiones, ni cómo utilizaba la economía a mi favor. Nadie sabía cómo había llegado hasta ese lugar, y nadie sabía cómo me había vuelto rico en tan poco tiempo.

Observé por mi ventana cómo el amanecer iba teniendo lugar en el magnífico cielo y me recosté en la cama aun con mi traje puesto, observando el techo de la habitación, sintiendo el olor del mar y escuchando a los pájaros cantar; exquisita pintura se creaba fuera del hotel. Cerré los ojos y el sueño me invadió por completo. Pero poco duró, porque pronto comenzó a sonar mi celular:

― ¡Hola! ―dije medio dormido.

― Alex, que bueno que te encuentro. Hace varios días que intento comunicarme contigo.

― ¿Qué quieres, Ramiro? ¿Qué necesitas? ― le respondí algo enojado por haberme despertado.

― Yo no necesito nada, el que necesita tu ayuda es Ángelo. Su esposa tiene cáncer y está internada con tratamientos; él no puede seguir dando clases en la universidad y tú eres el único que está capacitado para reemplazarlo. De verdad, necesita en serio tu ayuda.

― ¿Acaso tú me ves cara de profesor? Yo no tengo tiempo para andar corrigiendo evaluaciones. Lo siento mucho por su mujer, pero no puedo ayudarlo; además estoy en Miami.

― ¿Esa es tu respuesta? Pensé que habías cambiado tu actitud, Alex. Nuestro amigo está pasando un mal momento y tú te haces el chetito millonario.

― ¿Y tú? ¿No puedes ayudarlo? ― le dije ignorando su comentario.

― Pues no, yo no tengo idea de cómo dar clases en una escuela; tú sí y de hecho eres un experto en ello. ¡Qué mejor que darle una mano a tu amigo en eso! Y más si está pasando por un mal rato, eres demasiado insensible Alex.

―Sabes que solo estudié esa carrera por mis padres, pero que realmente amo la economía y las finanzas, que es a lo que me dedico actualmente.

―Lo sé, pero los tres sabíamos que en algún momento te serviría ese título de profesor. Llegó tu momento.

― Pediré mi jet privado y saldré mañana para allá - dije luego de un silencio bastante incómodo.

― Perfecto, así tendrás el tiempo necesario para preparar las clases. Mantenme al tanto; ahora me comunico con Ángelo y le diré que vas a ayudarlo y si puedes, podrías pasar por la clínica a verlo también ¡Si no te molesta tanto acompañar a tu amigo! Nos vemos, Alex.

Tiré el teléfono sobre la cama y pedí que me trajeran un whisky al cuarto; entré a la ducha. El agua corrió desde mi cabello recorriendo mi cuerpo y cayó en una cascada vertiginosa, llevándose en su transitar, todo mi malestar y allí me quedé por un buen rato.

Seguir leyendo
img Ver más comentarios en la APP
MoboReader
Instalar App
icon APP STORE
icon GOOGLE PLAY