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Una boda por venganza

Una boda por venganza

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En un mundo donde el amor y la traición se entrelazan, Maximiliano Rivas, ideó un plan para conquistar a Leticia Landero, la hija de su antiguo rival, Ricardo Landero, quien cumple una condena por un escándalo empresarial. Mientras Ricardo lucha por su vida tras un enfrentamiento en prisión, su esposa Blanca ve en el matrimonio de su hija una oportunidad para restaurar el honor familiar. Leticia, atrapada entre el deber y sus propios deseos, enfrenta un dilema: ¿debería renunciar a su felicidad por el bienestar de su familia o seguir el llamado de su corazón? A medida que Maximiliano se introduce en sus vidas, comienza a desenterrar secretos oscuros que amenazan con cambiarlo todo. Las tensiones crecen cuando Leticia descubre la verdadera razón detrás de la atención de Maximiliano. La lealtad se pone a prueba y el amor se convierte en un arma de doble filo. En un clímax lleno de emociones, los personajes se ven obligados a confrontar sus pasados y tomar decisiones que alterarán sus destinos. En un juego peligroso de amor y venganza, cada elección tendrá consecuencias inesperadas, llevándolos a un desenlace que cambiará sus vidas para siempre.

Capítulo 1 La detención de Ricardo

Sinopsis:

En un mundo donde el amor y la traición se entrelazan, Maximiliano Rivas, ideó un plan para conquistar a Leticia Landero, la hija de su antiguo rival, Ricardo Landero, quien cumple una condena por un escándalo empresarial. Mientras Ricardo lucha por su vida tras un enfrentamiento en prisión, su esposa Blanca ve en el matrimonio de su hija una oportunidad para restaurar el honor familiar.

Leticia, atrapada entre el deber y sus propios deseos, enfrenta un dilema: ¿debería renunciar a su felicidad por el bienestar de su familia o seguir el llamado de su corazón? A medida que Maximiliano se introduce en sus vidas, comienza a desenterrar secretos oscuros que amenazan con cambiarlo todo.

Las tensiones crecen cuando Leticia descubre la verdadera razón detrás de la atención de Maximiliano. La lealtad se pone a prueba y el amor se convierte en un arma de doble filo. En un clímax lleno de emociones, los personajes se ven obligados a confrontar sus pasados y tomar decisiones que alterarán sus destinos. En un juego peligroso de amor y venganza, cada elección tendrá consecuencias inesperadas, llevándolos a un desenlace que cambiará sus vidas para siempre.

Capitulo 1 la detención de Ricardo Landero

Ricardo Landero había sido un empresario exitoso, dueño de una empresa petrolera con gran reconocimiento en todo el país. Sin embargo, personas anónimas habían orquestado un fraude que lo inculpaba, llevándolo a la ruina, a pesar de que él no había cometido ningún delito. Su esposa Blanca Landero y su hijastra Leticia, a quien amaba como si fuera su propia hija, se encontraban en una situación desesperada tras su detención.

El día en que fue llevado a la cárcel fue desolador. La mañana se presentó gris y nublada, como un presagio de la tormenta que se avecinaba. Leticia y su madre, Blanca, no lograron descansar durante la noche, atrapadas en un torbellino de pensamientos oscuros y sin saber qué hacer.

-Estamos a punto de perderlo todo -reflexionó Leticia, sintiendo el peso de la incertidumbre aplastarle el pecho. El lujoso pent-house en Manhattan, normalmente lleno de risas y calidez, se sentía vacío y frío, resonando con la ausencia del padre que había sido su sostén desde niña.

Con el corazón pesado, Leticia caminaba de un lado a otro en la sala, sintiendo que el tiempo se detenía.

-¿Qué vamos a hacer, mamá? No tenemos a nadie a quien acudir -murmuró, con su voz quebrada por la angustia.

-¿Cómo hemos llegado a esto? -se preguntó, sintiendo que la desesperación la ahogaba.

Blanca, con una mirada distante y calculadora, contemplaba la situación. Sabía que debían actuar, pero la desesperación la consumía.

-No puedo dejar que esto destruya a mi familia. Debo ser fuerte -pensó en silencio, con la mirada perdida.

Pero sus pensamientos se vieron interrumpidos por el sonido del celular de Leticia. Era Patricio Bracho, el hombre al que amaba desde la infancia, quien se había enterado a través de la prensa sobre la detención de su padre. Leticia sabía que su madre nunca había aprobado esa relación, pues Patricio era un hombre de clase media que trabajaba como empleado en una pequeña empresa, y Blanca consideraba que no era digno de su hija.

"¿Debo contestar? ¿Qué diré?" -pensó Leticia, pero la necesidad de escuchar su voz fue más fuerte.

-Hola, cariño, ya me enteré de lo que le pasó a tu padre -dijo Patricio, sorprendido.

-Hola, sí, fue horrible -respondió Leticia con frialdad, sintiendo la mirada inquisitiva de Blanca sobre ella. "Tengo que disimular, mi madre no puede darse cuenta de que es Patricio," pensó.

-¿No puedes hablar? ¿Tu madre está ahí contigo? -preguntó Patricio, notando la frialdad en su voz.

-Sí, exactamente -respondió, sin apartar la vista de su madre. "No quiero que se entere que es Patricio. Ella no lo aprobaría," pensó nerviosa, sin querer que se alterara más de lo que ya estaba con la detención de su padrastro.

-¿Podemos vernos en algún lugar? Quiero estar cerca de ti en estos momentos. Solo responde con un sí o un no, para que tu madre no se dé cuenta -dijo Patricio, tratando de comprender la situación.

-Sí, claro, en el sitio de siempre -contestó Leticia antes de colgar, sintiendo un alivio momentáneo. "Al menos él entiende lo que estoy sintiendo."

-¿Con quién hablabas? No me digas que te llamó ese bueno para nada de Patricio -inquirió Blanca con desdén.

"Siempre lo mismo," pensó Leticia, sintiendo que la rabia comenzaba a burbujear en su interior.

-Mamá, por favor, no empieces. No es el momento. Además, tengo que salir.

-¿A dónde vas? ¿Me vas a dejar aquí sola en medio de toda esta angustia que me está volviendo loca en vez de ayudarme a encontrar una solución?

-Mamá, necesito tomar un poco de aire y pensar en lo que vamos a hacer, yo también estoy angustiada al igual que tú.

-Ya sé que vas a ver a ese mediocre de Patricio, no me creas tan tonta. Por favor, Leticia, en vez de buscarle una solución al problema, te empeñas en salir con un tipo que no puede ofrecerte nada.

-¿Cómo puedes ser tan incomprensible? -le dijo Leticia, sintiéndose cada vez más decidida a salir de allí, abrumada por todos los problemas que enfrentaban. Tomó su bolso y, sin decir una palabra, salió de la casa dando un fuerte portazo, dejando a Blanca con la palabra en la boca, mientras esta le gritaba:

-¡Leticia, te estoy hablando! ¡No me dejes sola!

La reacción de Leticia la sacó de sus casillas. En ese momento se sintió más sola que nunca, no quería perder su hermoso pent-house, que era prácticamente lo único que les quedaba. No sabía cómo pagar la fianza para sacar a Ricardo de la cárcel y encima Leticia seguía viéndose con Patricio, un hombre al que despreciaba por no sentirlo digno de su familia.

-Dios mío, ¿qué voy a hacer? Todos nuestros amigos nos han dado la espalda, al único que me queda llamar es a Maximiliano Rivas -pensó en voz alta mientras frotaba sus manos temblorosas producto de los nervios.

-Sé que esto no va a agradar a Ricardo, pero no puedo quedarme de brazos cruzados viendo cómo quedamos en la calle.

Desesperada por no poder sacar a Ricardo de la cárcel y con la amenaza inminente de perder su hogar, Blanca decidió llamar a Maximiliano Rivas. Este había sido socio de Ricardo en varios negocios y era un CEO influyente, dueño de casi la mitad de la ciudad, proveniente de una familia poderosa. Aunque sabía que Ricardo le debía una considerable suma de dinero, también era consciente de que Maximiliano siempre había mostrado interés en Leticia, y pensó que tal vez podía llegar a un acuerdo amistoso que pudiera solventar sus problemas y al mismo tiempo alejar a Leticia de Patricio.

-Si logro que Maximiliano nos ayude, tal vez pueda salvar a mi familia -pensó Blanca, sintiendo un nudo en el estómago mientras marcaba el número. "Lo siento por Ricardo, pero estoy dispuesta a hacer cualquier cosa por recuperar nuestro estatus en la sociedad aunque eso implique sacrificar a Leticia."

-Hola, Maximiliano, te habla Blanca Landero. -Hubo un silencio de unos segundos que para Blanca se hizo eterno, mientras Maximiliano pensaba: "Sabía que llamarías, Blanca, solo era cuestión de tiempo."

-Hola, Maximiliano, ¿estás allí? -preguntó ansiosa.

-¡Oh sí! Claro, sigo aquí. ¿Cómo estás, Blanca? Es que me sorprendió tu llamada, no la esperaba.

-Sí, me imagino, pero pensé que te habías enterado de lo que le pasó a Ricardo.

-No, no sé nada. ¿Pero qué le pasó a Ricardo? ¿Acaso está enfermo? -dijo fingiendo, ya que estaba al tanto de lo que sucedía.

-No, creo que es peor que eso; ayer lo detuvieron, lo están acusando de fraude. Estoy desesperada y no tengo a quién más acudir -dijo, mientras las lágrimas corrían por su rostro.

Maximiliano respiró profundo, debiendo sonar contundente con su respuesta y tratando de disimular su alegría.

-¿Qué estás diciendo? ¿Pero por qué ha sucedido eso si Ricardo es un hombre intachable? -dijo mientras tapaba su boca para no soltar la carcajada, disfrutando la desgracia de los Landero.

-Pues yo estoy tan sorprendida como tú, y lo peor de todo es que no tenemos dinero, el pent-house está hipotecado y el plazo se vence en una semana. Nos van a echar a la calle y encima Ricardo en la cárcel.

Maximiliano sonreía mientras escuchaba la angustia de Blanca. "Excelente, como estoy disfrutando de todo esto," pensó, mientras ella sollozaba.

La conversación fue breve, pero lo suficientemente contundente como para que él prometiera ayudarla.

-Trata de tranquilizarte, Blanca. Mañana estaré en tu casa a primera hora y te prometo que encontraremos una solución.

-Gracias, Maximiliano, eso me da un poco de esperanza.

Blanca colgó la llamada un poco más tranquila, aunque sabía que Maximiliano no era precisamente el mejor amigo de Ricardo. En el pasado, había habido muchas diferencias entre ellos en cuanto a negocios en los que fueron socios y fracasaron, dejando a Ricardo en deuda con Maximiliano. Pero no tenía a quién más acudir; quienes decían ser sus amigos le habían dado la espalda, especialmente desde que habían caído en la ruina.

Por su parte, Maximiliano se quedó sonriendo. Para él, había sido un triunfo ver a Blanca humillada pidiendo ayuda. "Mañana estaré puntual en tu casa, Ricardo Landero, negociando tu libertad con tu amada esposa," pensó en voz alta mientras se servía un trago para brindar.

La noche había caído y ya era bastante tarde, y el cansancio, junto con los sedantes que había tomado Blanca para calmar sus nervios, la vencieron. Se durmió sin esperar a Leticia para contarle sobre la llamada que había hecho a Maximiliano.

Leticia llegó muy tarde, entró a la habitación de su madre y se percató de que estaba dormida. En el fondo, lo agradeció, porque no quería enfrentarse a ella y ser bombardeada con regaños. Además, la salida con Patricio había resultado un poco tensa, ya que no se atrevió a contarle lo que estaba pasando dentro de ella.

Estaba atormentada por el problema de su padrastro y, en medio de ese torbellino de emociones, se había enterado de que estaba esperando un hijo de Patricio. "¿Qué haré cuando mi madre se entere de que estoy embarazada? ¿Cómo se lo digo a Patricio? ¿Y si Ricardo no sale de la cárcel? ¡Dios mío, todos los problemas han llegado juntos!"

La noche fue larga para ambas; ninguna de las dos durmió bien. Leticia estaba completamente ajena a la llamada que su madre había hecho a Maximiliano; en medio del tormento, el sueño la venció ya pasada la madrugada.

Al amanecer, el pent-house se sentía aún más sombrío. Leticia, con las ojeras en su rostro y la mente nublada, se sentó en su cama, sumida en sus pensamientos. De repente, escuchó el timbre de la puerta. Miró el reloj: eran las 7 de la mañana. Se preguntó quién podría ser tan temprano. Mientras tanto, Blanca sabía que era la visita de Maximiliano, quien había sido muy puntual, y corrió a abrir la puerta.

-Blanca -dijo Maximiliano, con su voz profunda y autoritaria-. He venido tan pronto como pude. ¿Dime de qué manera puedo ayudarte? -le preguntó, aunque era evidente que la ayuda que necesitaba era económica.

Blanca, con una calma estudiada, comenzó a explicar la situación.

-Bueno, ya sabes que Ricardo ha sido arrestado. No sabemos qué hacer. La prensa está al tanto, su reputación está hecha añicos y estamos en una posición muy vulnerable. -Su voz no traicionaba la preocupación que sentía, pero sus ojos reflejaban una determinación fría.

Leticia bajaba las escaleras, aún en pijama, y se quedó en estado de shock al reconocer a Maximiliano. Su figura imponente y elegante era inconfundible. "¿Qué estará haciendo aquí? ¿Acaso ya se enteró de lo que está pasando con mi padre?" Se acercó para escuchar mejor sin que notaran su presencia, queriendo entender cuál era la verdadera razón de su visita.

-¿Y qué hay de Leticia? ¿Cómo está ella? Me imagino que muy afligida porque ella quiere a Ricardo como si fuera su verdadero padre -preguntó Maximiliano, con su mirada fija en Blanca, pero con un ligero destello de interés hacia la joven. "Debo ser muy astuto, este es el momento perfecto para acercarme a ella," pensó tratando de disimular la satisfacción que sentía con toda la desgracia de la familia.

Leticia, sintiendo la tensión en el aire, pensó: "¿Pero qué le importa a ese patán cómo me siento? ¡No lo soporto! No entiendo qué hace aquí, pero ya lo voy a averiguar."

La conversación continuaba, mientras Leticia estaba cada vez más atenta a todo lo que decían, pero de pronto no podía creer lo que Maximiliano estaba proponiendo a su madre...

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