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Todo lo que Isabella Harris quería era olvidar la escena que acababa de presenciar: su prometido en la cama con su media hermana. Las bebidas en un bar cualquiera de Manhattan parecían ayudar, pero no esperaba conocer esa noche al hombre más atractivo que jamás había visto: el poderoso CEO Tyler Davis. Estos dos desconocidos vivieron una noche loca y apasionada juntos, pero cuando ella despertó al día siguiente, se encontró sola en una cama de hotel. Lo único que le quedaban eran recuerdos borrosos de la noche anterior. Decidida a dejar el país y tratar de olvidar la doble traición de su prometido y su hermana, la joven médica se fue a especializarse en el extranjero. Lo que no sabía era que estaba esperando un hijo del desconocido del bar. Dos años después, Isabella regresa a la ciudad después de aceptar una oferta de trabajo en un gran hospital, pero el destino la pone cara a cara con Tyler. Un CEO que no quiere tener hijos. Una heroína nada ingenua. Un embarazo inesperado. Un adorable bebé. ¿Qué se puede esperar de esta historia de amor? Una pareja como el perro y el gato, escenas candentes, redención y un amor apasionado.
Dos años antes...
Había sido otro día ajetreado en el hospital, y para una residente como yo, aún más. Estaba exhausta y agradecía internamente que mi amiga y compañera de trabajo, Vick, hubiera llegado temprano y me hubiera liberado más temprano también.
A pesar de mi cansancio, también me sentía feliz porque sabía que pronto Joshua, mi prometido, me encontraría en casa. Vivía con mi padre, mi madrastra y mi media hermana, Tiphany. Ella y yo no nos llevábamos muy bien, pero compartíamos el espacio por nuestro padre. Mis padres se casaron cuando yo era muy pequeña y vivían viajando, como ahora, y estaba esperando que mi querida hermana pequeña hubiera ido a la casa de una de sus amigas mimadas como ella.
Si eso era cierto, tendría toda la casa para Josh y para mí, lo que podría llevar a una buena noche de intimidad o no, ya que habían pasado al menos un mes desde la última vez que estuvimos juntos. Él decía que era por el trabajo, y yo realmente quería creerle.
En el camino a casa, pasé por un restaurante y recogí nuestra cena, cantando mientras conducía por las calles de Manhattan. Cuando entré en casa, me encontré con que todo estaba a oscuras, lo que indicaba que Tiphany no estaba aquí. Sonreí por eso, dejé las bolsas en la cocina y subí las escaleras lentamente para tomar una ducha más larga. Me había duchado en el hospital antes de regresar a casa, pero quería un tiempo para mis hidratantes. Mientras caminaba por el oscuro pasillo, los gemidos que venían del cuarto de mi hermana llamaron mi atención.
- Oh, eso Josh... apuesto a que no haces eso con la idiota de mi hermana -Tiphany decía entre gemidos.
- No es tan sexy como tú -respondía Josh.
Me acerqué a la puerta entreabierta y los vi en la cama, teniendo relaciones como si fueran estrellas de la industria del cine para adultos, mientras que conmigo siempre había sido apático en la intimidad.
Bajé las escaleras de la misma manera en que subí: en silencio. Entré en mi coche y conduje por las calles, con lágrimas corriendo por mi rostro. Buscaría a Vick y lloraría en los brazos de mi amiga, quien siempre me había dicho que Josh no era el hombre adecuado para mí, pero ella estaba en el hospital.
Y yo, que nunca había sido de beber, me encontré frente a la puerta de un bar en el centro de la ciudad.
Bajé las escaleras que conducían al interior del bar, la atmósfera del lugar era peculiar, las luces rojas y los muebles oscuros le daban al lugar un aire sexy y misterioso. Me senté en el mostrador y el camarero se acercó sonriéndome.
- ¿Qué va a querer la señorita bonita? -preguntó, apoyando sus fuertes brazos en el mostrador.
Aunque estaba sufriendo por la traición, no era ciega, y él era bastante atractivo.
- ¿Qué sugieres para alguien con el corazón roto? -pregunté riendo de mi propia desgracia.
- Whisky -dijo con voz ronca, eco en mi lado, y me giré hacia el hombre sentado-. Para los corazones rotos, sin duda, whisky.
El hombre levantó su propio vaso, mostrando el líquido ámbar brillando al reflejar las luces rojas del lugar.
Observo al extraño a mi lado, con barba y cabello en tonos claros, ojos verdes y expresivos, un traje impecable, claramente hecho a medida, y un Rolex en la muñeca que dejaba en claro que era alguien con mucho dinero.
- Whisky, entonces -digo, y el camarero me sirve.
- Un brindis por nuestros corazones rotos -el hombre a mi lado dice, levantando su copa en mi dirección.
- Por nuestros corazones rotos -respondo, chocando mi copa con la suya.
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