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La familia Zhao era la dueña indiscutible de casi todo el oriente, su clan, el tigre blanco, manejaba todo dentro del país, aunque no siempre fue así, antes, casi 20 años atrás, existió otro clan igual de poderoso, el dragón rojo, pero dicho clan encontró su fin por ir tras lo prohibido, ahora la suerte le sonreía al tigre blanco o al menos eso pensaban, hasta que su líder, Loan Zhao, decidió que era tiempo de retirarse y acudió a los monjes para que vieran su tatuaje, ese que los más ancianos le hacen en la espalda cuando asumen como líder y que solo puede ser descifrado, cuando se retiran de su lugar, y así pudieran decir cuál de sus hijos seria la nueva cabeza del tigre. Lo que menos espero escuchar, era que el futuro de sus hijos estaría regido por amores prohibidos, esos que pueden llegar a matarte, por destino o casualidad, el pasado se uniría con el presente, dejando solo dos caminos, la unión con familias poderosas a través de lazos indestructibles, o el dolor y la agonía de arder en amores prohibidos.
Loan Zhao descendió de su vehículo, y comenzó a subir las escaleras de roca ya desgastadas por el tiempo, pero, que aún se mantenían firmes dando la bienvenida a todo aquel que fuera al monasterio que servía de hogar a los monjes más antiguos de aquellas tierras.
A diario se podía ver a importantes familias acudir a aquel lugar, no solo para saber que les deparaba el destino a sus familias, sino que muchos acudían para saber si las esposas y esposos que escogían para sus hijos eran compatibles, se podría decir que en las tierras del oriente eran muy creyentes en la fortuna, pero en especial en el destino, para estas personas todo estaba escrito, desde el día que nacían, y solo los monjes lo podían descifrar; para el líder del tigre blanco, no era la excepción, su matrimonio con Jade Renger fue obra del destino y él lo sabía, aunque su esposa que era extranjera se empecinara en decir que solo fue casualidad.
Loan golpeo la puerta de madera maciza, sintiendo un escalofrió descender por su espalda, podía escuchar a la perfección los pasos de alguien acercarse a abrir, y las manos le sudaban, conocía a los monjes, fueron ellos los encargados de escribir en los pergaminos sagrados el nacimiento de sus hijos, pero aún más, de guardar el secreto, ese que incluso sus propios hijos desconocían y es que de los tres jóvenes Zhao, solo uno era hijo biológico del Loan y su esposa Jade.
- Señor Loan Zhao, es un gusto volver a verlo, pase, lo estábamos esperando.
Loan hizo una reverencia en señal de respeto y en completo silencio se dedicó a seguir al monje más joven del lugar, uno que rondaba los 80 años, quizás tenían el conocimiento de la vida eterna, se dijo interiormente Loan, pero de sus labios no salió nada mientras deambulaban por los intrincados pasillos del monasterio, pues el lugar donde le revelarían el futuro del clan, no era el mismo que usaban para ver el destino de cualquier otra familia por más adinerada que estas fueran, claro que no, el tigre blanco era más que dinero, era poder, sabiduría, y protección, desde que Loan había asumido hacia 20 años, era el primer tigre blanco que solo atacaba para defender y no para provocar o doblegar a los demás, se podría decir que era un tigre justo, al cual no le gustaba derramar sangre sin un buen motivo y eso era algo que todos apreciaban.
- Señor Zhao, bienvenido, aunque debo reconocer que esperaba su visita, me sorprende que un hombre como usted quiera dejar su lugar tan pronto. - las palabras del monje tenían sentido, pues Loan recién estaba en sus 45 años, se veía fuerte tanto física como mentalmente, aun podía ser la cabeza del clan por varios años más.
- Gracias por recibirme, y por considerarme aun apto para ejercer mi puesto, pero... creo que ustedes mejor que nadie sabe que nunca fue mi deseo ser la cabeza del tigre...
- Pero era tu destino. - lo interrumpió el monje, quizás un poco molesto a que Loan después de tantos años aún se quejara por su destino.
- Y lo agradezco, no me malentienda, pero me gustaría actuar de una forma distinta a la que actuó mi padre, a mí me gustaría guiar a mi próximo sucesor y no solo enseñarle a llevar el negocio familiar, usted señor Moon, sabe mejor que nadie, que nuestra organización no es como la de otros lugares, mis hijos deberán aprender que solo uno de ellos puede ser la cabeza del tigre y que los demás serán sus garras, no quiero que entre ellos exista ningún tipo de asperezas, como la que tuve con mis hermanos.
- Tus miedos los conozco mejor que nadie Loan, pero si has criado a tus hijos como has guiado al clan, no creo que entre ellos exista celo alguno.
Loan guardo silencio, pues Jade y él habían criado muy bien a sus hijos, pero, aun así, veía las ansias de poder en sus ojos, cada día que pasaba, uno se desentendía de todo y otro buscaba el favoritismo de Loan, algo que lo hacía recordar a su hermano Wang y a él en la juventud, lo que menos deseaba era que sus hijos pasaran por lo mismo que él y sus hermanos habían pasado.
- Bien señor Zhao, déjame ver lo que en tu espalda fue escrito hace 20 años atrás.
Loan se retiró el saco, sentía los dedos sudorosos a medida que desprendía los botones de su camisa, y la piel se le puso de gallina cuando al fin la retiro, no porque sintiera frio alguno, sino porque sabía que lo que el monje dijera ese día, era el destino de sus hijos y nada se podía hacer para cambiarlo.
Giro respirando con profundidad y al fin el monje pudo ver el tatuaje de espalda completa; de hombro a hombro en la ancha espalda había un gigante universo, tan oscuro e inmenso que causaba escalofríos solo de verlo, con algunas estrellas brillando, tratando de iluminar su oscuridad, bajo él, un tigre rodeado de una luz verde avanzaba imponente, mostrando sus colmillos y garras listo y dispuesto a atacar sin piedad a la más mínima provocación, ese tigre representaba a Loan y el brillo verde a su alrededor a su esposa Jade, que era de donde Loan se alimentaba cada noche para sacar fuerzas para guiar a su clan, a la izquierda un rayo brillante zigzagueaba, iluminando todo a su paso, pero siendo impredecible e imparable y a la derecha destellos de jade brillaban, mientras que a los pies del tigre un pequeño cofre lleno de oro y joyas estaba casi oculto pero, aun así era visible.
- Shen Kun, es el nombre de tu hijo mayor, significa vasto universo y eso es lo que veo aquí, un universo oscuro y tenebroso, hambriento de poder, obstinado, altivo e incluso soberbio. - Loan bajo su cabeza con pena, esas no eran las cualidades que debía tener un tigre blanco. - Aunque debo reconocer que lucha por no serlo, las pocas estrellas que brillan en él tratan de concederle un poco de luz, pero no es suficiente, ¿comprendes lo que digo? - Loan respiro con pesadez, lo comprendía.
- La luz que tratamos de darle como familia no es suficiente como para guiarlo. - susurro con pesar Loan.
- Así es, pero no pienses de más, Shen no será el tigre blanco, pero será la garra más poderosa que cuide al próximo líder, aunque...
- ¿Qué? - nunca era bueno que un monje dudara a la hora de hablar del destino.
- Creo que deberías decirle quien fue su madre, porque si él lo descubre por su cuenta, puede que su oscuridad nos cubra a todos. - Loan solo afirmo con la cabeza, pero tanto él, como el monje, sabían que eso no era algo que solo dependiera de Loan, Jade tendría siempre la última palabra, después de todo, ella fue quien lo salvo del destino al que su madre biológica lo había sentenciado.
El monje bajo su vista al rayo que surcaba el lado izquierdo del tigre, y de forma inconsciente sonrió.
- Huang Lei, es el nombre de tu segundo hijo, un trueno brillante, segador al ser portador de tal belleza, como el rayo que aquí decora tu espalda, es imposible no verlo, la luz que posee es tanta que incluso ciega a quien lo ve, pero es un alma libre, él está dispuesto a tratar de escapar de su destino, pero al fin el rayo caerá donde tenga que caer, sin importar que tan prohibido sea ese lugar. - Loan giro con brusquedad y vio con enfado al monje, quien le sostuvo la mirada sin miedo alguno.
- Pocas cosas están prohibidas para un tigre...- rebatió casi de forma desafiante.
- Y ese es el problema, él no será el tigre, y será mejor que digieras lo que acabo de decirte, tómalo con calma, no olvides que Huang puede tener la luz de su padre Park. - Loan trago con fuerza para que el nudo en su garganta desapareciera, pues a pesar de que los años habían pasado, aun le costaba hablar de su hermano menor, ese que murió tan joven y dejándole a Jade el cuidado de Huang Lei. - Pero, por sus venas también corre la sangre de su madre, una asesina que en minutos acabo con desenas de hombres, que los prejuicios que existen para algunas cosas, no te hagan olvidar que Huang puede ser una luz brillante dadora de felicidad y calma como lo era Park o un ángel sin alma como su madre si lo lastiman. - Loan estaba aturdido, no tenía prejuicios ante lo que algunos consideraban prohibido, pero una cosa era él y otra era el clan, aun en tiempos modernos, algunos veían como aberraciones ciertos actos, estaba tan sumido en esto último que no reparo en lo más importante y era la última opción, esa sí que estaba prohibida.
- Mei Ling, tu hija se llama así, destellos de Jade.
- Sí, escogí ese nombre porque tiene los mismos ojos que Jade, verdes, brillantes y... - solo entonces Loan recordó a que había acudido al monasterio. - No puede ser. - dijo al tiempo que giraba y ahora veía con miedo al monje, el cual le sonreía, y por un segundo Loan se planteó la idea de matarlo.
- El destino es el destino y de él nadie escapa, tu hija será la primera mujer en estas tierras en tomar el lugar de líder de un clan, felicidades Loan Zhao, tus hijos son tan fuertes, que ni siquiera lo prohibido los podrá detener, antes pondrán a arder a todo el país de ser preciso.
Loan salió de aquel lugar azotando la puerta de madera maciza, maldiciendo el momento que se le ocurrió ir al monasterio en busca de la supuesta paz que le daría conocer el destino de sus hijos, y consiguiendo solo arder, arder en las llamas del destino.
- Era mía por ley, yo la vi primero, por ella adopte mi forma humana y solo por ella ardo en mil formas diferentes. No pertenece a los hijos de la luna. Ella es la elegida, la única que puede controlar a este Fénix, el primogénito del dios sol, el más antiguo, mi nombre es Nuriel, fuego de dios y ella es mi destino. - Me debo a los bosques vírgenes, a las cumbres nevadas, al momento efímero. Soy uno de los tantos descendientes del dios sol, dador de vida, hijo de un elfo y un hada. Mi deber es cuidar al más débil, a quien no puede defenderse. ¿Quién diría que escucharía su voz y mi existencia dejaría de tener sentido? Me he convertido en su esclavo por solo escuchar el latir de su corazón. Ella es mía, soy Ikigaí, el camino que realizas para conocerte y yo le mostrare que quedarse conmigo es su mejor opción. - Somos hijos de la luna, se nos ordenó cuidarla como castigo y así lo hicimos, porque ya no teníamos nada en nuestra existencia a lo que aferrarnos. Somos rechazados y aun así no deseamos morir, queremos amar y ser amados, por lo que aceptamos el pedido de la luna cambiante Aysel, con la promesa de que nos daría una nueva compañera, si conseguíamos su perdón, no estaba en nuestros planes enamorarnos, pero tampoco lo quisimos evitar. Somos hijos de la luna y la hemos reclamado como nuestra, le guste a quien le guste. - Estoy segura de que cuando mi madre escogió mi nombre no pensó que tan bien me quedaría, soy Kalila, que significa la más querida, eso estaría bien, si no fuera porque me encuentro en medio de cinco seres sobre naturales, uno más peligroso que el otro, dos son hijos del dios sol, tres son hijos de la diosa luna y en medio yo, una simple humana con alma de cazadora. Soy Kalila y esta es mi historia.
Mi nombre es princesa Antara primera del reino Kael, o al menos ese era mi nombre, pero cuando el reino de las brujas cayó, mi vida cambio, pase de vestir sedas y ser adornada con oro, a ser cubierta con harapos y lodo, una vagabunda mendigando en las calles del reino de Joako, los lobos son crueles con los extraños, pero entre todos ellos, creí tener una posibilidad de vivir, fingiendo ser una simple humana, el Duque White sufría por la pérdida de su hija y me acogió como remplazo, no fue fácil, pero pensé que había logrado al menos ganarme su cariño, pero luego entendí que no podía dar nada por sentado, comprendí que si no queria regresar a las calles, solo me quedaba una opción, atrapar al futuro rey Alpha, cualquiera diría que sería fácil salir embarazada de semejante hombre, claro que teniendo en cuenta lo loco que ese bastardo esta, lo genial seria salir viva luego de estar con él.
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Mi vida fue un calvario, un mal cuento, aun así, me aferre a lo único que me daba esperanzas, mi compañero, no me importaba de que especie fuera, solo queria que me encuentre, y tener al fin un poco de felicidad, pero claro que nunca nada sucede como deseo. Ahora se supone que mi vida cambio, incluso hasta mi nombre, pero, sin embargo, el dolor permanece, se supone que debía cuidarme, amarme y respetarme, era mi Alpha después de todo, pero resultó ser un maldito, y lo peor, es que me embarazo, estoy embarazada del maldito Alpha, y ya no sé qué hacer con mi vida, ni siquiera sé si tengo una.
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