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Cuando Ava Howard descubre que su prometido únicamente está con ella para conseguir acuerdos empresariales con su familia y así aprovecharse de su dinero, decide abandonarlo todo. Viaja a Nueva York donde se crea un camino como modelo y años después regresa a su casa en Londre, ahora siendo la mujer más poderosa de su sociedad y con la capacidad y el deseo de deshacer la vida de su ex prometido. Pero, ¿Podrá Ava conseguir su venganza? ¿O no podrá aún controlar aquellos impulsos de su corazón?
Ava había terminado su rutina del día y se sentía más agotada de lo que había anticipado. Las series de sentadillas, las extensiones y las prensas, cada una más difícil que la anterior, la habían dejado sin muchas fuerzas, pero satisfecha. Mientras se estiraba, Aaron, su entrenador, se acercó con una sonrisa.
-Vas muy bien -dijo, observando cómo ella intentaba recuperar el aliento-. Se nota el progreso. Este mes has superado las marcas anteriores en un par de repeticiones. Si sigues así, esos objetivos que tienes en mente no se te escaparán. - Ava asintió, tomándose un sorbo de agua. Su ropa deportiva, un conjunto negro que había comprado el mes pasado, pegada a su piel por el sudor, le recordaba lo cansada que estaba, pero también lo bien que se sentía al saber que estaba en el camino correcto.
-Sí, lo sé. Es raro, pero siento que ya no me duele tanto al día siguiente. Estaba esperando más dolor... -rió, aunque su risa se mezclaba con la respiración entrecortada-. Y todo eso me ayuda a sentir que realmente estoy mejorando. - Aaron se apoyó contra una de las columnas, observándola con una leve sonrisa.
-Eso es lo que pasa cuando eres constante. Y no olvides que esto es solo el comienzo. A este paso, no habrá meta que te quede fuera de alcance. Solo tienes que seguir trabajando duro. - Ava lo miró, agradecida, y guardó su botella de agua en su mochila.
-Gracias, Aaron. Si todo sigue así, tal vez pronto me puedas ayudar con otro objetivo... -dijo, sonriendo mientras terminaba de guardarse las últimas cosas en la mochila. Aunque las palabras estaban cargadas de inocencia, una ligera risa escapo de sus labios.
Finalmente, salió del gimnasio y se dirigió hacia su BMW estacionado en la acera. Mientras encendía el motor y salía del aparcamiento, pensó en la cita que había planeado con Lili para ese día en el centro comercial. La idea de comprar algo nuevo la había animado, y la necesidad de desconectar por un rato también era fuerte.
Sin embargo, al girar hacia la carretera, en lugar de tomar el camino hacia el centro comercial, sin pensarlo, giró hacia la dirección que la llevaría a la casa de Elliot. Recordó sus palabras de la mañana: "Estoy un poco indispuesto por el resfriado que cogí en las montañas el fin de semana. Tal vez más tarde te llame para vernos..."
Ava se mordió el labio inferior, dudando un momento. Quizá no era el plan más sensato, pero el hecho de que él estuviera mal la hacía sentir como si fuera una de esas raras ocasiones en las que tenía la oportunidad de ser su "salvavidas". Decidió hacerle una visita rápida, solo para ver cómo estaba. Mientras conducía, pensó en lo que podía hacer para aliviarlo. En el camino, hizo una parada en una farmacia y entró rápidamente a comprar algunos medicamentos.
-Un antigripal, paracetamol, y algo de vitamina C, por favor -le pidió al farmacéutico, mientras registraba mentalmente todo lo que necesitaba.
Ya con las medicinas en la mano, sacó su teléfono y le envió un mensaje a Lili:
"Lo siento, llegaré tarde. Estoy pasando por la casa de Elliot, tiene un resfriado. Nos vemos después."
Ava presionó "enviar" y volvió a poner el teléfono en su bolso. Con una mezcla de ansiedad y ternura, continuó su camino hacia la casa de Elliot.
Al llegar, aparcó frente a la entrada y, al salir del coche, notó que la puerta del porche estaba entreabierta. Con la intención de sorprenderlo, comenzó a acercarse al umbral, pero justo antes de tocar la puerta, escuchó las voces provenientes del interior. Aún no estaba visible para ellos, pero las palabras eran claras.
-No puedo seguir así, Elliot -la voz grave de un hombre, profunda y cortante, resonó en sus oídos. Era la voz de su padre. -¿De qué estás esperando para dar el siguiente paso? ¿No ves lo que está en juego? - Elliot respondió, un tono irritable en su voz, que Ava reconoció como uno de sus estados más tensos.
-Déjame en paz, papá. Sabes perfectamente que no se trata solo de un anillo y una fecha. -Una pausa. La discusión parecía caldearse aún más-. La razón por la que me casaría con Ava, si es que eso es lo que insisten, es porque nuestra situación económica está... en números rojos. Necesitamos la influencia de su padre, su capital, para solucionar los problemas de la empresa.
Ava se quedó paralizada, una ola de confusión la golpeó. Un peso invisible le oprimió el pecho. Recordaba cómo Elliot la había mirado con ternura, cómo le había hablado con dulzura, con promesas de un futuro compartido. Pero todo eso, todo ese amor que había sentido, parecía desmoronarse ahora en algo frío y calculado. En algo que no tenía nada que ver con lo que ella había imaginado.
Casi sin pensar, retrocedió, y con el corazón golpeándole como un tambor en el pecho, se dio la vuelta. No quería que la descubrieran, no quería escuchar más. Con la prisa de quien ha sido atrapado en una mentira que no sabe cómo enfrentar, se apresuró a entrar al coche y arrancó el motor.
Con las manos temblorosas, condujo hasta su casa. Al llegar, no pudo más. Se quedó dentro del auto, con el motor apagado, la puerta aún cerrada. Y las lágrimas empezaron a caer. No pudo evitarlo. Sintió su corazón romperse en mil pedazos. Todo lo que había creído sobre su relación con Elliot se desmoronaba ante sus ojos.
Pasaron varios minutos antes de que su padre llegara. Al verlo acercarse, Ava limpió rápidamente sus lágrimas, tratando de recomponerse, pero su padre ya la había visto. La miró con preocupación, y sin preguntar, abrió la puerta del coche.
-¿Qué pasa, hija? - preguntó, al ver su rostro enrojecido y las marcas de las lágrimas en su piel.
Ava lo miró, respiró hondo y, con una mezcla de tristeza y alivio, respondió:
- Papá... no me siento lista para casarme. No quiero hacerlo ahora. Y lo que es peor, no quiero hacerlo por las razones equivocadas. - Necesito tiempo, y creo que debo irme a Nueva York. Quiero enfocarme en mi carrera antes de tomar decisiones tan importantes.
Su padre la abrazó sin decir una palabra, pero en su mirada estaba aquel amor que ella necesitaba más que nunca. Después de un largo silencio, le respondió con suavidad:
-Haz lo que creas que es lo mejor para ti, Ava. No te apresures, lo único que te pido es que seas feliz.
Ava sonrió a través de sus lágrimas, aliviada. Aunque su futuro seguía incierto, en ese momento sabía lo que necesitaba hacer.
Jade siempre había creído que el éxito en la vida era cuestión de lógica y esfuerzo. En la universidad, sus notas eran su única prioridad, su única forma de definir su valor y su futuro. Era una joven pragmática, que se sumergía en los libros con la esperanza de que sus esfuerzos la llevarían a un puesto prestigioso y, en algún momento, la satisfacción de haber logrado todo lo que se había propuesto. Pero lo que nunca imaginó es que el amor tocaría su puerta de una forma tan inesperada: en la forma de una serie de notas en su semestre, una calificación tras otra que reflejaba algo más que su dedicación y esfuerzo. Era la aprobación silenciosa de alguien que había estado cerca todo el tiempo, un compañero que, entre clases y proyectos, se había ido convirtiendo en algo más que una sombra en sus días. Sin embargo, Jade no lo vería de inmediato. Como siempre, estaba demasiado centrada en sus metas y su enfoque hacia el futuro para darse cuenta de que había algo mucho más profundo en esas interacciones cotidianas. Solo cuando las puertas de la graduación se cerraran ante ella, cuando el tiempo ya no pudiera retroceder, Jade se daría cuenta de lo que había perdido en su búsqueda incansable por el éxito. ¿Será entonces demasiado tarde para confesarse lo que siempre estuvo allí, entre líneas, en las notas que nunca entendió por completo? ¿Podrán los dos, ahora con el peso de las decisiones y el tiempo encima, encontrar una manera de estar juntos a pesar de los años perdidos?
Tras una noche apasionada, Verena dejó algo de dinero y quiso marcharse, pero fue retenida por su acompañante: "¿No te toca a ti hacerme feliz?". Verena, siempre disfrazada de fea, se acostó con el tío de su prometido, Darren, para escapar de su compromiso con su infiel prometido. Darren gozaba de respeto y admiración, todos creía que era frío y temible. Corría el rumor de que lo habían visto besando a una dama contra la pared, pero muchos no lo creyeron. Después de todo, ¿quién podría conquistar el corazón de Darren? Entonces, sorprendentemente, Darren fue sorprendido agachándose para ayudar a Verena con sus zapatos, ¡todo para conseguir un beso de ella!
Todos se sorprendieron cuando estalló la noticia del compromiso de Rupert Benton. Fue sorprendente porque se decía que la novia afortunada era una chica normal, que creció en el campo y no tenía nada a su nombre. Una noche, ella apareció en un banquete, lo cual causó una sensación a todos los presentes. "¡Cielos, ella es tan hermosa!". Todos los hombres babeaban y las mujeres se pusieron celosas. Lo que no sabían era que esta supuesta pueblerina era en realidad una heredera de una fortuna de mil millones de dólares. No pasó mucho tiempo antes de que sus secretos salieran a la luz uno tras otro. Las élites no podían dejar de hablar de ella. "¡Dios mío! Entonces, ¿su padre es el hombre más rico del mundo?". "¡También es esa excelente pero misteriosa diseñadora que mucha gente adora! ¿Quién lo hubiera adivinado?". Sin embargo, un montón de gente no creía que Rupert pudiera enamorarse de ella. Pero les cayó otra bomba. Rupert silenció a todos los detractores emitiendo un comunicado. "Estoy muy enamorado de mi hermosa prometida. Nos casaremos pronto". Dos preguntas estaban en la mente de todos: "¿Por qué la chica ha ocultado su identidad? Y ¿por qué Rupert estaba enamorado de ella de repente?".
-Nuestro amor nos llevará a terminar como Romeo y Julieta. - ¿Juntos? - ¡No! Muertos. -Tú siempre tan romántica. -Y tú, tan estúpido. -Ya hablo doña perfecta. -Aunque te cueste reconocerlo, así que no pienso seguir perdiendo mi tiempo contigo. Me retiro antes de que se me pegue lo malo, con permiso joven Sanz. -Hasta nunca B-R-U-J-A fea. Espero que choques en tu escoba voladora y te destroces el rostro para no volverte a ver la cara de mustia amargada que tienes. -Qué tus buenos deseos se te multipliquen insecto -grito la chica al salir corriendo de la casa para tratar de llegar lo más pronto a la parada y alcanzar el último autobús que la llevaría de regreso a la Universidad de Barcelona, donde estudiaba. Esto era tan solo una pequeña pelea a la que se tenía que enfrentar cada vez que se encontraban en la residencia de la familia Sanz o donde coincidieran, en donde había sido contratada como niñera del menor de los hijos de la familia. - ¿Podrás algún día dejar tranquila a "Mi Vale"? Sigue por ese camino y me voy a asegurar que papá te quite todas las tarjetas, congelé todas tus cuentas y de pasada te ponga a trabajar para que dejes de estar molestando a mi chica. - ¡Mocoso! Nadie pregunto tu opinión, ¡Cuidado y abres la boca o me desquitaré contigo! Deberías de estar de mi lado y no de un espantapájaros como ese que no es parte de tu familia y a duras penas conoces. -Mira, quien habla, el chico más estúpido que puede existir en toda la ciudad, si no fuera por tu cara bonita, nadie se fijaría en ti. Te aseguro que en esa cabeza no hay ni gota de masa encefálica de la cual puedas presumir como ella. - ¡Basta! Lárgate a tú cuarto o voy a acabar contigo en menos de un segundo. - ¡Huy! Ya se enojó el niño bonito. Te estaré vigilando, no vuelvas a molestar a Vale. Si ella se marcha por tu culpa, me aseguraré de cumplir todo lo que te he dicho y sabes que no bromeo HER-MA-NI-TO. ¿Quién se atrevía a desafiarlo de esa manera? ¡Claro!, otro Sanz, uno que por lo menos conocía el amor y respeto a las personas sin importar su clase social o personalidad. Para este chico todas las personas eran iguales, hasta que demostraran lo contrario.
Hace tres años, Avery quedó maltratada y sola por el hombre que más amaba, Dylan, pero ella completó valientemente la ceremonia de la boda mientras estaba embarazada. Tres años después, aunque estaban casados, con el tiempo se distanciaron. Avery se centró en su carrera y ya no creía tontamente en el amor. Pero su transformación instantáneamente hizo que Dylan entrara en pánico... ¿Y cuál es el secreto de hace 11 años que Avery siempre se ha mostrado reacia a revelar? *** "Fue a un bufete de abogados, se reunió con un abogado..." ¿Un abogado? ¿Avery está demandando a alguien? ¿OMS? ¿Existe algún litigio reciente contra la empresa? De repente, Dylan se rió entre dientes con frialdad: "¿A quién podría demandar? Soy el director ejecutivo de esta empresa. ¿Cómo es que ese asunto no me llega a mí primero?" La asistente tragó nerviosamente y habló en voz baja: "Señor, no hay ningún litigio contra la empresa. Se reunió con... un abogado de divorcios".
Durante tres arduos años, Emily se esforzó por ser la esposa perfecta de Braiden, pero él todavía se mantenía distante con ella. Cuando él le pidió el divorcio por otra mujer, Emily desapareció. Sin embargo, cuando reapareció más tarde, se convirtió en su última fantasía. Despidiendo a su ex con una sonrisa burlona, ella le desafió: "¿Te interesa una colaboración? ¿Quién te crees que eres?". Los hombres no le servían para nada; Emily prefería la independencia. Mientras Braiden la cortejaba sin descanso, descubrió las identidades secretas de Emily: hacker de alto nivel, chef, médica, talladora de jade, corredora clandestina... Cada descubrimiento aumentaba el desconcierto de Braiden. ¿Por qué los conocimientos de Emily parecían ilimitados? El mensaje de Emily era claro: destacaba en todos los aspectos.
Kallie era una muda. Su marido la ignoró durante cinco años desde su boda, no solo esto, ella hasta sufrió un aborto por culpa de su cruel suegra. Tras el divorcio, Kallie se enteró de que su exmarido se había prometido rápidamente con la mujer que realmente amaba. Sujetando su vientre ligeramente redondeado, se dio cuenta de que él nunca se había preocupado realmente por ella. Decidida, ella lo dejó atrás, tratándolo como a un extraño. Sin embargo, tras su marcha, ese hombre recorrió el mundo para buscarla. Cuando sus caminos volvieron a cruzarse, Kallie ya había encontrado una nueva felicidad. Por primera vez, él se humilló ante ella y le suplicó: "Por favor, no me dejes...". Pero la respuesta de Kallie fue firme y despectiva, cortando cualquier vínculo entre ellos: "¡Lárgate!".