/0/17590/coverbig.jpg?v=e5dd870171d1a03290f63734b7de0fdf)
Mi compañera de habitación era una bomba de tiempo: fiestas, mentiras, y un olor a alcohol que saturaba el aire. Pero cuando la universidad exigió donar sangre, ella desapareció, solo para reaparecer con extrañas marcas y el pánico en los ojos, obligándome a reportarla por mi propia beca. En represalia, fui acusada de difamación y mi beca se puso en riesgo, con mi carrera universitaria pendiendo de un hilo. ¿Cómo era posible que una simple preocupación por la salud de mi compañera pudiera costarme todo? Frente a la humillación pública y la amenaza de perderlo todo, me di cuenta de que mi ingenua preocupación había sido un error; ahora, era el momento de pasar del miedo a la acción.