Instalar APP HOT
Inicio / Romance / Nunca dije tu nombre
Nunca dije tu nombre

Nunca dije tu nombre

4.7
6 Capítulo
5.3K Vistas
Leer ahora

Acerca de

Contenido

Miriam, una simple chica que pierde la cabeza sin quererlo y a primera vista no causa la mejor impresión. Su trabajo como animadora en un hotel no es lo deseado, pero merece la pena por la familia que ha formado en los cinco años que lleva allí y no piensa perderlo así como así, y menos por un pianista, Lucas. Cuando se trata de luchar por lo que quiere no pierde la oportunidad, ¿Cree querer todo lo que pensaba?

Capítulo 1 Las alas

Las 21:30, acabo de salir del escenario principal dejando paso a mis compañeros, tengo solo un par de minutos para cambiarme de ropa y aparecer vestida como si fuese Campanilla.

Con el tiempo pegado a los talones me pongo el body color verde combinado con un tutu a juego y me da tiempo a mirarme en el espejo para ver que el moño sigue en pie, con su color rubio intacto y sin ningún pelo rebelde. Me acerco al escenario escondiéndome tras el decorado y espero a oír la frase que me da entrada para hacer de mi segundo personaje y último.

- ¿Estás ahí campanilla? - dice mi compañera vestida de Silvermist.

Salgo de entre bambalinas siguiendo el recorrido que siempre hago en los ensayos y mientras va transcurriendo la escena la cara de mi compañera va cambiando a ratos, pasa de ser su personaje a poner cierta cara de circunstancia como si estuviera pasando algo de lo que no soy consciente y así es hasta que ambas salimos de escena volviendo a la parte trasera.

- Miriam se te han olvidado las alas.

Exactamente era eso lo que estaba pasando y no captaba, los niños han debido de alucinar cuando Campanilla se ha ido 'volando' con Silvermist, y lo peor de todo es que no es la primera vez que Campanilla se vuelve un tanto mágica en este aspecto, el año pasado para ser más exactos un niño me interrumpió hasta que le conteste que mis alas se habían vuelto transparente, ese día lo acabé con una gran charla del director del musical y al día siguiente mi jefe me dijo que lo pasaría por alto, y ha pasado ya tantas cosas por alto que cualquier día cuando venga a trabajar, incluso mañana mismo, podría ser mi último día. Lo único que me alivia un poco es saber que no tienen a alguien de repuesto para ocupar mi sitio y no es por tirarme flores, pero alguien como yo sería muy difícil de encontrar.

-Bueno, al menos esta vez ningún niño parece haberse dado cuenta - suspiro mientras me siento quitándome los zapatos.

-Eso parece, pero póntelas ahora para las fotos y si te preguntan, siempre las has llevado.

Antes de que nos dé tiempo a descansar o soltar un suspiro más el director del musical entra a lo que él llama camerino para camuflar lo que es un triste cuartucho con más decorados que sitios para prepararse cuando toca salir en acción. Hace un simple chasqueo de dedos llamándonos y señalando hacia fuera, de donde vienen voces de algún que otro niño con sus padres a la espera de hacerse la más deseada foto de su vida con Campanilla y sus amigas.

-Id saliendo vosotras - digo a mis compañeras - voy a ponerme las alas.

A medida que van saliendo el ruido aumenta un poco y me cuesta distinguir entre lo que es emoción y deseo, cojo las alas y salgo rápidamente a la llamada del barullo formado por los niños y los padres, más de los segundos que a veces se toman demasiado a pecho las fantasías de sus hijos olvidando que nosotros no dejamos de ser personas disfrazadas e incluso cansados de tanta foto y griterío.

Sonrío en todas y cada una de las fotos intentando ser Campanilla todo el rato, aunque la Miriam con sueño sale a ratos y a medida que pasa el tiempo con más frecuencia, lo único positivo es que cada vez hay menos niños y seguro que ellos tendrán más sueño que yo, o eso espero porque voy a acabar firmando mi propio despido hoy y ahorrándome tener que venir mañana.

-Bueno, esta es la última chicas, una de todas juntas venga - nos pide el director tumbándose él en el suelo.

Nos hacemos la foto familiar y soy la primera que huye corriendo al "camerino" evitando poder liarla. Me siento en la silla que hay frente al tocador y me desmaquillo antes de ir a casa para evitar caer en mi problema de siempre, llegar cansada y dejarlo para el día siguiente por la mañana lo cual es peor. Me quito mis sonotones, los cuales llevo desde que tengo dieciocho años debido a la hipoacusia neurosensorial que me diagnosticaron, en un intento de desconectar de cualquier mínimo ruido y centrarme en mis pensamientos que ya hacen el ruido suficiente.

Mis compañeras van llegando y como quien se pone la tele de fondo mientras hace otras cosas, simplemente las oigo y miro por el espejo de vez en cuando hasta que termino de quitarme los kilos de maquillaje que me habían puesto ellas mismas e intento integrarme en la conversación.

- ¿Qué viene Chicote? - pregunto llamando la atención sin darme cuenta.

-No, que viene un chico nuevo mañana o eso ha oído Luna- me explica una de ellas con una sonrisa en los labios.

-Si, bueno, mientras que preguntaba por lo de las actividades en la piscina ha entrado una de las secretarias y ha dicho algo así como "el chico viene mañana para la prueba" - dice Luna intentando imitar la voz de la secretaria y haciendo que todas riamos.

- ¿Y qué va a hacer? ¿No se irá nadie no? - digo con miedo.

-No creo, si alguien dejara el trabajo lo sabríamos, principalmente se habría despedido o lo hubiera dejado caer, porque eso se nota teniendo en cuenta que ya llevamos mucho tiempo trabajando juntos y somos como una familia - me explica Luna mientras se quita parte del maquillaje.

Afirmo no muy convencida ante tal idea he intentado ocultar el otro pensamiento que aflora en mí. Me quedo sentada mientras todas se cambian y se van despidiendo hasta quedarnos como siempre Luna y yo que solemos esperarnos también porque vivimos juntas e ir separadas no tiene mucho sentido. Me deshago del disfraz y vuelvo a darle vueltas a la idea de que quizás este haya sido mi último día y el chico que viene es mi sustituto, soy más reemplazable de lo que pensaba viéndolo ahora.

- ¿Miri? - me llama Luna tocando mi brazo y poniéndose frente a mi- Los sonotones que se te olvidan al final.

-Ay Dios, gracias, ni me acordaba que los había dejado donde los hayas encontrado.

- ¿Estás bien? Bueno, mejor dicho, ¿estás aquí?

-No, tengo la cabeza en todos lados menos aquí. ¿Y si el chico este viene para sustituirme a mí? La he cagado demasiado en el último año y creo que empiezan a estar hasta las narices de mí- confieso atemorizada.

-Si hombre, sustituirte a ti, ¿se va a vestir de Campanilla? Mañana cuando le vea solo voy a poder imaginármelo así y me va a hacer mucha gracia - ríe haciéndome reír a mí también.

-O con mis tacones puestos haciendo de pija, eso va a ser mortal- río soltando un poco el miedo que me invadía

-Dios mío y cuando le toque hacer la parte que cantas, van a salir los niños corriendo y los padres reclamándonos el dinero.

Ambas nos empezamos a imaginar las posibles escenas e incluso las recreamos como podemos poniendo voz grave siendo él y voz de niños cuando toca. Sin importar nada, con las tonterías olvido cada una de las otras escenas que tenía en mente donde mi jefe me mandaba a la calle o directamente el chico con una bonita patada en el culo me echaba de mi puesto.

Soy un tanto nerviosa cuando se trata de averiguar qué puede pasar mañana, si va a ser simplemente un compañero más o va a hacernos jugar el puesto a alguien. Sea como sea, no se lo voy a poner en bandeja de plata para que lo haga, aquí he formado una vida después de cinco años y no voy a perderla por cualquiera.

Precisamente por culpa de los nervios no paso mi mejor noche y a la hora del desayuno las tostadas se me queman por andar despistada. En compañía del café, que pocas veces tomo con cafeína ya que no me hace muy bien, voy al hotel donde aún pocos turistas están despiertos. Me acerco a la recepción del hotel y empiezan las sorpresas, en diez minutos debo estar en el despacho de mi jefe.

Parece que no va a ir bien el día, en definitiva.

Estoy esperando desde hace un cuarto de hora en la puerta del despacho y ya he hecho todas las sentadillas que llevaba guardadas desde hace un año de tanto levantarme y sentarme de las sillas de espera por los nervios, he acabado optando por andar aparentando tranquilidad por si la puerta se abriera en cualquier momento. Empiezo a contar cada paso que doy y cuando llevo cien planeo una explicación cutre para dar sentido a lo de ayer o a cualquier cosa que sea el motivo por el que estoy aquí.

Veo el manillar de la puerta torcerse un poco y una voz grave, que no es la de mi jefe, sale primero de dentro pese a que solo veo la mano de mi jefe que va saliendo del despacho poco a poco sonriendo como si estuviese viendo al amor de su vida.

-Muchas gracias de verdad, prometo no defraudarle- anuncia la voz grave.

-Eso espero, la verdad es que confío mucho en ti, cuando me enseñaron tu currículum enseguida pedí verte tocar y ahora al saber que también cantas, me parece que he hecho el mejor fichaje desde hace tiempo.

-Joe vaya, muchas gracias. Esto... me voy que acabo de llegar y aún no me he instalado si quiera.

-Claro, claro, tranquilo y bueno, te esperamos esta noche a las diez, ahora mismo anunciamos el evento.

Se hace a un lado apoyándose en la puerta y estrecha la mano con el chico, el cuál ayer con Luna me imaginé disfrazado de Campanilla y que ahora mismo soy incapaz de repetirlo. Sus ojos se achinan a la par que una sonrisa sale de su boca y me tengo que resistir a seguir mirando todos y cada uno de sus rasgos ya que se dirige hacia mi pasando por mi lado con un saludo tímido. Miro a mi jefe y aún sigue sonriendo unos segundo más hasta que me mira y disminuye el relucir, la cosa pinta mal y ahora mismo sí que me pongo en lo peor.

Paso al despacho con un simple gesto y ocupo la silla más cercana a la puerta, por si tuviera que salir corriendo en algún momento, él se coloca la camisa y se sienta al otro lado de la mesa, abre un cajón y saca la carpeta que guarda con mi nombre y donde está mi currículum.

Cada segundo que pasa me parece más largo que el anterior, con mi jefe mirando mi currículum y el chico que acaba de contratar en mi cabeza solo entra la idea de que soy yo la que tiene que hacer la maleta e irse de aquí cuanto antes.

-Bueno Miriam- dice después de un largo vistazo al papel de su mesa- ¿Sabes por qué estás aquí?

Típica pregunta en la que siempre metes la pata, piensas que es por una cosa y en realidad es por otra totalmente diferente y es así como te destruyes a ti mismo, me ha pasado demasiadas veces a lo largo de la vida así que opto por huir, por una vez.

-No lo tengo muy claro, podría ser por muchas cosas.

-Así es, en realidad son muchas cosas acumuladas, y como suele pasar cuando se van acumulando cosas llega un punto donde no se pueden más. Mira Miri, seré claro, tienes muchos despistes y este año más que ningún otro siendo sinceros, no sé qué te pasará ni que tendrás en la cabeza, pero debes centrarte, es decir, presta más atención a las cosas y todo lo que te digan que no sea en vano. Miriam, este va a ser el último aviso que te doy, de ti depende si el pie que tienes en la calle vuelve o se va.

-Lo haré, prestaré más atención y no volveré a olvidarme de nada, se lo prometo.

Suspira y apunta algo en los papeles de mi currículum antes de volver a guardarlos en su sitio, la tensión que tenía desaparece un poco pero su silencio me hace seguir alerta, me ha dado una última oportunidad y no voy a malgastarla, pero parece que guarda una sorpresa más.

-Por cierto, habrás visto al chico que ha salido de mi despacho ahora mismo supongo, él es nuevo y te quería pedir, ya que estás aquí, un favor, ayúdale a integrarse al equipo de animación.

- ¿Qué va a hacer aquí? Ósea, ¿qué actividad va a llevar a cabo?, mejor dicho.

-Por la noche va a tocar en el salón el piano para los adultos mientras los niños ven el espectáculo que toque, así también podrán disfrutar los que no tienen hijos de alguna actividad entretenida que no sea una actuación infantil.

-Ya...si, es verdad- sonrío mientras por dentro lo estoy odiando, incluso pensando formas de boicotearle.

-Bueno, eso era todo Miriam.

-Vale, muchas gracias.

Me levanto dejando de prestarle atención y centrándome en mis pensamientos, me ha dado una segunda oportunidad a la vez que pasaba a un segundo plano las actuaciones que hacemos todas las noches y en las que nos dejamos el alma haciéndolas con toda nuestra ilusión. Además, ni si quiera sé que ha apuntado en mi currículum cuando puede que ya esté hasta haciendo el trámite de los papeles del despido y simplemente me mantenga hasta ver cómo funciona el chollo del nuevo, otro marrón aparte que también me ha puesto a mí.

¿Qué tengo que integrarle?

Él solito sabrá hacerlo, ni que tuviera tres años, se le veía bastante mayor y con una sonrisa que me ha dejado flipando, pero lo importante es que está aquí y ahora mismo puede que esté dando incluso una vuelta por el hotel.

Como si fuese una niña pequeña me pongo nerviosa pensando en la posibilidad de encontrármelo y en seguida llamo a Luna con el móvil rezando porque no se lo haya encontrado y que esté preparando las actividades de la piscina de las que me estuvo hablando ayer mientras volvíamos a casa.

Suena el primer pitido y empiezo a rezar en voz baja y mirando hacia todas las direcciones mientras busco el lugar perfecto para pasar desapercibida si lo encuentro.

- ¿Por qué no me coges el móvil ahora y cuando es para cualquier tontería lo haces a la primera? - digo hablando conmigo misma y la Luna imaginaria que debería haberme cogido ya el móvil.

-Está usted hablando con el contestador automático de Luna, deje su mensaje después de la señal- suena de replica el robot seguido de un pitido como señal.

-Te odio- susurro antes de colgar- Llámame pronto Luna por favor, te quiero- digo en voz más audible.

Cuelgo y me paro en las escaleras camino a la piscina para comprobar si está ahí, dejo de pensar en el desconocido del cuál ni si quiera sé el nombre, es decir, tengo que integrarle y servirle como guía del hotel cuando ni si quiera me han dicho nada de él, su nombre, su edad o de dónde es. Podría ser un loco y voy yo a presentarle a mis amigos, no me gusta la idea y mucho menos lo que veo frente a mí. Está de espaldas a mí, pero sin duda alguna es él y está hablando con Luna. Si mi teoría de que puede ser un loco es verdadera me dispongo a interrumpir esa conversación.

-Luna te estaba llamando- corro hacia ella intentando no resbalar.

-Miri, no tengo el móvil, ya sabes que lo dejo con mis cosas. ¿Cómo fue? - dice haciendo girar al chico con sus palabras.

-Bueno... esto- cuando me acerco y veo al chico que me daba la espalda compruebo que no es el mismo, no es quién va a aporrear el piano- Vi al nuevo.

-Bueno, gracias por informarme sobre los horarios, nos vemos- dice él sonriendo y alejándose.

-De nada- contesta Luna- ¿Por eso corrías? ¿Es guapo y te has enamorado a primera vista o qué?

- ¿Qué? No, sabes que yo no soy así, solo que bueno, me han dado una última oportunidad para que no me despidan y el chico es pianista, va a tocar por las noches mientras nosotras hacemos la actuación infantil.

- ¿Despedirte? ¿Y traen al chico nuevo? Siempre hacen todo tan mal

-Si, siempre lo hacen así de mal, esta noche veremos qué tan buen fichaje es- digo acabando la conversación distrayéndome en mis pensamientos como siempre.

Va a tocar por las noches, le veré esta noche y por lo que ha dicho Robert, mi jefe, es el mejor fichaje que han hecho en mucho tiempo...tendré que comprobar que tan de buen fichaje ha sido.

Seguir leyendo
img Ver más comentarios en la APP
MoboReader
Instalar App
icon APP STORE
icon GOOGLE PLAY