¿Qué tan alto caerías por unos ojos azules? Rose no sabría responder con exactitud.
-Todo estará bien, Izan -dije enojado mientras vertía un líquido que parecía ser tequila al piso-. Estaré todo el tiempo contigo, lo juro.
Con un resoplido le di una última mirada a las oscura escalera que daba a las habitaciones de la enorme casa. Cole, mi mejor amigo, me había invitado a una fiesta que por algún milagro había aceptado por primera vez una de sus invitaciones. Lo que parecía ser una noche divertida rodeado de amigos, no lo fue.
Estaba bien las primeras dos horas acompañados con alcohol y la música fuerte pero después vino su novia, quien me odiaba por alguna razón desconocida, pero estaba bien no hubo ninguna escena de celos por parte de ella por lo que el ambiente alegre estaba intacto. Aún así lograron escabullirse de mi por lo que imaginaba se habían ido una de las habitaciones de la casa de John.
Respirando hondo no deje que mi respiración se entrecortara, lo había hecho millones de veces antes. Vamos, no podía tener un ataque de pánico aquí. Estaba seguro que nadie me ayudaría y probablemente moriría y nadie se daría de cuenta. Con ese pensamiento en mente mis ojos sentí mis ojos llenarse de lágrimas.
Aún regulando mi respiración me aleje de la oscura esquina de la casa. Con los ojos nublados y un posible ataque de pánico rodee a las personas a mi paso. Personas borrachas bailaban a mi alrededor y solo rezaba que pueda llegar rápido a la salida, estaba seguro que había visto a una chica meter su mano en el pantalón de lo que parecía ser su novio. Con mi mente nublada de insultos hacía Cole de lo mal amigo que era sacudí mi cabeza con pereza, lo que fue mala idea de mi parte ya que todo comenzó a dar vueltas.
Con un quejido saliendo de mis labios salgo del lugar. El frío de la noche me golpea y respirando el aire intoxicado de alcohol y marihuana deje que las primeras lágrimas salieran. Odiaba esto, odiaba a Cole por convencerme de venir, odiaba haber bebido, odiaba el olor a vomito de mi camiseta. Mierda, odiaba a cada persona de esta fiesta.
Dios, también odiaba ser tan sensible.
-¿Estas bien? -escuche la voz de un hombre a mi lado. Un poco sorprendido por lo silencioso que era lo mire a los ojos sin importar las gruesas lágrimas que todavía caían por mis ojos.
Era aterrador. Él lo era, es alto y delgado, sus facciones eran duras y sus ojos oscuros parecían burlarse de mi.
Bufé bajito. -Mala noche.
-Te entiendo -negó con la cabeza mientras sacaba un cigarrillo de su bolsillo delantero.
-¿Que haces en una fiesta para adolescentes? -pregunté, ignorando por completo el contante instinto de salir corriendo.
Él pareció pensar su respuesta. -Trabajo.
-Son la once de la noche -respondí confundido viendo el reloj de mi muñeca. ¿Que clase de trabajo tendría a esta hora? ¿Y por qué aquí?
Río mientras prendió su cigarrillo. -¿Quieres? -me enseñó lo que fuma.
-No gracias -negué secándome las lágrimas, solo me imaginándome lo patético que me habría visto-, no fumo.
-Vigilo al amigo de una amiga -respondió segundos después.
-Confuso -arrugue la nariz-. ¿Eres guardaespaldas o algo así?
El hombre no parecía molesto por mis constantes preguntas pero si divertido.
-Sí -confirmó.
-Soy Izan -me presenté sin mirarlo, viendo con curiosidad a la calle donde una camioneta blanca se estacionaba.
Él hombre siguió mi mirada y se tenso, con otra pregunta atorándose en mi garganta él apretó mi hombro y me forzó a caminar.
-Michael -murmuró entre dientes.
-Ok, Michael. Es hora de que sueltes mi hombro -reí nervioso mientras era arrastrado lejos de la fiesta.
Michael me ignoró y comenzó a murmurar insultos hacia él mismo sobre lo idiota que fue al dejar el auto tan lejos. Con las advertencias rondando en mi cabeza traté soltarme de su agarre. De repente se escucha unos disparos atrás de nosotros, desde la casa de John. Intento apartarme de Michael pero él ejerció más fuerza a mi hombro y sin ver ningún momento hacia atrás siguió arrastrándome a lo que parecía ser su auto.
-¡Basta, Michael! -grite atreves del ruido de disparos y gritos. Aún si poder soltarme de él deje escapar lágrimas de miedo y frustración.
Michael me miró unos segundos para después mirar detrás de nosotros y segundos después volverse pálido.
-Rápido, rápido, rápido -me obligo a correr. Saco unas llaves de su bolsillo y con un pitido por parte de un auto gris que estaba estacionado, Michael sin pensarlo mucho abrió la puerta trasera y empujó un par de cosas de los asientos, todo y sin soltarme ni un solo momento.
Con la respiración rápida y sintiendo mi cuerpo tembloroso me empujaron hacia la parte trasera del auto cerrando la puerta a la vez sin dejarme reaccionar. Con los ojos nublados de lágrimas cerré mis ojos, ignorando que había visto que alguien había empujado el cuerpo de Michael haciendo que choque con la puerta.
Solo quería desparecer.
Tantas emociones negativas en una noche que pronto me sentí tan cansado y con mi último quejido por parte de los golpes que escuchaba de afuera deje que el cansancio me hiciera dormir... O desmayarme.
Solo esperaba que Cole se encontrara bien.
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