«Las pasiones son como los vientos, que son necesarios para dar movimiento a todo, aunque a menudo sean causa de huracanes. Bernard Le Bouvier de Fontenelle (1657-1757» Margaret Smith; una apasionada profesora de literatura en la secundaria de Agoura Hills. Su vida transcurría de vida tranquila, hasta que una deuda la unirá a uno de sus estudiantes; Ethan Pirs, el cual hará que ella se sumerja en deseos oscuros, la sensatez que una vez la caracterizo desaparecerá por completo. Haciendo de ella una presa fácil de la lujuria. No obstante, Margaret no solo, tendrá que luchar contra la tentación por su estudiante, sino que también, deberá tener cuidado, con su ex amante, quien al ser rechazado por ella, entrará en caos.
Una deuda los unió, y ya no habrá vuelta atrás. La pasión y el deseo los harán esclavos de un sentimiento prohibido.
¿Qué hacer ante la insistencia de tu estudiante? En ocasiones creemos que nuestros bajos instintos, jamás saldrán a flote, nos hacemos a la idea de que los hemos controlado de la mejor manera posible. No obstante, cuando menos pensamos ellos despiertan para nunca irse.
¡Ah, Los Ángeles!, Ciudad ubicada en el sur de California, es la más poblada del estado estadounidense de California, Al noroeste de este condado, encontramos a Agoura Hills, ciudad tranquila de belleza, y dónde se suscitara una historia llena de intensidad.
Aquella mañana del cuatro de marzo del año 2019, Margaret se levantó con una gran sonrisa, y no era para menos, ese miércoles, era el aniversario número tres de su estancia en la escuela secundaria; durante su permanencia en la institución, Margaret se ha destacado: por ser inteligente, sagas, jovial y carismática, nunca ha cometido ninguna falta. Siempre va más allá, del solo hecho de enseñar, su tenacidad a la hora de lograr que los estudiantes se enamoren de la literatura es única, y es que ella está fuertemente convencida, que la lectura es liberadora.
Llena de regocijo por la celebración de su aniversario. Ella salió de su apartamento: sintiéndose vencedora, tal era el brillo que emitía, que contagiaba a cualquiera que estuviera a su alrededor; Margaret estaba convencida de que nada podría estropear su celebración pero los acontecimientos del día le demostrarían lo contrario.
Y mientras Margaret se quedaba atrapa por el tráfico de la mañana, una sorpresa era preparada por aquel que había sido cautivado.
- ¡Bien! Estén atentos todos, la profesora no demora en llegar, ella siempre es muy puntual, a mi señal soltamos los globos y cada uno de ustedes le entregará su respectivo regalo -la efusividad de Ethan tenía un poco desconcertados a sus compañeros, ¿de cuándo acá, el estudiante más rebelde e indiferente era tan amable?
-Vaya Ethan, jamás pensé que dejarías de ser el chico desobligado, para convertirte en un estudiante listo, y responsable -Marcus presentía que su gran amigo tenía intenciones ocultas, para él no era un secreto que Ethan siempre había sido caprichoso.
-Mi querido Marcus, todo se lo debo a ella, reconozco que en el primer año quise hacerle la vida imposible, pero ahora todo es diferente, pues me ha cambiado totalmente, y ya vete -la mirada de Ethan se iluminó, así que su amigo no tuvo más opción que apoyarlo como ya era costumbre.
En lo que Ethan y lo demás se encargaban de que todo fuera perfecto, y después de haberse zafado del molesto ruido de los transeúntes, Margaret sostenía una pequeña conversación con Robert, el vigilante del Higth School.
-Buenos días, Robert ¿Cómo amaneces hoy, y tu familia qué tal?
-¡Señorita Margaret! Que placer saludarla, este fin de semana mi familia estuvo muy bien, y yo también, como siempre, es un placer para mí verla y déjeme felicitarla por su aniversario. Es un gusto tenerla entre nosotros, de todos los que trabajan aquí, usted es la única que siempre es amable conmigo -dijo el vigilante, mientras de su bolsillo sacaba un pequeño estuche, que contenía una delicada pulsera-. Quizás no sea de oro, pero créame es con mucho cariño.
-No tenías por qué molestarte. Déjame decirte que es preciosa, la guardaré con mucho cariño y para mí también es grato saludarte. Sin tu ayuda, sería difícil cuidar de nuestros estudiantes, ahora si me disculpas me dirigiré a mi salón, antes de que se haga tarde, feliz día
Margaret se dirigió al aula donde era esperada con ansias.
-¡Sorpresa! -gritaron todos los estudiantes de forma eufórica
- ¡Guao! ¿Pero qué significa todo esto? -las lágrimas no tardaron en adorar el rostro de la profesora que era una montaña rusa de emociones.
-Esto, es por su aniversario. Déjeme decirle que mis compañeros y yo, nos sentimos muy complacidos de que usted esté con nosotros, su presencia ha sido como una luz, tal vez estos globos, flores y chocolates, sean poco para usted, pero no dude que todo es con mucho cariño -Ethan camino hacia Margaret y le dio un cálido abrazo.
-¡Ay chicos! Esto no me lo esperaba -su voz se entre cortó, la emoción que le albergaba era incontenible -, los quiero a todos, les prometo que seguiré trabajando para hacer de ustedes unos individuos valiosos para la sociedad-.Margaret instruyó a sus estudiantes para que tomaran asiento, y así dar inicio a las clases.
»Ahora tomen sus asientos que empezáremos la clase. Bien, como recordaran ayer, quedamos que para hoy, cada uno de ustedes, realizaría un escrito libre sobre un tema inspirador, así que los escucho, ¿Quién quiere empezar?, ¡a ver! Empecemos con... Abril, querida, harías los honores.
Abril pasó al frente a leer su escrito, luego prosiguieron sus demás compañeros. Ver la intensidad y pureza de sus estudiantes maravillo a Margaret, de cierto modo, aquellos jóvenes entre los dieciséis y dieciocho años, le resultaban fascinantes. Exceptuando a Ethan, quién se encuentra en los veintiún años, pues por su rebeldía, ha repetido varios grados académicos.
-Bueno Ethan, eres el último te escuchamos, pasa al frente -de alguna forma al ver a su estudiante Margaret se sintió atemorizada.
-Claro que sí, este escrito se llama ¡Quiero Que Seas Mía! Y me inspiré en la mujer que me atrapa -Ethan miró a su profesora de forma coqueta, probando que ella se sonrojará un poco.
-Adelante, comienza a leer -indicó Margaret desviando su mirada.
«¡Quiero Que Seas Mía! : quiero que seas mía, para hacerte vibrar de placer, quiero que hacerte sentir en las nubes, deseo ser el único dueño de tus gemidos, anhelo que tu boca solo pronuncie mi nombre cada noche, pretendo ser tu único dueño, pues no soportaría que alguien diferente a mí, llegase a tocarte, fantaseo con degustar el manantial de fuente día a día. Por eso y mucho más, quiero que seas mía»
-Muy bien, Ethan estuviste magnífico, fue corto, pero profundo. De corazón deseo que la chica en la que te inspiraste te corresponda algún día -en su interior Margaret deducía que el escrito tenía algo que ver con ella.
-Será mía, de eso no tenga duda -afirmó Ethan.
Al oír tal afirmación. El interior de Margaret se estremeció, no sabía cómo explicarlo, pero al ir escuchando su lectura, algo dentro de su mente, la hizo imaginarse junto a Ethan siendo esclavos del deseo y la pasión. «¡Dios, qué carajos! Él es tu estudiante, no lo olvides» Se recriminó, para sí misma, tratando de ocultar su vergüenza.
Los gestos de Margaret no pasaron desapercibidos para Ethan, quien sonrió sintiéndose vencedor. La clase transcurrió con normalidad, entre anécdotas y chanzas. El tiempo pasó más rápido de lo esperado.
-¡Bueno, chicos! Ya escucharon la campana, indica cambio de clases, por hoy hemos terminado. Para mañana hablaremos de Óscar Wild, así que cuando lleguen hoy a su casa, investiguen sobre él, que tengan un feliz resto de tarde, ¡Bye! -Margaret se despidió como ya era habitual, y luego se dirigió a la siguiente aula.
Aunque no fue recibida con bombos y platillos, por sus otros estudiantes, algunos la felicitaron y le entregaron uno que otro detalle. Durante el resto de la jornada Margaret actuó con mesura, bajo ninguna circunstancia ella demostraría, el efecto de aquel escrito. Por más que ella quiso encontrar una respuesta, ante las sanciones que invadían su mente y alma, no las encontraba, tal parecía que ya estaba por ser atrapada.
«Vamos, Margaret cálmate, no puedes estar así de intranquila por esas simples palabras». Una vez más, Margaret trataba de aplacarse a sí misma, para ella su carrera era lo más valioso. Así que se mantendría firme, lucharía con todas sus fuerzas, no caería ante sus bajos deseos. Pero por más que ella quisiera luchar, los hilos del destino harían de las suyas.
Siendo las cuatro y media, luego de una intensa jornada, Margaret salió de la sala de profesores, para dirigirse al parqueadero dónde sería abordada por alguien quien le era repulsivo.
-¡Uff... Arranca por un demonio! De seguir así, tendré que irme en taxi -la desesperación estaba por apoderarse de ella, hasta que...
-Margaret, ¿Tienes problemas con tu auto? -preguntó Nike, quien desde hace rato la estaba observando.
-Sí, no sé qué le pasa, no quiere encender, he intentado todo y nada funciona -respondió Margaret marcando distancia.
-Sí, lo deseas, puedo llevarte -el anhelo de Nike era estar cerca de la mujer que lo había rechazado cruelmente.
- No, yo me puedo ir caminando -la postura de Margaret era firme, bajo ninguna circunstancia ella caería en el juego de Nike por segunda vez.
-¡¿Vas a caminar?! ¡¿Pero si vives a cuarenta minutos de aquí!? -Nike ya estaba empezando arder.
-Lo haré o tomaré un taxi, lo único que quiero es no tener que enredarme contigo -Margaret abrió la puerta de su auto, y tomó su bolso.
-Sé que estás enojada porque te mentí, sé que hice mal en ocultarte que era casado, pero compréndeme tú me vuelves loco, si hubiera sido sincero... -el cinismo de Nike irrito a Margaret, a lo cual ella lo miro de arriba, abajo y luego lo escupió-, ¡¿estás loca, porque lo hiciste?! -Nike tomo a Margaret por el cabello.
-Suéltame, te he dicho que me sueltes -imploró ella, en lo que intentaba soltarse.
-Nadie me humilla, ni siquiera una mujerzuela como tú -Nike empujo con furia a Margaret haciendo que ella se cayera -, ya verás, pagarás tu ofensa.
Cuando todo parecía perdido. Ethan llegó como caído del cielo, y al ver tal escena él no dudo en intervenir, así que le propino un fuerte puñetazo a Nike.
-¡¿Cómo se atreva a lastimarla¡? -Ethan era como un volcán, a punto de erupcionar.
-¿Quién te crees tú, mocoso? -Nike estaba un poco confundido, por el golpe recibido-, ¡lárgate niñito, no tienes nada que hacer aquí!
-Eso no se podrá, me quedaré aquí por ella -Ethan ayudo a Margaret, la cual se sintió protegida-, ¿se encuentra bien? -preguntó él.
-Sí, de no ser por ti, no sé qué me hubiera hecho este loco-Margaret aún estaba un poco temblorosa.
-¡¿Oh sigue aquí, quiere más de mí?! -el tono burlón de Ethan, descontrolo a Nike.
-Más bien tú, eres el que sobra -grito Nike-. Nosotros solo conversábamos.
-Yo no vi eso, así que o te marchas o me encargaré de ti, y no te gustará el método que usaré -Ethan estaba dispuesto a todo o nada.
-Un enclenque de tipo no me asusta, puedes hacer lo que quieras -Nike se mostró confiado.
-¡Ya basta! Nike entiéndelo de una vez, no quiero nada contigo, desaparece ya. No volveré contigo, me engañaste, no tuviste en cuanta mis sentimientos: aun cuando yo, te demostré que en realidad me había enamorado de ti, lo único que hiciste fue usarme, ni loca, volveré al lugar, del cual me costó salir -Margaret actuó con seguridad y desprecio.
-Me iré, pero esto no termina aquí, tenlo presente -Nike Davis se marchó, lleno de impotencia, desde pequeño estaba acostumbrado a que todo se hiciera bajo sus condiciones, nadie le podía decir que no, y por esa razón, Margaret se había convertido en una opción para él.
-Ethan, gracias por tu ayuda. De no ser por ti, no sé qué hubiera pasado -Margaret continuaba nerviosa.
-No tiene por qué agradecerme, ¿segura de que está todo bien?-Ethan no se iría hasta estar totalmente convencido de que ya no habría problema.
-Sí, lo estoy. Ya que todo terminó, me iré a casa, nos vemos mañana -Margaret intentó zafarse de su estudiante.
-Espere, no crea que la desampararé, deje que la lleve -obtener un no por respuesta, no estaba dentro de las aspiraciones de Ethan.
Margaret aceptó irse con su alumno, ella sabía que de seguir sola Davis la volvería a abordar. En el camino ella se mantuvo silencio, así nada pasaría pero...
Continuará
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