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A Jacqueline acaban de romperle el corazón. Juan era su novio y ahora ella está destrozada. Elena, su mejor amiga, va en su rescate y la lleva para distraerse a casa de Andrés para cenar y charlar un poco. La velada está funcionando como Elena espera, Jacqueline lleva un par de horas sin pensar en Juan y divirtiéndose. Pero entonces siente la necesidad de ir al lavabo. Allí ve algo que no debería haber encontrado. ¿Qué hará ahora? ¿Saldrá huyendo de la casa? ¿Volverá al salón con Elena y Andrés como si nada hubiera pasado? ¿O hará algo totalmente inesperado y sorprendente? Y, lo más importante. ¿Qué será lo que ha visto? A partir de este momento, Jacqueline empieza a hacer uso de una terapia un tanto inusual, dando un giro radical a su vida. Después de todo tiene que arreglar su corazón roto. Con la ayuda de Elena y de Mónica, ¿lo conseguirá? Descúbrelo leyendo su historia.
Los mechones negros se rizaban bajo el torrente de sus lágrimas. La cabeza caída hacia delante, reposaba entre sus manos, que se turnaban para sujetar el pelo de sus sienes y tapar sus ojos negro azabache.
Los hombros hundidos se movían por el temblor que le ocasionaba su llanto. Su piel aceitunada brillaba exóticamente bajo la luz de la luna que se filtraba por la ventana del dormitorio.
-Oh mi niña, vamos ...
Levantó la mirada para poder ver a su amiga.
-Pero .. es que ... no lo ha visto ... y ...
–Tranquila cielo, con tanto llanto casi no te entiendo.
Pasaron unos minutos en silencio hasta que se calmó lo suficiente para poder hablar.
-Ay Elena, -soltó un suspiro desesperado- me ha dejado ...
-¿Cómo que te ha dejado?
-Si Elena, ha sido esta mañana. Juan me ha llamado para que llegase al hospital media hora antes de la reunión del departamento de Ginecología y Obstetricia diciendo que tenía una urgencia y que necesitaba la ayuda de otro ginecólogo -hizo una pausa para calmarse, pues las lágrimas amenazaban con volver a inundar sus ojos-. En cuanto he llegado he bajado a quirófano pero estaba vacío. Entonces he subido a urgencias y tampoco había nadie, en consultas tampoco y ... no ... -el llanto ahogó sus palabras de nuevo.
Elena se sentó junto a ella. Sabía que si la decía que no se lo contara si no estaba preparada su amiga se sentiría mucho peor. Jacqueline necesitaba desahogarse contándolo todo a una buena amiga, por lo que le puso una mano en su hombro y esperó sin decir nada.
-Verás -prosiguió Jacqueline- al no encontrar a Juan me dirigí a su despacho y allí estaba. Lógicamente le pregunté por la urgencia y me dijo que no existía ninguna urgencia, que me había llamado para hablar conmigo. Puedes imaginar mi cara de asombro, pero me quité la bata y me senté frente a su escritorio con una sonrisa creyendo que quería darme una sorpresa.
»Y vaya si me la ha dado -soltó un suspiro-. Me ha soltado que ya no tenía sentido nuestra relación, que llevaba un tiempo pensando en ello y que por fin había llegado a la conclusión de que en realidad no funcionabamos bien como pareja.
Los ojos de Jacqueline se desplazaron hacia la distancia a través de la ventana.
-Lo siento mucho cielo -dijo Elena.
-¿Sabes qué es lo peor? Apenas faltaban unas semanas para la preboda, y en tan solo cuatro meses ya habríamos pasado por el altar.
Jacqueline comenzó a examinarse los pies descalzos, que se estaban empapando de nuevo con las lágrimas.
-Mi niña, es un canalla -dijo Elena.
¼Bueno, al menos ha tenido el valor de decírmelo en persona -Jacqueline se encogió de hombros y mostró una sonrisa sarcástica.
-Levántate.
-Elena no me apetece.
-Vamos nena, ven, ponte frente al espejo.
-Debo estar ridícula con los ojos rojos y ...
-¡Jacqueline, arriba! -dijo Elena mientras encendía la luz.
Rápidamente, Jacqueline se levantó y se acercó al espejo arrastrando los pies. La mujer del espejo tenía los ojos rojos e hinchados, el pelo negro enmarañado a la altura de las sienes, donde ella llevaba toda la tarde ahogando su frustración a base de tirones para tratar de mitigar el dolor, con algunos mechones pegados a ambos lados de la cara que se rizaban por estar mojados.
-Estoy horrible, doy pena, -un nudo le atascó la garganta y tuvo que luchar para hacerlo bajar de nuevo- no me extraña que Juan me haya dejado con lo fea que soy.
Elena se acercó a ella y le aparto los mechones de la cara
-Mira tu cuerpo, tus piernas son largas y delgadas. Tus ojos negro azabache son preciosos. Tienes un vientre plano, una cintura bonita. Tienes una cara preciosa, una melena suave y brillante y... ¡mira qué busto!
-Si, me operé porque quería gustarle más a Juan, nada exagerado. Sólo tener el pecho firme y en su sitio, un pequeño implante de silicona debajo del músculo y ¡Voilá!, Un pecho bonito y de aspecto totalmente natural, incluso al tacto. Pero ...
-¿Pero?
-Juan ni siquiera lo ha notado. Y eso que siempre miraba embobado los escotes de todas las demás...
-Nena, tienes unos pechos bien turgentes -dijo Elena-. Al hombre que consiga hacerse con eso o le da un infarto o lo vuelves loco.
Jacqueline se contempló pensativa en el espejo. La verdad es que estaba muy contenta con el resultado de su operación y Juan no se merecía que a ella dejara de gustarle. Se ajustó la camiseta del pijama y, al no llevar puesto puesto sujetador, constató una vez más que había quedado perfecto.
Elena la giró suavemente para que se pusiera de perfil y le dio una palmada en el trasero.
-¿Esto no ha sido operado verdad?
-No -a Jacqueline se le escapó una risita.
-Y aún así, míralo. Terso, firme, incluso duro.
-Supongo.
-Amiga, eres preciosa y si el tonto de Juan no lo ve ese es su problema. ¿Por qué no disfrutas con lo que te apetezca? Él ni siquiera merece tus lágrimas.
Jacqueline se miró en el espejo de perfil, de frente e incluso de espaldas.
-Tienes razón, si Juan no sabe valorarme será porque no me merece.
-Vamos a hacer una cosa: date una ducha, vístete y arréglate. Esta noche vas a acompañarme a casa de Andrés y no, no acepto un no por respuesta.
Andrés, Andy cómo le llaman todos, es el compañero de trabajo de Elena y su mejor amigo.
-Andy lo está pasando realmente mal -explica Elena -. Hace una semana encontró a su novia con otro hombre, le estaba poniendo los cuernos. El pobre está destrozado, he conseguido que me invite a cenar esta noche para tratar de animarlo.
-¿Te ha invitado? Pero a mí no me espera -dijo Jacqueline.
-Digamos que me he autoinvitado con su consentimiento y tú también necesitas ánimo, así que te vienes conmigo.
-Pero ...
-No hay peros que valgan, conozco bien a Andy y sé que no le importará. Esta noche cenamos los tres en su casa.
>> Ale venga, a la ducha -dijo Elena empujando suavemente a Jacqueline hacia el baño, dando de esta manera por zanjada la discusión.
La pobre sirvienta sin familia ni dinero es rescatada por el CEO de una importante empresa de infraestructuras que opera por todo el país del prostíbulo en el que había acabado justo a tiempo de que ella pudiese complacer a ningún hombre. Con un uniforme bastante peculiar es obligada a servir en su casa, y a servirle a él en toda clase de juegos sexuales
Jacqueline nunca ha soportado a los violadores, como ginecóloga ha tenido que atender a innumerables víctimas de violación, muchas de ellas atroces (con mordiscos y mutilaciones como fue el caso de Lilian o la paciente 3619), a veces incluso a niñas. Tras sufrir ella misma varios intentos de violación que, gracias a dios, no llegaron a buen puerto, y conseguir meter al violador en serie más famoso de la ciudad en la cárcel, ha decidido utilizar sus conocimientos de artes marciales y de defensa personal para barrer cada noche los bajos fondos de la ciudad en la que vive buscando acabar con la lacra de depravados y desalmados que tienen a las mujeres aterrorizadas. Se ha convertido en LA GUARDIANA, con su moto recorre las calles de la ciudad en busca de mujeres a las que proteger, y en EL AZOTE DE LOS VIOLADORES. Palomy Pla
Historia +18 muy hot🔥 🔥 🔥 Soy una ginecobstetra a la que le encanta su trabajo y para quien lo más importante son sus pacientes. Además, soy una mujer fuerte y muy segura de sí misma que está a una sola semana de precasarse por lo civil con el amor de su vida. Sólo tengo un pequeño complejo, Juan siempre mira embobado los escotes de todas las demás, pero el mío no. ¿Que tengo un pequeño complejo? ¡Pues ya no!, me he operado el pecho en secreto para sorprender a mi futuro marido. Pero de golpe y porrazo Juan rompe conmigo dejándome destrozada y con el corazón roto sin haberse percatado siquiera del cambio en mi busto. Elena, mi mejor amiga, viene a rescatarme y me lleva para distraerme a casa de Andrés para cenar y charlar un poco. La velada está funcionando como Elena espera, llevo un par de horas sin pensar en Juan y divirtiéndome, pero entonces siento la necesidad de ir al lavabo. Allí veo algo que no debería haber encontrado. ¿Qué hago ahora? ¿Salgo huyendo de la casa? ¿Vuelvo al salón con Elena y Andrés como si nada hubiera pasado? ¿O hago algo totalmente inesperado y sorprendente? Y, lo más importante. ¿Qué será lo que he visto? A partir de este momento, empiezo a hacer uso de una terapia un tanto inusual, dando un giro radical a mi vida. Después de todo tengo que arreglar mi corazón roto... Ahora ya no confío en los hombres, lo único que me interesa de ellos es lo que tienen entre las piernas, incluso he creado una regla de oro para no correr el riesgo de enamorarme: "No más de una vez con cada chico con el que esté". ¿Seré capaz de cumplir mi regla de oro? Y, ¿cuánto tiempo podré seguir así?
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