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Muchos no saben lo que pasa al irnos de este mundo, pero hagas lo que hagas, no intentes regresar, no vaya a ser que lo que sucedió a este hombre te pueda pasar.
Querido desconocido:
Algo que muchos no saben, y lo que muchos no sabrán, es lo que sucede cuando nos vamos de este mundo.
Te diré algo muy importante, mi querido lector. No busques volver, pues las consecuencias pueden ser muy graves.
¿Por qué es esto? Verás, los guardianes que se encargan de dirigirnos a nuestro destino, solo conocen los asuntos del mundo de los no vivos, no del mundo de los no muertos, por lo que, si los convences de ir al mundo que ya no te corresponde, te atienes a grandes riesgos.
Si no crees en mis palabras, o si no puedes imaginar lo que puede pasar, te invito a que sigas leyendo, pues te contaré la historia de un hombre que quiso regresar.
Antes de comenzar, quiero que sepas que nadie puede ser una persona viva nuevamente. Si vuelves al mundo de los no muertos, solo es tu alma la que está consciente, y nadie puede verte. Pueden sentir tu presencia, pero nunca podrán tocarla ni escucharla.
Dejando esto aclarado, comenzaré el relato.
El hombre del que hablo, murió en un accidente de tráfico, como muchos hacen, y fue su turno de ir al mundo de los no vivos. Sin embargo, pidió a guardián que lo dejará regresar «sea como sea», para poder ver a su hija crecer, hasta que ella por sí misma pudiera valerse.
El guardián, que solamente sabía guiar entre mundos, le concedió su ambiguo deseo.
Un alma en el mundo de los no muertos tiene muchas limitantes. Sin un cuerpo que la mantenga, no tiene más remedio que hallar un recipiente. En el caso de este hombre, su alma llegó al lugar que nunca imaginó.
En la habitación de su pequeña niña, había un gran espejo, donde era visible casi todo el lugar donde ella dormía. Su alma, entonces, se guardaría ahí, hasta el día en que ella fuera una adulta.
Él la vio durante muchos años. De ser una infante que apenas había dejado los pañales, pasó a ser una niña que iba todos los días a la escuela. Vio sus días felices, como cuando tuvo ella su primer recital de danza, y vio también sus días más desdichados, como cuando llegaba a casa llorando por culpa de sus compañeros maleducados.
La vio reír, la vio enojarse, la vio sollozar. Logró observarla hasta que ella fue una adolescente, y creyó que podría presenciar su vida durante mucho tiempo más.
Sin embargo, estaba muy equivocado.
La vio sentirse débil, la vio desmayarse, vio a su esposa gritar al hallarla tirada, y la vio cargar a su hija para llevarla a urgencias.
Hubo un tiempo en el que por días se quedaba solo, pues su hija pasaba sus días en el hospital, y llegó un momento en el que solamente la miraba acostada en su cama, demasiado débil como para hacer algo más.
Llegó un día en el que no la vio despertar nuevamente.
Él gritó, el lloró, el golpeó el espejo con todas sus fuerzas, pero nadie lo escuchó. Se quedó en el espejo, ahogándose en su sufrimiento por la muerte de su hija, que no llegó a ser adulta.
Y he aquí el problema que surgió.
Su estancia en el espejo acababa hasta que su niña pudiera valerse por sí misma, pero eso nunca sucedió. Su alma no podía dejar el espejo hasta que se cumpliera una meta imposible de realizar.
Su agonía y desespero llenó el lugar que la madre de su hija ya no se atrevía a visitar, esto gracias a los recuerdos que aquella habitación guardaba, y a la presencia que la aterraba.
La mujer se marchó, y una familia años después llegó.
El espejo se vendió, varias veces, con el hombre aun sufriendo, a veces a gritos y a veces en silencio.
En una ocasión, el espejo se quebró, y el alma que en este habitaba se dividió.
Hicieron nuevos espejos con los restos del antiguo, y en cada uno habita una parte de aquel hombre infeliz. Lamento mucho si alguna vez al mirarte al espejo sentiste un escalofrío o un extraño cosquilleo, él no puede volver a ser como era, y su ánimo tiene un efecto en el lugar donde se encuentra.
Ahora, querido extraño, dejo esto en tus manos. Al morir, un guardián me contó lo pasado, y me di la libertad de dejar esta advertencia para ti. Si por alguna razón, aun así, eliges regresar, no seas como mi padre y se específico al hablar.
Espero que sigas mi consejo.
Atentamente, una hija amada hasta después de la muerte.
La vida de Sara dio un giro de 180 grados después de la muerte de su amiga, quien se convirtió en un número más en las estadísticas de feminicidios en su país. En su peor momento, llega a su lado una persona que todos habían escuchado mencionar, y le da una versión de él muy diferente a la que todos conocen.
-¡Quiero el divorcio! - me dice en un tono frío. No es la primera vez que me pide algo así; antes lo hacía a menudo. Se levantó del sofá y lo miró a los ojos. Le molestaba que no la dejara dar ni una sola explicación; solo asumía las cosas. Era mejor dejar todo como estaba. No pensaba rogarle para que la escuchara, no pensaba hacerlo nunca más. -¿Estás seguro de que eso es lo que quieres? - le preguntó, mirándolo fijamente. Por muy ilógico que pareciera, intentó aferrarse a su única esperanza. Le tiró los documentos al rostro, y ella los tomó con una sonrisa amarga. Tomó el bolígrafo de la mesa y firmó sin pensarlo ni un minuto más. Se levantó con la poca dignidad que todavía conservaba, empacó las pocas pertenencias que tenía y se marchó sin mirar atrás. 🌼 Nota de la autora Espero que les guste esta historia llena de amor, intriga y mucho más. Gracias por el apoyo de antemano. No olviden dejar sus comentarios.
Lucia Meller es mi vida, me enseño amar, me enseñó a adorarla, me mostró el mundo de forma diferente, le di todo lo que la vida me ofrecía, y se ha ido; se llevó mi vida, mi amor, dejándome el corazón y el alma hecha pedazos. Ahora me duele respirar, me duele amar, me duele la vida. La quiero, jamás podré volver amar a alguien como la ame a ella; la quiero de vuelta, la quiero conmigo, a mi lado donde pertenece; pero por más que la busco no la encuentro, es como si la vida me la hubiera arrebatado y eso me duele, ella me enseñó que se puede matar a un hombre, aunque se conserve la vida, sin embargo, me canse, no puedo llorar por alguien que no me quiere amar y aunque duele, hoy después de casi dos años le digo adiós a mi sirena; después de todo soy Gabriel Ziegermman. Un año desde que me aparte de Gabriel y mi vida dio un giro de ciento ochenta grados, amar a ese hombre es lo mejor que me ha pasado en la vida, a él le debo el hecho que hoy esté viva y tener a mi lado a mi mayor tesoro, él me enseñó que lo que se desea con el alma se obtiene, pero también me enseñó que amar duele, que su amor duele, a él le debo el dolor más grande, porque dejo de amarme, no fui suficiente para él, me enseñó que su madre, su exnovia y su destino no están conmigo, y aun así lo quiero de vuelta, sé que sus prioridades cambiaron; yo solo pedía una verdad sin embargo él prefirió engañarme y dejarme.Lo quiero olvidar y lo quiero conmigo, aunque no se lo merezca, pero como hago si amar ese hombre es mi arte. Ahora estoy de vuelta y lo único que quiero es tenerlo a kilómetros de distancia, porque me enseñó que yo también tengo derecho a cambiar mis prioridades. Novela registrada N ISBN 978-958-49-7259-0 Está prohibida su adaptación o distribución sin autorización de su autor. Todos los derechos reservados all rights reserved
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