/0/5112/coverbig.jpg?v=261b3d931c65eba3e24ca13ca2f9cbae)
Paula de la O y Fernando Saramago nacieron y crecieron parte de su vida en el puerto de San Carlos. Sus padres, dos empresarios de la industrial pesquera son mejores amigos por lo que ellos también entablan una fuerte amistad. Sin embargo, una noche lo cambia todo, cuando el padre de Fernando y la madre de Paula mueren en un accidente automovilístico sacando a la luz una supuesta infidelidad que dejará secuelas más allá del dolor y la pérdida. Ahora, años después, Paula y Fernando unirán las piezas del rompecabezas para descubrir lo que verdaderamente pasó esa noche.
Registrada en SAFE CREATIVE
Bajo el código: 2011045801413
TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS ©
―¡Para!,¡para!― Él escuchaba los gritos desesperados de la mujer que venía a su lado.
―¡No puedo!,¡no sé que pasa!
―¡Detente te digo!― Gritaba desesperada mientras el auto corría a toda velocidad por la autopista.
Ella, con el cinturón puesto iba rogando que nadie se atravesara, que él encontrara una solución para lo que estaba pasando, ¿cómo es que la noche había terminado de esta manera cuando todo iba tan bien?
―¡Frena Saramago!, ¡frena te lo pido!― Le pidió angustiada mientras se aferraba con las manos a la parte de enfrente del lujoso auto que no dejaba de acelerar.
―¡No responden los frenos!, ¡no responden! ― Gritó él mientras trata de controlar el auto que cada vez se salía de control y era más difícil maniobrar.
Ambos veían como subía la velocidad y que por más que él querían frenar eso no era posible, estaban condenados. De pronto, a lo lejos vieron que se acercaba una bajada tan empinada que ambos supieron que era su fin.
―¡No por favor Dios mío! ¡No! ― Gritó ella al ver el escenario que estaba frente a ella― ¡así no Dios mío! Te lo pido, no― murmuró entre sus labios mientras el auto bajaba a toda velocidad; ya no había marcha atrás, era su fin.
Ella volteó a ver a su compañero y cómo si hubiese una conexión entre los dos, se miraron a los ojos sabiendo que sería la última vez que lo harían y que jamás regresarían a su casa. Se tomaron de la mano para sentir por última vez la piel cálida de un ser vivo, para despedirse.
―Lo siento― murmuró él―lo siento mucho.
―Así no, Fernando, así no.― Fue lo último que ella dijo para después sentir cómo el auto se elevaba por el aire al haberse salido por completo de la autopista hacia un acantilado que estaba frente de ellos.
Ambos vieron por última vez el hermoso mar que acompañaba a la pequeña ciudad puerto donde vivían, donde habían crecido, se había casado y criado a sus familias. Ella pensó en su hija, él en su familia y cuando los recuerdos de una vida vivida pasaron por su mente, todo se acabó.
Una, dos, tres, cuatro, cinco vueltas dio el vehículo golpeándose sobre las duras piedras, destrozando el elegante auto que él paseaba por las calles orgulloso y que al verlo todos sabía que era él siendo éste el primer identificador a la hora de buscarlos entre las rocas y la hierva crecida.
El auto cayó tan abajo que se necesitaron escaladores profesionales para sacar los cuerpos casi irreconocibles por el número de lesiones que había en ellos, destrozados, golpeados, llenos de una muerte terrible, sólo se supo que eran Claudia de la O y Fernando Saramago por las joyas que llevaba ella y el reloj que portaba él ya que era tan conocidos que no cabía duda de que las dos personas del acantilado eran ellos, sus familiares lo confirmarían horas después.
La señora Saramago fue la primera que llegó, vestida con ropas casuales, muy diferentes con las que se le solía ver. Le habían avisado mientras tomaba un té en la sala de su casa esperando justamente por su marido a que llegara de viaje. Entró sola, sin su hijo Fernando, que en ese entonces tenía trece años, ya que su hermano Fausto la encontraría ahí.
―¿Qué fue lo que pasó?― Preguntó―¿dónde está Fernando?,¿está bien?
―Minerva.― Murmuró mientras ella caminaba a paso firme dejándolo a un lado y yendo hacia la pequeña habitación donde se encontraba su marido.
Su hermano se quedó en silencio y de pronto ella, al ver el cuerpo destrozado del amor de su vida, sin poder evitarlo dio un grito tan doloroso que hizo que varias personas que se encontraban por ahí se unieran a su pena cubriéndose el rostro impactados.
―¿Pero cómo?, no puede ser.― Se lamentaba mientras su hermano la consolaba y ella se aferraba a la perilla de la puerta.
―El auto se salió de la autopista, Minerva, se fueron por un acantilado y murieron en el accidente, no hubo nada que pudiera hacer, los cuerpos de emergencia lo confirman.
―¿Murieron? ― Preguntó ella de repente alzando el rostro y viendo directo a su hermano―¿con quién murió?― y de pronto pasó de la tristeza a la incertidumbre en tan sólo unos segundos.
Su pregunta fue respondida cuando Santiago de la O, el esposo de Claudia, entró al lugar junto con su única hija, Paula quién tenía la misma edad que su hijo Fernando.
―No― murmuró―no, puede ser cierto, no.
―¿¡Dónde está mi esposa?! ― Preguntó él mientras dejaba a Paula atrás sentada sobre una silla.
―Señor de la O.― Trató de explicar el médico pero no hubo más que decir, él entró a uno de los conocidos cuartos y al ver la imagen lo supo, su esposa estaba muerta.
―¿Cómo sucedió? ― Preguntó mientras escucha a su hija Paula llorar a mares.
―El auto se salió de la autopista, cayó por el acantilado y...
―¿Un auto?, ¿un acantilado? ― Preguntó él confundido mientras trataba de entender qué sucedía, en eso Santiago de la O volteó a ver a Minerva que le lanzaba una mirada de odio―¿qué haces aquí?― Preguntó.
―Era le auto de mi marido.― Murmuró entre dientes.
―¿Fernando está muerto? ― Preguntó ―pero...― dijo él tratando de entender―¿qué hacía mi esposa con tu marido?, ella me dijo que iría a la ciudad a recoger unos papeles, que se iría en su propio auto, incluso puedes ir a mi casa y no está.
―Pues ya ves que no― contestó ella entre lágrimas de rabia― mi marido supuestamente se encontraba de viaje de negocios pero ya vemos que todo era mentira ¿no Santiago de la O?
―¿Qué estás insinuando?
Las miradas de todo sólo reflejaban confusión porque no tenían idea de lo que pasaba entre los dos, lo que significa esa conversación, esas miradas, ese odio que de pronto se formó entre los dos, ya que era bien sabido que ambas familias eran buenas amigas desde hace tiempo atrás y que se confiaban todo, absolutamente todo; tal vez eso había sido su error.
―¡Lo sabía!, ¡lo sabía!― Le gritó Minerva.
―¿Qué sabías? ― Defendió él.
―Sabía que mi esposo tenía una amante, mis sospechas era ciertas y hoy lo comprobé, era tu esposa, ¡me vieron la cara!, ¡me vieron la cara!
―¡Claro que no!, Claudia me amaba a mí, ¡a mí!― Gritó exasperado― yo confío en ella ¡era mi mujer!
―¡Pues ya ves que no!, ¡Tu mujer era amante de mi marido!, no sé durante cuánto tiempo, ta vez meses o no sé, años.
―Ella no hizo nada.
―¡Claro que lo hizo!, yo vi los regalos, las cartas yo sé que ella fue y tú lo sabes Santiago, tú lo sabes.― Le reclamó mientras ese hermoso y joven rostro que tenía Minerva cambiaba a uno duro y muy demacrado.
―No tienes pruebas, tal vez iban en el auto por otra razón.
―¿¡Qué razón!?― Gritó ella―¿Por qué demonios nos mentirían a dónde se dirigían?, ¿qué hacía tu mujer en el auto de mi marido? ¡Qué!,¡qué!, tu mujer era una cualquiera y así se murió como una cualquiera.― Explotó
―¡Retira eso!― Gritó Santiago tratando de controlarse.
―¡Jamás!, jamás lo haré, me encargaré que cada alma en este puerto sepa que Claudia de la O era una cualquiera, que se acostaba con mi marido.
―¡Tú marido tiene la misma culpa que mi mujer!― Gritó desesperado Santiago.
―¡Ah!,¿entonces lo admites?,¿estás reconociendo que tu mujer era amante de mi marido?― Preguntó Minerva.
Santiago se quedó en silencio, no lo creía pero de pronto recordó la conducta sospechosa de su mujer desde hace meses atrás y las alarmas se encendieron en su mente; no tenía pruebas pero después del accidente no tenía dudas.
Minerva, en su enojo volteó, a ver a Paula que lloraba desconsolada mientras escuchaba la conversación― lo siento por ti Paula, de verdad lo siento― habló fría― siento que te haya tocado una madre así.
―¡Basta!, ya no le digas nada a mí hija, ten respeto te lo pido.― Le rogó al ver la triste imagen de lo que estaba sucediendo.
―No quiero ver a tu familia cerca de la mía jamás, ¿entiendes?, nuestra relación de amistad se termina ahora Santiago de la O, y esto también va para tu hija.
―Ella no tiene la culpa.― Murmuró Santiago.
―No, tu familia tiene la culpa, y tu hija tuvo la desgracia de ser parte de ella― Respondió Minerva en un tono tan frío que podría helar la habitación. Después volteo a ver a su hermano que había permanecido en silencio toda la pelea― iré a la casa a avisarle a Fernando, la ceremonia será discreta y familiar.
―Entendido.― Contestó.
―Buena suerte― le dijo a Paula que sólo quería quedarse sola para que su padre y ella pudiesen llorar la muerte de su madre― la vas a necesitar y sin decir más se alejó del lugar.
Ese acontecimiento marcó por completo la vida de ambas familias, provocando una serie de acciones que llevaron a una familia a la desgracia y a otra a la soberbia total. No hubo necesidad de que Minerva esparciera el rumor de la infidelidad de Claudia de la O, fue la misma gente que se encontraba en el lugar a la hora de la pelea entre los dos.
Sin embargo, a pesar de que por un momento, Santiago de la O, había defendido a su esposa no hizo nada para parar el rumor, al contrario, dejó que este siguiera, que las personas hablarán, esparcieran los rumores e incluso dijeran que Claudia de la O no era sólo amante de Fernando, si no de muchos empresarios más.
El alcohol se apoderó de la vida De Santiago de la O al grado que olvidó a su hija la única que al final de todo, sin deberla ni temerla, pasó a ser la víctima de un pasado que no le pertenecía y marcándola por el resto de sus días, dejándola completamente desprotegida y alejada de todos los que pudiesen ayudarle, en pocas palabras, Paula se había quedado sola, perdiendo más que a una madre esa terrible noche.
SEGUNDO LIBRO DE ENTRE BIRRAS Y CHELAS Después de haberse conocido en Ibiza, Diego D'Angelo y Valle Sandoval se casaron en Las Vegas en contra de todos los pronósticos de sus familias. Para que Diego pudiese ganarse el favor de la familia de Valle, él llegó a un trato con su padre y debió pasar 6 meses en San Diego viviendo con ella y conociendo a su familia. Sin embargo, ahora es el turno de Valle de pasar 6 meses en Argentina con él, donde tendrá que adaptarse a una nueva rutina, ciudad y ritmo. Además de conocer la cultura, el país y a la familia de Diego, mientras debe aguantar a la fastidiosa de Sam que le trata de hacer la vida imposible. No obstante, Valle y Diego tienen algo muy claro, ya sea en San Diego o en Argentina, no dejarán de amarse y harán todo lo posible por vencer los obstáculos que esta nueva aventura les prepara. ¿Logrará su amor sobrevivir a esta nueva etapa? Registrada en SAFE CREATIVE Bajo el código: 2108118723106 TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS ©
"Déjame contarte la historia sobre la llamada que cambió mi destino." Javier Montenegro es un importante empresario que lo tiene todo, dinero, amor, respeto y popularidad, todo eso conseguido gracias a su dedicación y trabajo. Sin embargo, no todo es perfecto, porque a pocos meses de contraer matrimonio, su prometida lo engaña, rompiéndole el corazón. Javier, harto de la situación y queriendo liberarse, llama a un "número mágico" donde sabe que puede encontrar a la mujer perfecta que cumpla sus deseos y fantasías sin ningún tipo de responsabilidad; lo que le lleva a un mundo distinto y prohibido que nunca pensó visitaría. Ahí, entre fiestas y bares, encuentra a Candela, una mujer que no solo le dará la libertad que él añora, sino también un destino que no pensaba fuese posible.
Dicen que cuando encuentras al amor de tu vida, no hay nada ni nadie que te pueda alejar de éste, no importa el lugar de donde viene o el pasado del mismo. Esto no lo creía Diego D'angelo hasta que, después de una noche en Ibiza, conoce a Valle Sandoval una chef mexicana que le roba el corazón y lo hace emprender la aventura de su vida. Sin embargo, no sólo el amor será lo único que esté presente en esta relación, un nuevo país, un nuevo hogar y una nueva familia entrarán a la vida de este guapo empresario, ¿podrá ser el amor el lenguaje que una a esta pareja tan diferente? Registrada en SAFE CREATIVE Bajo el código: 2108118723106 TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS ©
Quentin Valois es el CEO de una empresa transnacional que le ha dado más dinero de lo que podría imaginar sin embargo, su vida cambia cuando en un accidente de auto pierde a su esposa y a sus dos hijos. Cuando despierta del coma y se da cuenta de su situación, decide cerrarse al amor y vivir el resto de su vida sin volver a amar a alguien... o al menos eso pensaba. Registrada en SAFE CREATIVE bajo el código: 2101016477027
Lucía Balstone pensó que había elegido al hombre adecuado para pasar el resto de su vida, pero fue él quien acabó con su vida. Su matrimonio de diez años parecía una broma cuando su esposo la apuñaló con una daga. Afortunadamente, Dios nunca está ciego ante las lágrimas de las personas. Lucía tuvo una segunda oportunidad. Ella renació a la edad de 22 años, antes de que sucedieran todas las cosas terribles. ¡Esta vez, estaba decidida a vengarse y dejar que aquellos que la lastimaron pagaran! Hizo una lista elaborada de sus objetivos, y lo primero en su lista era casarse con el peor enemigo de su exmarido, ¡Alonso Callen!
Sólo había un hombre en el corazón de Raegan: Mitchel. Tras dos años de matrimonio quedó embarazada. Raegan se sintió muy feliz. Pero antes de que ella pudiera darle la noticia, él solicitó el divorcio porque quería casarse con su primer amor. Más tarde, Raegan tuvo un accidente y, tumbada en un charco de su propia sangre, le pidió ayuda a Mitchel. Sin embargo, se fue con su primer amor en brazos. Afortunadamente, Raegan escapó por poco de la muerte y decidió retomar su vida. Años después, se hizo famosa en casi todo el mundo. Después del divorcio, Mitchel se sintió muy incómodo. Por alguna razón, empezó a extrañarla. Le dolió el corazón cuando la vio sonreírle a otro hombre. En la ceremonia de su boda, él irrumpió y se arrodilló. Con los ojos rojos, preguntó: "¿No dijiste que tu amor por mí era inquebrantable? ¿Por qué te casas con otro hombre? ¡Vuelve a mí!".
Durante diez años, Daniela colmó a su exesposo de un amor inquebrantable, solo para descubrir que no era más que un chiste para él. Humillada, pero decidida, se divorció de él. Tres meses después, Daniela regresó a lo grande. Ahora era la CEO oculta de una marca líder, una diseñadora codiciada y una rica magnate de la minería, y su éxito se reveló en su triunfal regreso. Toda la familia de su exesposo se abalanzó sobre ella, desesperada por implorar su perdón y suplicar otra oportunidad. Sin embargo, Daniela, ahora querida por el famoso Sr. Phillips, los miraba con gélido desdén y dijo: "Estoy fuera de su alcance".
La vida de Estelle era como un cuento de hadas, llena de amor y promesas. Sin embargo, la tragedia llegó el día de su boda. El padre de Estelle y los padres de Cristofer estuvieron involucrados en un accidente automovilístico que les quitó la vida al instante. La pérdida fue devastadora para Cristofer, lo que lo hizo caer en una profunda tristeza y enojo hacia Estelle. Una tragedia tras otra, Estelle se encuentra luchando contra el cáncer, la desilusión y el engaño. En un mundo donde todo parece perdido, Estelle debe profundizar para encontrar la fuerza para luchar por lo que más ama. **** La voz magnética pero fría de Cristofer sacó a Estelle de su ensueño: "¡Firma el papel de divorcio ahora!". Estelle se recostó, se sentó y preguntó: "¿Bebiste?". "No es asunto tuyo." "Beber es malo para el estómago". "Necesito beber para no sentir asco al tener sexo contigo". "¿No podías esperar para divorciarte de mí?" Su voz sonaba débil. Ella le dio la espalda cuando el humo casi la sofocó, y comenzó a toser de nuevo. "Sabes eso, ¿verdad?" Cristofer respiró deliberadamente una bocanada de humo en su dirección y se sintió inexplicablemente satisfecho al verla toser y temblar.
Se rumoreaba que Fernanda, recién vuelta con su familia, no era más que una violenta pueblerina. Pero Fernanda se limitaba a esbozar una sonrisa despreciativa. Otro rumor sugería que Cristian, normalmente racional, había perdido el juicio, locamente enamorado de Fernanda. Esto la frustró. Podía tolerar los cotilleos sobre sí misma, ¡pero calumniar a su amado era pasarse de la raya! Poco a poco, a medida que salían a la luz las múltiples identidades de Fernanda como célebre diseñadora, experta jugadora, reconocida pintora y exitosa magnate de los negocios, todos se daban cuenta de que eran ellos quienes habían sido engañados.
Se suponía que mi matrimonio con Mathias me haría la mujer más feliz del mundo. Aunque sabía que él no me amaba, pensé que se enamoraría de mí una vez que lo colmara de amor. Ya pasaron cinco años y Mathias me trataba como a una cualquiera. Para colmo, conoció a su verdadero amor y cortó todos los lazos conmigo por culpa de ella. Él la presentó a todo el mundo; algo que nunca hizo por mí. Su infidelidad me llevó a la depresión. Me sentía totalmente destrozada. Tristemente, incluso en mi lecho de muerte, mi supuesto marido nunca apareció. Cuando volví a abrir los ojos, sabía que el destino me había dado una segunda oportunidad. Yo todavía era la esposa de Mathias y pasamos dos meses antes de que conociera a su verdadero amor. En esta vida, me negué a que él volviera a lastimarme. Consciente del gran error de mi antigua yo, le pedí el divorcio. Mathias rompió los papeles del divorcio una y otra vez y al mismo tiempo me encerró. "¡Rylie, deja de hacer estupideces! ¡Hacerte la difícil no me funciona!". Para demostrarle que hablaba muy en serio, seguí adelante y solicité a la justicia. Finalmente entró en pánico. Abandonó a la "mujer de sus sueños" y se arrastró a mi lado. "Por favor, dame una segunda oportunidad, Rylie. Te prometo amarte con todo mi corazón. Serás la única mujer en mi corazón de ahora en adelante. No me dejes, ¿de acuerdo?". Una guerra estalló en mi mente. Por un lado, no quería que me hicieran daño otra vez. Pero, por otro lado, no quería dejar ir al hombre que amaba tanto. ¡¿Qué debo hacer?!