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"La mejor manera de librarse de la tentación es caer en ella" -OW. El gris de sus ojos me perseguía, incluso ahora mientras me follaba a la estrella de natación de la escuela detrás de la iglesia, el cuello blanco sobre la camisa negra, con la mandíbula apretada y su cabello perfectamente peinado estaba el padre Maxime observándolo todo mientras bebía su whisky costoso. Su mirada me encendió. Sus palabras retumbaron en mi cabeza "-Cuando te atrape... Jolie, no habrá nada que te salve, ni siquiera dios" Era una advertencia con una nota de deseo... Y mi cuerpo se liberó, pensando en él.
"EL INICIO"
"La mejor manera de librarse de la tentación es caer en ella"
-OW.
El gris de sus ojos me perseguía, incluso ahora mientras me follaba a la estrella de la escuela detrás de la iglesia, el cuello blanco sobre la camisa negra, con la mandíbula apretada y su cabello perfectamente peinado estaba el padre Maxime observándolo todo mientras bebía su whisky costoso.
Su mirada me encendió.
Sus palabras retumbaron en mi cabeza
"-Cuando te atrape... Jolie, no habrá nada que te salve, ni siquiera dios"
Era una advertencia con una nota de deseo...
Y mi cuerpo se liberó, pensando en él.
***
"Donde todo comenzó"
Jolie.
No creía en dios.
No creía porque cuando le pedí que salvara el matrimonio de mis padres vi a mi padre empacar sus maletas e irse al día siguiente, porque cuando le pedí que salvara mi madre de la depresión se la llevo, dejándome completamente sola, no creía porque había enviado como sacerdote parroquial al hombre más bueno que había visto jamás, incitándome al pecado.
Le deseaba.
Y nadie ni nada.
Ni siquiera Dios me detendrían de tenerlo.
***
10 años antes.
Mis quisquillosos ojos estaban buscando a mi madre detrás del atrio de la iglesia, me había perdido entre tanta gente, y estaba asustada, quería correr a casa y comer un plato de esos cereales de colores que mi madre me daba Justo después de la misa dominical por orar en silencio, una especie de premio creo.
-¿M-mami?.- hable con fuerza.
Nadie me ayudaba, todos estaban concentrados en sí mismos.
Camine un poco más hasta que llegue a una enorme puerta de madera desgastada estaba entreabierta y no dude en empujarla, me encontré con un hombre alto de complexión ancha, sin duda imponente, sus manos reposaban en su cabeza y no me escucho venir hasta después de unos minutos cuando se levantó y se acercó a mí con una gran sonrisa en el rostro, estaba vestido con una especie de vestido negro y un collar blanco.
-Hola pequeña, ¿dónde están tus padres? ¿Necesitas ayuda?.- cuando estuvo frente a mí se arrodilló con una pierna para quedar a mi altura y pude ver sus perfectos dientes asomándose y su rostro se emblandeció cuando no respondí.
Asintió y me tomo entre sus brazos.
Mis manos rodearon su cuello y el posó su gran mano sobre mi espalda para reconfortarme, era cálido y amable.
Y un hombre grande.
-¡Oh Dios mío, padre...!
La voz de mi madre a punto de enloquecer me relajo los músculos y volteé para encontrarme con sus lágrimas corriendo por su rostro justo como aquella vez....
-Alisa, ¿es tu pequeña?.- hablo el padre.
-Si, si, solo me distraje por un minuto, yo...
-Está bien mujer, aquí tienes.- me entrego con mi madre cuyo abrazo fue más fuerte pero menos cálido.
Después de unas cuantas palabras nos fuimos de la iglesia, ese día obtuve una doble porción de cereales, un cálido abrazo de un buen hombre y la despedida definitiva de mi asqueroso padre.
En ese momento no sabía que él sería el hombre que iba a salvar mi vida.
Honestamente nunca fui del tipo obediente. Si me decían blanco, yo decía negro. Si me decían no, la respuesta era sí. Si mi hermano mayor me prohibió follarme a su muy caliente y muy peligroso mejor amigo. ¡Sorpresa! Jodidamente lo hice. Rompí todas las reglas que no debí cruzar y él me rompió a mí. En mil pedazos.
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