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¿Cuánto estás dispuesto a luchar por el amor de tu esposo? Delyla creyó qué jamás iba hacerse esa pregunta, hasta que se dio cuenta de que su esposo la engañaba. Llena de dolor y deseos de entumecerse decide emprender un nuevo camino. Uno donde encuentra la pasión, deseo y...amor.
Nuevamente, observe a Liam sonriendo de manera maliciosa en el celular.
Era una rutina que tenía últimamente, y aunque confiaba en él con todo mi corazón, no podía negar lo evidente.
Me engañaba.
No era una mujer que buscaba cada señal para saber que me era infiel, pero esas sonrisas secretas mirando en el celular, al igual que la falta de caricias de su parte, me daban más que evidencias que me engañaba. En un momento pensé que era cansancio del largo trabajo que realizaba, pero ya estaba por cumplir un año que no me tocaba. Eso tenía que decir algo, ¿verdad?
Mi cuerpo lo necesitaba, y sabiendo las necesidades de él, imaginaba que también debía de necesitarme. Al menos en ese aspecto.
Aun así con toda la evidencia en su contra, trate de no desconfiar, ¿Por qué? Era un esposo ejemplar. No me gritaba, siempre se preocupaba de que, si enfermaba, él estaba ahí, y no decir que sobre ser un buen padre. Siempre estaba preguntando sobre nuestra hija Sofía.
Nuestra bendición de seis años, y una muy sonriente niña. Era la luz de mi vida, era mi razón de levantarme temprano y siempre estar pendiente en lo que necesitaba y deseaba, al principio de su crecimiento había sido un poco berrinchuda como cualquier niño, pero con el paso del tiempo me di cuenta que mi hija empezaba actuar de forma responsable y sin darse cuenta, mi hija se volvió una amiga.
Cosa extraña, pero siempre que tenía una pregunta sobre algo, mi hija siempre respondía con una sonrisa enorme, y me decía en voz cómplice:
-Todo lo puedes hacer, mami, yo sé que lo solucionaras.
Así que sí, me di fuerzas con las palabras de mi hija de que todo podía hacer, hasta volver a conquistar a mi marido, después de todo, la muralla china no se construyó sola, ¿verdad?
Entonces un plan fue hecho justo después del mes que sentí como mi marido se alejaba de mí. Ese día, me puse un hermoso vestido que sabía que le encantaba, sin embargo, ese día llegó tan tarde que cuando me di cuenta que había llegado a casa, él ya estaba durmiendo cómodamente a lado de nuestra cama.
Aun así no me rendí, en ese momento me dije que podía seducirlo como siempre lo había hecho en el pasado y además recordando las tantas veces que había dicho que le gustaría ser despertado de una manera ardiente.
Y bueno, lo puse en práctica.
El peor error de mi vida.
Él no solo me acuso de ser una molestia sino también de una mujer insaciable, ¿insaciable? ¿Cómo era eso posible si ni siquiera me había tocado en un mes?
Así que hice lo que me pidió, y no lo moleste más, al menos ese tiempo.
Una de las cosas que él se había enamorado de mí, era que jamás me daba por vencida en algo, yo sabía que nuestro matrimonio no estaba terminado. Al menos lo pensé hasta que observe su camisa con un olor femenino.
Pero no me deje llevar por eso, él trabajaba con mujeres y tal vez, solo tal vez, las saludaba y solo por eso estaba con su olor, eso no significaba que me estaba engañando, pero con todas y mis negativas sobre ese tema, las lágrimas salieron y empecé a preguntarme ¿en que falle?
Sí, me había descuidado un poco en mi cuerpo, pero él también, y no por eso lo engañaba. Lo amaba, ¿Por qué le haría eso?
Así que confiando en su fidelidad seguí intentando seducirlo varias veces en esos días, y todas y cada una, fui rechazada. Los pretextos iban hasta cansancio por el trabajo, a que tenía que levantarse temprano en la mañana, o mi favorita, le dolía la cabeza.
Me rendí, y solo observe su actitud.
Los meses fueron pasando lentamente y las risas secretas siguieron aumentando con el paso del tiempo. Las horas de pláticas se hicieron nulas, y por una razón, temía preguntar, y más aún, temía la respuesta.
Calle, y me resigne.
Un día sin nada que hacer en mi hogar, porque si, él me mantenía y no trabajaba por el mismo cometario que él me decía. Si tenemos dinero, ¿para qué trabajó? Era tantas las veces que él repetía esa oración, que mi mente ya sabía la respuesta por cada persona que preguntaba porque no trabajaba.
Era sencillo, y fácil.
Así que ese día con el aburrimiento a tope, decidí salir.
Anduve sin rumbo fijo por un largo tiempo, hasta que me topé con un campo lleno de mujeres, y me entro la curiosidad. En el momento que salí de mi auto, escuché los vítores y ánimos por parte de la gente alrededor. Con una sonrisa en el rostro, empecé acercarme para ver, resultaba que no era un campo, era un club de natación, y de pronto recordé las ansias de aprender a nadar.
Era una pasión escondida que tenía, y que ahora podía realizar.
Con una nueva meta por emprender, me acerque al instructor y me inscribí a las clases grupales.
Ese fue el inicio de mi cambio.
Al menos corporal.
Esos kilos de más fueron bajando, y esa nueva sensación de sentirme viva, volvió. En esos días, mi mundo se llenó de mi hija y de mi nueva pasión: la natación. No buscaba competir, solo divertirme en algo que me fascinaba. Era una nueva yo.
Incluso mi mundo se volvió de más colores, y el alejamiento de mi esposo hacia mí, no se volvió tan pesado. Después de todo, al final del día, también terminaba cansada. Y después de tres meses yendo al club, él por fin se enteró que estaba nadando.
- ¿Por qué no me lo habías dicho?-había preguntando conmocionado al decirle donde iba todas las tardes que mi hija se iba a su escuela de ballet, y mi respuesta esa pregunta:
-Te lo dije desde el principio, ¿no lo recuerdas?
En el momento que había negado con la cabeza, quise llorar, pero solo me encogí de hombros mientras iba en dirección al baño a llorar.
Esa acción de mi parte, era la que más odiaba de mí. No importaba cuanto intentaba negar lo obvio, aun lo amaba, y eso me hacía esperar que recapacitara. Creí que con esta respuesta iba a cambiar, pero no. Era como si el suceso no fuera importante, y me obligue a creer, que realmente era algo sin importancia.
Aun cuando eso me estuviera rompiendo el corazón nuevamente, me obligue a no sentir.
Fue difícil, pero las tantas veces que sucedía lo mismo, hizo que se volviera costumbre, hasta el punto de que mi corazón se quedó entumido. No sentía, o me obligaba a no sentir el dolor.
Funciono. Hasta cierto punto.
Ahora tenía la natación, esa era mi mantra diario.
La natación me hacía feliz, no podía ser codiciosa.
Conforme el tiempo pasó, mi corazón se endureció hasta al punto de no desear el toque de mi esposo. Después de todo, me engañaba con una, ¿Qué le impedía que lo hiciera con varias? Y peor aún, ¿Cómo sabía que esas mujeres le eran fieles a él? No deseaba ser contagiada con nada. Por mi seguridad, no deje que tocará de nuevo.
Así que mi vida continúo en la misma rutina, hasta un día...
La familia de mi esposo solo se conformaba por su hermano menor y sus padres, y por algún motivo que aún no lograba comprender, mi esposo un día había decidido separarse de forma permanente de su familia.
Como si algo hubiera sucedido, aunque lo dudaba.
Era muy conocido el carácter de Liam, demasiado imprudente y explosivo. No controlaba lo que decía, y termina soltando más la lengua cuando el momento no lo requería. En síntesis, era un hombre con un temperamento demasiado volátil, al igual que su hermano, con una excepción.
Tadeo no era mi esposo.
Así que su temperamento me daba igual, al menos eso creía en esos momentos...
Mi rutina cambio en el momento que había terminado la última vuelta en la piscina, y mi cuerpo estaba tan adolorido que ya no podía dar una brazada más. Por eso mismo cuando terminé al final del recorrido, solté un suspiro de alivio.
En mi alegría por haber terminado, sonreí como nunca lo había hecho.
Fue cuando me di cuenta de cómo me observaba un hombre, y al fijar mi vista para cerciorarme bien, fue que lo reconocí. Era mi cuñado y un amigo mí. Pude darme cuenta de que observaban todos mis movimientos. No quise indagar más de lo debido, así que termine haciendo como si no me hubiera dado cuenta y sin hacerme la pregunta del porque estaba en ese lugar al igual que yo, simplemente salí de la piscina para empezar a dirigirme con mi instructor. El cual estaba un poco enojado por mi desempeño.
-Has tardado más que las otras veces, Delyla.
Sonriendo incomoda mientras me acercaba al lugar donde estaban mis cosas, conteste a su comentario:
-Lo siento, supongo que ando un poco distraída últimamente.
Él me observo con el ceño fruncido mientras preguntaba en un tono confidencial:
- ¿Problemas nuevamente con tu marido?
En el momento que salió esa pregunta de su boca, baje la cabeza avergonzada:
-Lo de siempre.
No deseaba observar su mirada de compasión, así que mire a donde había visto a mi cuñado, y observé que seguía en la misma posición y con la vista fija en mí. Y por inercia volví a desviar la vista hacia Jorge, mi instructor, que parecía dispuesto a darme un sermón de amor propio.
Antes de que comenzará hablar, lo hice primero:
-Sé lo que vas a decir, y mi respuesta será la misma. No deseo darme por vencida, no con él. Lo amo.
Se acercó hasta el punto de tomarme de los hombros con sus manos, e inclinarse para verme cerca de mis ojos.
--No es acerca de perder o no, Delyla, es saber darte cuenta que ese matrimonio ya no te está haciendo feliz-su mano bajo hasta levantar mi mandíbula para verlo más de cerca-. ¿Cuánto más vas a soportar hasta que te des cuenta que es hora de una retirada?
¿Una retirada? ¿Y perderlo para siempre? ¡Eso jamás, él era mi vida!
Y debía luchar por él.
Por nosotros.
-Él lo vale.
Me vio con dureza en los ojos.
- ¿Estas segura de eso? Un hombre que te ama no te hace sufrir de esa manera.
Abrí la boca para contestar, pero a lo último me arrepentí mientras me hacia esa pregunta en mi mente.
¿Liam valía la pena tanta obstinación de mi parte?
Justo en ese momento no pude responderme, y menos por un carraspeo ajeno, y fue cuando me di cuenta lo cerca que estaba de Jorge. Con una aclarada de garganta y mi rostro ruborizado, me aleje de él. Y observe a nuestro espectador.
Tadeo, mi cuñado.
- ¿Interrumpo algo, Delyla?
La forma en que preguntó, me hizo dar varios pasos hacia atrás para que no pudiera mal interpretar la escena y se lo fuera a decir a Liam, y cuando observe mi reacción instantánea fue que me enoje conmigo misma.
Yo no estaba haciendo nada malo, ¿así que porque me veía como si lo hiciera?
-No, no has interrumpido nada, Tadeo -mire hacia Jorge que nos observaba con el ceño fruncido-. Él es mi instructor, y un buen amigo mío.
Tadeo lo miro con el ceño fruncido, para después dar un paso hacia Jorge.
-Mucho gusto, soy Tadeo-lo miro directamente a los ojos, para después decir con mucho énfasis-. El cuñado de Delyla.
Jorge sonrió, para luego decir con diversión.
-Por un momento había pensado que eras Liam.
¿Por qué pensaría eso?
Ambos se carcajearon, pero muy dentro de mí sabía que algo sucedía en el ambiente. De alguna forma lo sentía tenso, y no entendí el motivo.
-Bueno, habiendo hecho las presentaciones-hable después de un momento de silencio tenso-. Yo me retiro.
-Te llevo.
Estaba por declinar la oferta de Jorge, hasta que me di cuenta que no había sido él quien se había ofrecido de forma instantánea. Mirando hacia Tadeo, dije con una sonrisa agradecida.
-Gracias, pero traje mi coche.
Dando un paso adelante, dijo con voz divertida.
-Entonces te llevo hasta él, puede ser demasiado peligroso a esta hora.
No entendí eso último, ya que a decir verdad no era demasiado tarde. Imaginando mi hora de salida, apenas eran las cinco de la tarde.
-Está bien, solo deja que me cambie.
Asintió, para luego ver a Jorge con una sonrisa engreída. Y sin querer saber a qué venía eso, me dispuse a dar media vuelta para irme a las duchar y poder cambiarme, sin ser consciente de lo que iba a suceder minutos después.
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