Tatiana es la hija mayor de un prestigioso empresario, ama su libertad y el no tener que despertar junto a un hombre por las mañanas, pero su vida perfecta desparece, cuando su padre, la obliga a casarse con el hijo de uno de sus socios comerciales. Tiene dos salidas, contraer nupcias y vivir bajo la sombra de un ambicioso hombre como Ovidio Rossio escapar y esperar la muerte en manos de su futuro esposo.
No hay nada como salir por la mañana a cabalgar por la hacienda y sentir que esa libertad que tanto me gusta, aún me pertenece.
-¡Señorita, Tatiana!
Se escucha la voz de Santiago, acercándose.
No hay nada peor que ser interrumpida en mi momento de meditación.
-¡Señorita, Tatiana! - vuelva a repetir.
-Sí, ya te oí, Santiago. Dime, que deseas.
El hombre se veía agitado, sudoroso y en ese momento se echaba aire con su sombrero blanco, montado en esa majestuosa criatura de pelaje alazán.
-El patrón la está buscando- expresa tomando aire-, dice que se regrese de volada.
-Dile a papá que volveré cuando termine mi recorrido matutino. ¡Entendiste!
-Si, señorita.
-Pues, ¡Ve y díselo!
-Es que prometió despedirme, si no regresaba con usted.
-¡Ay! - me fastidio- ¡bien! Espérame unos minutos y nos marchamos.
Mi paseo, llego a su final unos minutos después para volver a casa, junto a Santiago. Conozco a mi padre y no quiero empezar la mañana con el remordimiento del despido de un buen empleado.
-Tienes alguna idea de ¿Cómo para qué requiere mi presencia papá?
-Creo que tiene que ver con la llegada del señor Ovidio a la hacienda esta mañana.
-¿Ese miserable estuvo quién?
-Sí. Llego unos minutos después, que usted saliera a cabalgar.
-Menos mal, no quería toparme con ese cretino.
-No es por ser chismoso, pero el patrón tuvo una acalorada charla con él.
-No es de extrañarse, Ovidio es un hombre repulsivo y hace enfadar al más cuerdo de todos los hombres. Lo que no tengo idea, es ¿por qué vino hasta aquí? Y ¿por qué papá no menciono nada al respecto?
-¿Quién sabe, patrona? Pero, luego, luego que pasaran a la sala, me pidió que la buscara hasta por debajo de las piedras.
"Eso no huele nada bien"
Unos minutos más, bajo ese rico sol, llegamos a casa. Santiago se encarga de llevar a tormenta a su corral, mi fiel amigo y compañero de aventuras.
Ingresé por la cocina para no toparme con ese miserable, ahí me encuentro con Azucena, quien me indica que papá me esperaba en la biblioteca.
-¿Cuál es el apuro en verme? -interrogo al entrar- ¿tienes idea de lo terrible que será para mí, el cortar mi meditación?
-Hola, hija. Buen día. Lamento lo sucedió, pero esta noticia no tenía que esperar.
-¿Noticia? Desde cuando recibir a Ovidio Rossi es grata noticia.
-Sí, acepto que desde hace un tiempo ese hombre solo ha sido un dolor de cabeza, pero nos hemos asociado y...
-y todo su maldita familia está metida día y noche en nuestro camino -lo interrumpo-esa sociedad es una maldición y te lo vuelvo a repetir, por si olvidaste lo que dije cuando te asociaste con ellos.
-LO recuerdo, como también las condiciones para una sociedad más productiva.
-¡oh! ¡No, no, no!
-Felicidades- dice, levantando la copa de licor-. Vas a casarte con Ovidio Rossi.
-¿Qué? - grito-. No voy a casarme con ese idiota, prefiero estar muerta.
- ¡Déjate de idioteces! -se acerca-, aquí no tienes voz, ni voto y lo sabes- recalca mi padre, hablándome al oído.
-Soy tu hija, ¿acaso no me quieres? -Fijo la mirada en él, tratando de que se conmueva.
- ¡Déjate de sentimentalismo, Tatiana!, ambos sabemos que solo son negocios y tú mejor que nadie sabe que es necesario, esta alianza. Aunque los Rossi sean una peste, son un mal necesario.
-Un mal que nos infectará y terminará llevando a la bancarrota nuestros centros comerciales, papá.
-No estamos bien, de un tiempo acá...
-¿Qué tratas de decir?
-Alguien nos estuvo robando y tenemos grandes pérdidas de dinero.
-Eso no es posible, yo misma revisé las estadísticas y comprobé... ¿Me engañaste?
-No quería preocuparte, pero si no aceptamos el dinero de Rossi, quebraremos.
-¡Tenía derecho a saberlo!
-Pero existe una salida.
-¿Condenarme a la infelicidad?
-No lo veas de ese modo, hija.
-Me enteraste en matrimonio a ese estúpido, sin preguntarme.
-Porque hacerlo, si siempre dices que no- papá camina a la mesa de tragos y me sirve uno.
-Por supuesto que nunca me casaría con alguno de los pretendientes que eliges, todos son unos idiotas, machistas, borrachos, narcotraficantes y asesinos. Además, estoy muy chica para el matrimonio.
-Ya pasas de treinta años-, me refresca la memoria, entregándome el vaso de licor - si sigues así, llegaré a pensar que vestirás santos.
-Pues no estaría nada mal. Y habla más bajito- me molesto, recibiendo el vaso -. Tengo veintidós- elevo el tono de vos.
-Si tú lo dices - bebe un trago de su vaso-, ya es tiempo de que me des nietos.
-No quiero tener hijos, ya te lo he dicho muchas veces. Y menos de ese parásito asesino.
-¡lástima!, porque tu futuro esposo, quiere tener cinco.
-¡Está loco! Que adopte si tanto quiere tener hijos- bebo un trago de mi vaso-. Y antes de que me toque, lo castraré.
-No harás nada de nada- se molesta papá-. Te casarás y honraras el trato, porque ambos sabemos lo que pasara si lo rompes.
-¿¡Trato!? ¿Cómo fuiste tan tonto para hacer uno? - lo miro-¡Papa! ¡Mírame! ¿Por qué?
-Porque nuestro futuro está en tus manos.
-¡carajo! ¡Papá como se te ocurre! Ovidio Rossi está loco.
-Lo está y te quiere tanto, que está dispuesto a todo por tenerte.
-Y me entregaste a él por un puñado de oro - estrello el vaso en su pecho y salgo de la biblioteca.
-¡Tatiana! - grita, siguiéndome.
Hago caso omiso a sus palabras y presurosa subo las escaleras hacia mi habitación. Me sigue, insistiendo en que lo escuche.
Ingreso y papá entra detrás, cerrando la puerta.
-¡vete! Necesito estar sola- expreso enojada.
-Ovidio y su padre te esperan, así que baja de una vez.
-¡oblígame! No pienso bajar. Después de lo que me hiciste pretendes que me presente frente a él y me ponga a sus pies.
Papá da un resoplido y golpea la pared.
-¿Por qué eres tan terca? - gruñe.
-Por qué soy como tú. No puedes hacer que cambie de opinión y menos obligarme a casarme con un sujeto que no quiero.
-Bien -, expresa de manera exaltada-. Haremos las cosas a tu manera, por las malas- saca su teléfono y marca.
-¿Qué es lo que harás? Llamarle a la abuela y acusarme con ella. - me burlo-. Te aseguro que mi nona estará de acuerdo en lo que yo quiera.
-¡No! Haré algo mucho mejor. Llamaré al seguro y cancelaré la ayuda a tu adorada amiga Wendy.
-¿Qué? No puedes hacer esto.
-Claro que puedo, también hablaré al trabajo de Kimberly y Félix y haré que los despidan. Y de paso llamaré a la policía para deportar a Joshua. ¿Te gustaría que haga eso?
-No te atrevas o voy a matarte.
-Shh- levanta un dedo para contestar la llamada- Sí, habla Sergio Sandoval-, quiero...
Le arrebato el teléfono de las manos y carta la llamada sin cerciorarme de quien estaba la otro lado del teléfono.
-Tú ganas- le digo-Aunque sabes que estás condenándote al hacerme esto.
-Asumiré los riesgos de tus amenazas. Colócate el vestido que está en esa caja, sobre la cama.
-¿Vestido? ¡Eso sí que no!
-Entonces arréglate un poco, échate un poco de perfume y resalta esa bonita sonrisa, deslúmbralo con tu belleza y no tardes- sale de mi habitación, dejándole un guiño.
Mientras yo dejo un grito de rabia, acercándome a la cama para lanzar al piso esa bonita caja blanca.
No conforme con ello, lanzo las almohadas al piso y todo lo que encuentro a mi alcance.
-¡Cálmate, Tatiana! Si bien, odio esta decisión, sé perfectamente que no tengo salida y papá sabe de ello y quiere tomar la ventaja. Lo que no imagina, es que no pienso casarme con ese idiota.
Respiro con calma, miro el vestido sobre la caja y lo recojo, dejándolo en su lugar. Jamás me pondría una cosa como esa y menos para deslumbrar a un patán, como Ovidio Rossi, es cretino detestable.
Me miro al espejo y no me veo tan mal.
-Después de todo, no estoy interesada en agradarle. Mejor que se haga una idea correcta de lo que tendrá, por lo menos hasta que llegue el grandioso día. ¡Oh! Sí que será divertido ver esa cara de idiota cuando se quede esperándome en la iglesia, porque antes muerta, que casarme con él. Tengo que idear un plan, el mejor de todos, algo grande, algo que vaya de acuerdo a la maldad que él transmite, será realmente inolvidable. ¡Oh! ¡Claro que sí!
Sin poder contener la risa, bajo las escaleras, y me dirijo a la sala.
Papá se sorprende al verme tan feliz, lo mismo que Ovidio y su padre.
-Cariño, bajaste rápido- dice poniéndose de pie y caminando a mi encuentro.
-Estaba muy ansiosa de ver a mi prometido-, menciono de manera sarcástica.
- ¿Por qué no usaste el vestido? - susurra con media sonrisa pintada en sus labios.
-Porque no me gustó.
Me lleva hacia Ovidio que sé ya se encontraba de pie. El hombre no está tan mal, no era un cuarentón, pero tampoco un chiquillo. Tiene buen porte, fornido, moreno, con un ridículo bigote y con una mirada encantadora de psicópata.
Besa mi mano para dejar un suspiro halagador.
-Eres tan hermosa como en tus fotografías- Dice de una manera dulce que me provoca náuseas.
-Gracias, pero no puedo decir lo mismo- dejo salir una pequeña sonrisa, mientras mi padre cierra los ojos y el señor García, se pone muy serio. ¡Ay! Qué delicados -. Solo bromeo- sonrío-. Para ser sincera me has dejado sin palabras, eres, muy diferente a como te ha descrito mi padre.
-Bueno, que les parece si hacemos un brindis-Propone papá, para cortar el momento.
-Es una gran idea. Yo quiero brindar por este maravilloso día- manifiesta, Ovidio, pues, tengo a la mujer más bella a mi lado.
-Cuando te lo propones puedes ser tan dulce- le sonrió.
-Yo brindo por los nuevos socios- agrega Lorenzo Rossi.
"¡Salud!" se escucha en la habitación. Ovidio se muestra feliz e interesado, por esa razón su padre se excusa para llevarse a mi papá para hablar de negocios.
-Sí que sabes fingir muy bien- dice Ovidio, bebiendo un sorbo de su copa.
-Es un encanto natural- respondo.
-Cuando seas mía, te enseñaré modales- susurra mirándome de manera desafiante-Conmigo aprenderás a ser una dama de sociedad.
-¡Ay! No tienes idea de lo mucho que ansío que llegue ese momento - menciono, con gran sarcasmo, haciendo que su ceño se frunza.
-Lo que más me gusta es domar fieras salvajes.
-Seguramente, lo haces bien. Pero ¿qué crees? Esta fiera está fuera de tu alcance.
-Ya eres mía.
-Solo porque lo dice papá, crees que has vencido. Aún falta que diga "SI, acepto"
-A menos que quieras ver en la calle a tu familia, dirás lo contrario.
-Disfrutas el tener la ventaja, ¿verdad?
-Siempre tengo la ventaja, querida. Lo que deseo, lo obtengo y tú, serás mía.
-Solo en tus sueños, querido, yo no soy de nadie.
-Lamento informarte que acabo de comprarte.
-Compraste una propuesta, no a mí.
-Esa terquedad se perderá en mi cama.
-Solo en tus sueños- le sonrío y doy unos pasos alejándome, más, me toma del brazo y me lleva frente a él.
-No falta mucho para que te doblegues ante mí. Disfrutarás tanto de mi polla que te volverás adicta.
-¡vaya! Tienes una madera tan excitante de hablar que mojas mis bragas - dejo salir mi voz más sensual-Estoy segura de que disfrutaré cada segundo a tu lado. No cualquiera puede ser la señora de Rossi- susurro, alejándome, dejando una sonrisa traviesa en mi carita de ángel.
¡Ay! ¡Pobre idiota! Estás a punto de conocer de lo que es capaz, Tatiana Sandoval.
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