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Me enamoré de mi padre

Me enamoré de mi padre

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Analú había pasado gran parte de su vida en hospitales, debido a su problema cardíaco; de hecho, esa había sido la razón por la que sus padres decidieron cambiarla al nacer, pues pensaron que no tenía posibilidades de sobrevivir. Sin embargo, años más tarde, por diferentes circunstancias, genera sentimientos de amor hacia un empresario famoso, quien, por un oscuro secreto, siempre busca la manera de protegerla. Lo que no imagina la chica, es que ese amor cambiará completamente sus vidas.

Capítulo 1 Una dura noticia

-¡Es tan preciosa! - Exclamó el Sr. Thompson, quien con sus ojos color miel la observó tras el vidrio de aquella sala.

-¡ya es hora de retirarse, por favor! - exclamaba furiosa Míriam, la enfermera de turno, quien se acercó rápidamente frunciendo las cejas y apretando sus puños.

-¡si no sale de inmediato tendré que llamar a seguridad!.

Cabizbajo y anonadado salió sin decir una sola palabra. Mientras tanto, Ana Lucía seguía en el cuarto esperando noticias de su pequeña hija y escuchó cómo dos hombres hablaron en forma de susurro.

-¡La tenemos!.

-por este trabajito nos vamos a ganar una buena lana.

Que rieron con sutileza y esperaron la hora del pago.

-¡¿Quiénes serán?! - se preguntaba Ana Lucía.

Al cabo de unos minutos, Thompson entró al cuarto donde se encontró con su esposa y al tomarle la mano con ternura, le contó la razón por la que su pequeña fue retirada al nacer, sin poder ser contemplada ni un segundo.

-Amada esposa, nuestra pequeña Analú, presentó un problema en su arteria cava superior derecha, por ello debieron llevarla rápido a la incubadora y posterior a ello realizarle unos exámenes, pero no te preocupes que todo va a salir bien. Es una bebé muy bella y en sus ojos se refleja la fortaleza que posee; sin embargo, debemos ser pacientes y esperar el resultado de dichos exámenes para saber cuándo puede ir a casa.

Entre lágrimas, el señor Thompson salió del cuarto sin entender por qué su pequeña estaba pasando por esta situación, pues en los controles prenatales nunca se les informó que presentaba algún problema cardíaco. Con rabia golpeó la pared lastimándose tan bruscamente que después de un momento empezó a sangrar. Caminó rápidamente en busca de una enfermera para que le hiciera las curaciones debidas, al cruzar el pasillo principal se tropezó con una joven pareja, y a quienes se le cayeron una infinidad de papeles.

-¡Oh! Disculpen muchachos, fue mi culpa, venía con mi mente en otro lado, ya les ayudó a recoger.

-¡es usted! - dice la joven con una voz temblorosa y con la cabeza agachada buscó la forma de no ser vista, con una carpeta que llevaba en su mano procedió a cubrir su rostro.

-¿Nos conocemos?- Preguntó Thompson sin obtener alguna respuesta, quien se agachó y ayudó a recoger los papeles. Al terminar vio una bolsa de manila con una jugosa suma de dinero, la cual le fue arrebatada rápidamente por la pareja, quienes salieron corriendo.

-¡Esperen, esperen! Se les quedó esta tarjeta, ¿Los Ratasquilla? ¿Quiénes serán?, pregunta Thompson al leer la tarjeta.

Mientras fue curado por la enfermera de turno, recordó con melancolía los dulces momentos en los cuales acarició la barriga de su esposa y entonaban la canción que su esposa Amelia, compuso a Analú: «Es tan mágico como todo se dio, viniste a colorear nuestro mundo gris, flores crecen en nuestro jardín al saber que siempre te quedaras aquí, nos haces feliz con solo saber que estás aquí, estamos seguros de que siempre serás nuestro más grande amor y tu luz brillará en todo lugar sin importar la densa oscuridad...»

Pasaron 17 años y la hija del Sr. Thompson y Ana Lucía fue becada con honores en Oxford, una prestigiosa Universidad catalogada como la mejor de Inglaterra; a pesar de ello, le tocó trabajar arduamente para poder ayudar con los gastos de su familia y aliviar sus cargas, pues desafortunadamente su empresa de lavandería estaba a punto de cerrar por pagar el tratamiento de salud su hija.

-¡Madre, ¿dónde te encuentras?! Ya debo salir al trabajo y no volveré hasta las 8:00 pm - al no encontrar a su madre, dejó una pequeña nota en el refrigerador y salió rápidamente llevando su chaqueta y sombrero.

A cincuenta millas de Oxfordshire, en Londres, vivía Alexia, una jovencita talentosa y envidia por muchas. Era la única hija del magnate Frederick Michelini.

-¡Hey daddy! Apúrate por favor o llegaremos tarde a mi clase de natación y créeme que no quiero perder ni un segundo de ella.

Con sus manos ocupadas y bajando por las escaleras trató de agarrar el bolso de su hija, pero cayó al piso y fue amortiguado con el tapete de mil dólares ganado en la primera subasta asistida por su hija.

-¡Sí, claro, cómo no! Clase de natación ni qué cuentos, lo que no quieres es perder la oportunidad de ver a tu dulce y encantador profesor.

Entre risas nerviosas, la joven aseguró que se había enamorado y que nunca había visto tanta belleza acompañada de una gran personalidad.

Siendo las 3:00 pm, Analú trató de cerrar la puerta, pero esta fue impedida por un zapato.

-¿Tacón de terciopelo marca Zara? ¡Oh no! Solo puede ser Alexia.

Quien con su brazo fornido a causa de sus largas y arduas horas en el Gym empujó la puerta con gran fuerza, impidiendo quedarse por fuera de su clase de natación.

-¡Alto allí! Estás llegando tarde y a Nico le gusta puntualidad - exclamó Analú sin ser escuchada por Alexia, quien se apresuró al vestidor a cambiar sus ropas y poder unirse a la clase.

-¡Disculpa a mi hija, por favor! Nos retrasamos por mi culpa y ella no quiere perder su clase de natación, te pido encarecidamente que la dejes participar.

Sin decir, una sola palabra Analú quedó anonadada y pasmada con la presencia del Magnate, pues este, a pesar de que era un señor mayor, tenía un increíble físico e impactaba con su gran presencia.

-¿Te encuentras bien?- pregunta Michelini mirándola a los ojos, -¡sí! Permiso, debo retirarme.

-¡hola chicos, disculpen mi impuntualidad, no volverá a pasar! - dijo Alexia mientras se unía al grupo.

Nicolás, en su traje de baño, con su abdomen marcado y bien tonificado, se paseó por en medio de sus estudiantes y entregó la guía de rutinas que iban a practicar en esa tarde, y dejó sin respiración a más de una.

-Chicos recordemos la importancia de un buen calentamiento, ya que este nos va a permitir mejorar la movilidad y estabilidad de nuestras articulaciones, además debemos conectar la mente y los músculos para un mejor rendimiento.

Analú era la encargada del calentamiento y empezó levantando los brazos y doblando el torso hacia un lado y luego hacia el otro; con ello también buscó estirar la espalda y los brazos. Luego movió el hombro hacia atrás y hacia delante, haciéndolo de uno en uno y después los dos a la vez para conseguir un mayor calentamiento.

-Así no, Analú - le gritó Nicolás mientras la agarro de la cintura y le explicó la posición de sus piernas.

-recuerda que debes mantener firmes tus rodillas para que tus tendones también se fortalezcan.

«Quisiera estar en su lugar» «no sé qué le ve a esa enana» eran algunos de los comentarios de aquellas jovencitas que asistieron a la clase de natación para conquistar al apuesto y encantador profesor.

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