ras pasaban y sin darme cuenta era domingo por la mañana. Después de que se burlaba de mi cuando me dijo que me quitará la camisa y que yo lo hiciera, se río de mi y eso me dolió de alguna forma por
y puedo estar tranquila ya que parece que me dejara en paz. El timbre sonó así que abrí pensando que era los padres de Skay. Una de las porristas se encontraba en la entrada y al verme hizo su gesto odioso de desagrado por mi, la misma que me hace la boda imposible. -¿Y tú que haces aquí? -dijo al verme. -Yo... No termino de responder cuando ella me empuja y corre adentro, me quejo de dolor mientras observo como se abalanza sobre Damián y lo besa, sentí un vacío enorme en mi pecho al ver esa escena cursi de ellos, pero lo que más me molestó es que cuando la besa me mira a mi "¿Qué hace?" Skay al verlos hace una mueca de asco y me dice que mejor salgamos al jardín y estuve de acuerdo con ella porque no quería verlos, en especial a él. Iba tan sumergida en mis pensamientos que no me di cuenta en que momento la niña me tomó de la mano. -¿No te molesta o si?. -No. -sonrío al ver su cálida sonrisa. -A diferencia de tu hermano me encanta tu compañía. -Verdad que volverás a cuidarme. -ella baja su cabeza mientras camina y observa sus pies. -O crees que somos unos monstruos porque somos diferentes. -le pregunto confundida a que se refiere con diferente -Sabes de que hablo. Los recuerdos de ayer me persiguen nuevamente y al recordar el lobo negro gigantesco mi cuerpo se tensa, pero así como recordé al lobo, recordé al pequeño, detuve mi andanza y con temor le pregunté si hablaba de lo anoche y ella asiente. -Por favor... no le digas a nadie, no por el miedo que le tienes a mi hermano, si no por mi, me gusta que me cuides, eres bonita y agradable. Fuerzo una sonrisa ya que eso no es lo que piensa su hermano, me hirió y me llamó tabla de planchar. No quise hablar del tema pero le prometí que no