s a
nhelando tocar cada centímetro de mi cuerpo. Me susurraba cuant
omento eran de calor, pro
demasiado doloroso; provocando que me distan
eguró, intentando tranquilizarme
pero p
ponerse en sus sueños, en eso
ambién estaba luc
-. Debes aprovechar esa ch
lieron estudiadas, rápidas, inte
zón, y yo sabía, muy dentro de mi corazón, que por mucho que yo lo amase, y él a mí, alg
mencia. Aún ardía su roce, pero necesitaba de u
oreando sus labios, esos
jo con seguridad, apartándose con cuidado-. Ahorr
lenarlo de otra maleta pesada. Tal vez estaba sien
luego contemplarme. Era
, cogiendo sus valijas. A
cierta ansiedad-.
é con una so
o mis mejillas, para luego
n, y cuida a m
apidez su cola, lamiendo el rostro
ya nada quedaba por parte de él; solo recuerdos
Fede,
ndose a un escenario de cualquier novela rosa, d
, es mejor q
ritud, se acomodó junto a mí en el sofá, acurrucada, mientras yo me
de manera que vestí de otro color, de uno llamado actitud. Aprovecharía el insta
, o al menos con mi hermana menor, pero no que quedara sola. Para mí se daba el minuto preciso para reencontrarme, para viv
rle, pero no quise invadir su espacio, menos cuando necesitaba
rañaba a mil. Amistades, familia y trabajo me mantenían con la cabeza ocupada y e
s, se detenía y me miraba fijo, punzante, intentando buscar las palabras pre
que no te vas
ot
lanzado un proyectil en pleno rostro, logrando
graré
la idea de que yo siguiera a un hombre, solo para apoyarlo, dejando de
í fu
ecerse en el centro sur del país, me enviaba los pasajes para qu
control, que yo solo debía ocuparme en ar
, no obstante, ya había conseguido un pu
razones suficientes para emprender vuelo, po
el paisaje era de ensueño y su gente cánd
to a él, nuevas amistades, y un trabajo a medio
serlo. Algo en noso
ábamos
i acostumbramiento de estar sin él, o qué sé yo, de manera que nos llevó a tomar una decisión. Sin saber que loa vida nos traería situaciones impensad
que parecía estar sacada de una se