s estuvieron todos enfocados en defenderse entre ellos o, en el peor de los casos, fueron diezmados por los bandid
estaba envenenada. Sabía que los cazadores colocaban ciertos venenos en sus flechas para eliminar más rápido a las bestias gigantes que cazaban. Si fuera así, la única opción que le quedaba era recurrir a un chamán, ya que eran los únicos conocedores d
ueva, ambos hermanos tuvieron
í provienen del Norte, donde nace el Gran Río que divide los bosques de las tie
salientes de la espalda – Aun así, aunque logremos llegar, será peligroso. No podemos e
con el chamán de nuestra tribu, ¿Qu
mandarinas, por lo que Yerutí fue tras ellas y las tomó. Regresó al refugio, peló las frutas y se las entregó a su hermano en pequeños pedacitos para que pud
beza para evitar que éste se atragantara con la comida – Somo
os criados en cautiver
aron a guiarse por el bosque, así es que no tendría problemas con eso. Tampoco le preocupaban las bestias si no, más bien, encontrarse con un dai
ncados de los árboles. Ambos concluyeron que era periodo de recolección, en donde los recolectores regresaban a la tribu para distribuir las frutas, yerbas, hongos y animalitos pequeños que recolectaba
quí cerca – pensó Yerutí
la tribu de Guariní el grupo de recolectores siempre iban acompañ
que no tenemos esas cuerdas que nos colocaba durante el cautiverio,
demasiado atrayente que les borraba el raciocinio. Mientras se relamían los labios pensando en el
én atrapados. Yerutí, con su hermano a cuestas, fue directo hacia ahí y, antes de ll
ro qu
erutí dirigió su mirada hacia abajo y vio a un humano cubierto de plumas m
s señalaba con su báculo - ¡Casi creí que mi trampa no funcion
eguntó Yerutí - ¡Bá
su hermano a sacarse las cuerdas encima. Pero entonces, unas raíces enormes rodearon sus cuerpos y los inmovilizaron. La raíz que atrapó a Ar
En el fondo, reconoció que ese chamán era bastante poderoso y teme
a palparle el torso y continuó hablando – No me percaté de que lo hayan envenenado con una flecha de esas. ¡Y está muy av
erutí, creyendo que el chamán estaba lastima
rigió su mirada a Yerutí, haciendo que ésta tragara saliva al sentirse inspeccionada – Tranquila. Aunque no lo parezca, somos más parecidos de lo que crees. ¿Sabes? Yo también me escapé de mi trib
untó Yerutí - ¿Quiéne
Se cree que fueron bendecidos por los dioses para custodiar las llaves de la morada celestial. ¿Sabes? He pasado toda mi vida entrenando para
des nos liquidan y esclavizan! – reclamó
ontorno con un dedo y, de inmediato, el joven daimon lanzó un quej
lo en paz! ¡Har