ró a Yerutí y dejó que ésta se a
chamán, sacándose su tocado de pluma
l contorno de sus ojos y una pintura facial de línea roja que cruzaba la mitad de su nariz. Cuando sonrió a
la joven daimon de mala gan
cruzaran – dijo Marangatú – Puedo curar a A
on los Guardianes?
sí
la joven daimon - ¡Si ni siquiera pude contigo! ¡Ni logré
to para controlar a los espíritus de la naturaleza. Pero si se alían con un humano
ró aún más a su hermano, pero el chamán solo atinó a
ero los daimones no son simples bestias. No, no, no. Ustedes, al igual que los Guardianes, también
qué mal
safiarlos y causaron e
que no está
ntre los chamanes de este mundo, sin importar de qué tribu o tierra provengan. Gracias a nuestra habilidad de comu
ba nada en aquel entonces. Solo sabía lo que experimentó en su atormentada vida y su único deseo era ser l
eve: somete a los guardianes y róbales las llaves del cielo. Me gustaría acompañarte, pero estoy muy viejo par
u hi
uy agradable, por cierto. Pero necesita am
pueda llevarme bi
ecesitarán la una a la otra para enfrentar esta travesía. Bueno
distribuyeron por los rincones algunos sacos de plantas curativas y vasijas de barro secas. En el centro había una roca que servía de asiento y cama y, encima de ella, estaba sentada una muchacha de baja estatura, piel lisa y cabellos negros recogidos en dos largas trenzas que caían elegantemente sobre sus pechos.
Anahí. Son
dijo nada ni lo interrumpió. Simplemente escuchó, de vez en cua
jos y le preguntó a su hermana qué había sucedido, a lo que la joven dai
r favor! ¡No me de
on a humedecerse, haciendo un gran esfuerzo para
dría ser u
buen intercambio? No se atreverá a dañarte sab
sin decirlo, las intenciones del chamán era brindar esa confianza a la joven daimon para que ésta pudiese cumplir con su misión.
hermanos daimones. El chamán cubrió a Arandú con unas mantas de
tí y, luego, sella los poderes de los
, pa
se. Nosotros los esp
a salida. La joven daimon dio una úl
ré. Te lo
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ién conocido como el padre de Kerana, una mujer que engendró a los siete monstruos de la mitolo