dentró en el mundo de los libros, revisando los títulos en busca de algo que pudiera robarle un poco d
donde un rebelde flequillo luchaba por mantenerse en su lugar. Sus ojos, agudos y misteriosos, se enfocaban en los títulos de l
, que se insinuaban a través de su camisa blanca inmaculada, marcada por la lluvia. Cada detalle de su
n. Me sentí acalorada y avergonzada, bajando la mirada de inmediato. Me regañé mentalmente por no poder controlar mis pensamientos y m
o. Regresando a su lado, noté que ya había seleccionado un libro y se encontraba sentado en una mesa de madera junto a la
s bueno seguir mojado por mucho tiempo. También te dejo la carta, si deseas algo más, no
un té de manzanilla con miel. Su voz era magnética, y sentí una corriente eléctrica recorrer m
dido. Mi mente estaba llena de preguntas sobre quién era él y qué lo había llevado a refugiarse en mi librería en medio de la tormenta. E
pté por Bach: Cello Suite No. 1 in G Major, Prélude, una elección que normalmente me ayudaba a relajarme. Las notas sua
hacia la mesa del joven desconocido, sintiéndome más relajada después de haberme sumergido en la música y haber pr
el cuerpo. Es cortesía de la librería, ya que es tu primer día como cliente. Espero que disfrutes tu estadía aquí." Mient
servaba apreciar la canción el joven me contesto "Es la elección perfecta para disfrutar de un buen libro", m
tivamente. Sin embargo, con vos aterciopelada comento que encontraba irónica y hasta un poco sátira la le
vuelta en una manta, y retomé mi lectura. La melodía de Bach continuaba llen
tura. El joven al otro lado de la habitación contestó y preguntó: "¿Ya está afuera?" No alcanzaba a escuch
ustaría comprar el libro. ¿Qué trámite debo realizar?" Le indiqué el precio de $140 pesos y le mencioné que si se
terminó, me devolvió el formulario, y tomé una foto para agregarlo a nuestra base de datos
de madera, una libreta de registro, un lapicero y una pequeña agenda. Le agradecí por su com
taba llena de preguntas sobre quién era ese misterioso cliente llamado Alexander Draven Noctis. Finalmente, dieron
Mientras me acomodaba en la cama, recordé a ese extraño cliente, Alexander. Susurré su nombre en voz baja antes de entregarme al