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Historia

Capítulo 2 Capitulo 1 la lluvia como la noche

Palabras:2445    |    Actualizado en: 24/09/2023

ono de manera inconsciente apague la alarma y lo arrojé sobre la mesita de noche. Mientras pe

Mis ojos se abrieron de par en par, y alarmada, revisé el reloj en la mesita. Eran las 6:55

a olvidado por completo que doña Luz, la señora que nos ayuda con la limpieza, me había avisado que hoy harían reparaciones

que era un conjunto apropiado, unos jeans negros, acompañado de una playera blanca de manga larga y una chaqueta de piel negra bastante abrigadora. Con la mochila al hombro y un vaso de café en

rantable seriedad, me miró con una ceja arqueada al entrar a su clase, Psicología Criminal. Sabía que no

dos Diaz & Melgar, que en colaboración con mi mama habían abierto durante sus años de juventud; donde ofrecían servicios tanto de asesorías legales como de peritajes

la profesora me regreso a la realidad sin saber que me había preguntado, mire a mi alrededor en busca de alguien que me auxiliara, p

crimen para ayudar a identificar posibles sospechosos. Ayuda a entender quién podría haber cometido el delito basándose en su comportamiento, la mecánica de hechos, los motivos que lo pu

vantó de su asiento y dio por terminada la clase lla

e pasa últimamente?, estas muy distraída, llegas tarde, ¿

cipare y me siento algo presionada ya que es bastante importante. Pero le aseguro

n pero que no se repita y suerte en tu competencia", recogiendo s

ando se enoja, ¿pero porque llegaste tarde?, es raro en ti, ¡a ya se seguro te quedaste leyendo hasta tarde y por eso no te despertaste a tie

e te pierdes en tu mundo, e ignoras todo lo demás" sinti

ofa ni bien llego pregunto por ti, bueno cambiando de tema, ¿me esperas en la mesa de siempre?, voy a com

las mesas ubicadas en el jardín, ocupando mi lugar de siempre

o rellenas de queso manchego, cubiertas con una salsa de mango-habanero, acompañadas de arroz y una ensalada de lechuga,

charola de desayuno empezamos a comer, mientras conversábamos de la vi

ma clase, recogimos todo, Lía camino a prisas a la cafetería a dejar sus trastes y yo me dirigí al salón,

lego muy temprano, ¿Cómo

te, parecía que era nuevo en el ámbito, le falta algo de experiencia y su contrainterro

terrumpido por el efusivo saludo de Lía y los demás

ría Sol y Luna, que le pertenecía al esposo de mi hermana Nicolay; que por haber salido de viaje con Vic a visitar a sus familiares en Rusi

mi estudio, para guardar mi violonchelo y mi bolso. Saludando a mi paso a Omar un chico de 20 años, encargado de la librería, un joven muy s

ha ido el día?, ¿H

maestro Rodrigo en busca de su pedido. y unos cuantos clientes nuevos. Nada extraordinario". "¿Y a ti como te fue en la u

n hielos por favor, estaré en el estudi

de agua de Jamaica con hielos y un pedazo de panque de moras agradeciéndole me detuve un momento para degustar el aperitivo, de repente el tono de llamada de mi cel

me empecé a poner nerviosa, pero de ahí en fuera todo bien Lía me ha estado acompañando y doña luz a mantenido limpia la ca

papa me dijo "hola hija aquí estoy te aseguro que tu mama no me dejaría saltarme alguna comida aun que quisiera, así que ni te preocupes vale". mamá lo regaño por interrum

ió "Bueno hija ya tenemos que colgar cuídate te mandamos men

o consigo unos leves golpecitos en la puerta y la voz amortiguada de Omar al otro lado que me decía que ya se iba, dando por t

título que llamara mi atención, al final termine escogiendo una de mis lecturas favoritas "El Arte de la Guerra" de Sun

na pasión por los libros de poesía que rivalizaba con la mía, Laura era una visitante asidua de la librería

de fresas. Sus ojos brillaban de emoción ante la perspectiva de otra tarde de lectura. La llovizna comenzó a caer

do en una taza que sabía que le gustaba, colocándolo junto a la tarta en la charola m

u pasatiempo predilecto sin preocupaciones. dentro de este pequeño lugar, el tiempo seg

caían con fuerza sobre el techo de la librería, creando un tamborileo constante que parecía marca

ra en la librería. Pidiéndome el libro que estaba leyendo prestado. Se r

sintiendo el frio que anticipaba la tormenta, corrí al estudio para tomar una de las cobijas que hay guardab

ces de la librería parpadeaban intermitentemente. Sintiendo un escalofrío, me arropé aún más y

a atender al nuevo cliente que había llegado. "Buenas noches, librería Sol y Luna, ¿en qué le puedo ayudar?", comencé a decir con corte

mpo, intrigada. Como un depredador acechando a su presa, su mirada me atrapó y me dejó sin palabras. La ga

. Me gustaría refugiarme un momento de la tempestad en lo que ll

compostura, con el corazón latiendo descontroladamente. Me esforcé por recuperar el aliento y, entre tartamu

ado del amortiguado sonido de sus pasos, y la desconcertante sens

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