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Historia

Capítulo 3 Nervios.

Palabras:3475    |    Actualizado en: 26/01/2025

. Mandíbula cuadrada, una ligera barba cubría su rostro, nariz perfilada, ojos azules y de labios a

notar la intensa mirada que él puso sobre ella-. Bueno, creo que ya

onrió de nuevo y guió

ra y las paredes pintadas de color beige estaba

icina y la invitó a pasar primero y luego

cuero y un par de sillas, un estante con libros y otro

taban enfrente de su escritorio y la invitó a

mente nerviosa ante la presencia del señor

ó sus ojos en ella–. Dígame

homas, quién se relamió los labios y Sophie, no pudo apartar la vista de ese gesto t

¿qué otro idioma sabe

dominar el alemán. –respond

de nuevo sin apartar esos pro

s y sé también tocar

no está impartiendo clases en la escu

ora, Janice; que me consiguiera poder entrar a dar clases -exp

s hijos son lo más importante de mi vida y quién esté con ellos de

he tratado con niños por bastante tiempo y con diferentes problemas. Cada niño

llizos -dijo esperando alguna reacción negativa por parte de Sophie,

o de que daré mi

incitaba a hacerlo. Tal vez era su personalidad tan joven o porque el simple hecho de verla sonreír

niéndose de pie-. Le mo

pezó a seguirlo una vez salieron al pasillo. Lleg

su cuerpo que no supo comprender. Las palmas de las manos le picaban y sudaban ante su presencia, cosa qu

quiera, era un hombre maduro pero no «viejo», pensó Sophie, y «mu

oore? ¿Está

sonrió para sus adentros al darse cuenta que la

ronca y al mirarlo a la cara, no

o. -–dijo

endo la puerta y seguido ambos entraron–. La habitación consta de baño propio pa

aci

on Emily y además tenía baño propio. En el instituto siempre debía recorr

llenado de libros y empezó a sacarlos uno por uno. Thomas, se acercó curioso,

eve sonrisa sosteniendo dicho libr

ritoras favori

la favorita? –pre

juicio. -se so

sí? –Sophie, negó– El desayuno estará listo en unos minutos y por favor, cambie su vestido.

ría hacerla sonrojarse de esa maner

z más y se march

nido desde que él se le había acercado. Intentó despejar s

ueña repisa. Fue por su otra maleta y desempacó toda su

lor negro junto a unas sandalias y camisa rosa cla

cia la sala y se dejó llevar por el aroma a ca

ugo de naranja sobre la mesa acompañando los frutos, ca

riz, cierto? –preguntó una

n de cabellos negros y ojos

ore, ¿Tú eres? –pregun

rechó su mano a la de Sophie–.

a y tomaron asiento, poco de

ick? –preguntó, Po

su café casi amargo–. Llegará a más tardar el miércoles

moción sorprendiendo un poco a Sophi

serio? –preg

nfirmó -aseguró-.

ie–. Sophie, Patrick es nuestro hermano –dijo feliz, Sophie sonrió contagiada por

e mostraba estoico ante la mención de aparent

profesional de mi parte, sólo vine a enseñar a

te–. Nunca se sabe. –dijo mordiendo

segura que sus mejillas enrojecieron, ge

dijo Thomas, cambiando de te

phie, imitó la acción de él

hermoso jardín se hizo presente, un pequeño espacio verde con flores y un gran árbol, le bri

nde un par de niños se encontraban jugand

quienes dejaron lo que hacían y observaron

n compañia de una joven. Ambos niños fr

a la nuev

cia ellos y se cruzaron de brazo

–. Ella es Sophie, y será su n

con recelo a Sophie. Llevaba su cabello negro recogido en u

irada severa a su hija–. Sophie, será su nueva

, p

a asintió frunciendo

–miró a su

onrisa reveló el pequeño Alex, haciendo refe

ién sonrió ampliamente, pero llevándose

también eres lin

lesta se fue con su ceño f

as, suspirando y haciendo

espondió con una sonrisa–. Trab

dirigió su atención a su hijo q

a las palabras de su padre–. Yo debo trabajar –Thomas, aclaró un poco su garganta dirigiéndose a Sophie

a sonrisa que Thomas, grabó en su mente para el rest

anada de aire y dirigió su atención a Alex, quién la miraba expec

ué han aprendi

icas –dijo mientras se dirigían al interior de la ca

con su anterior institutriz. El niño la condujo hasta la bi

idad de libros que allí había. Tomó uno en sus manos, Moby Dick de Herman Me

phie, se dio la vuelta mirándolo–. No acerta

nto tocaba? –i

o el niño, señalando el piano que se e

ndo hacia el banquito propio del piano- No quier

acia ella y tomando lugar a su lado en el banquito–. Hoy te

lgo de historia? –él asintió–

s de nues

reyes que recordaba habían goberna

naturales. Su piel muy blanca y unos lunares adornaban su rostro haciendo que su piel luciera mucho más clara. No era del mismo tono de piel

or qué tenía que pensar en la piel de Thomas o

hijo; con Annette, pasaba lo contrario, con lo poco que vio

repente–. Sólo es qué... –se quedó

z amigable. Ese tono de voz que siempre

-reveló al fin- y por

ecer había decidido ir hasta allí para tomar las clases con la nueva institutriz y así no t

as en sus ojos sintiéndose traicionad

a otro buscando comp

, pero debes hab

lo a una extraña que apenas c

no es una extraña.

confío en ella! Me traicio

e. –contra

lo hi

–intentó intermediar, Sophie–. Annette, Alex lo di

es nada. ¡

lágrimas recorriendo sus mejillas se

gundo en rodearlo con sus brazos y estrecharlo contra su

ó, ambos decidieron i

odría estar teniendo la p

cuidado Sophie, abrió la puerta y sobre la cama,

a sí misma a su edad y todas aquellas noc

so de rodillas frente a la cama, estiró su mano y ac

ó con voz dulce–

te, e intentó alejarse de Sophie–.

–. Sé cómo se siente la ausencia de una madre. Yo perdí a los míos cuando cumplí los tres años y aunque no recuerde sus rostros, los extraño muchísimo –siguió con sus caricia

uéter e hizo ruido al tragar sus mocos. Se dió

tus padres?

de ellos; ella es cómo una hermana –mencionó con una sonrisa más tranquila–. Y el tiempo que pasamos enojadas la una con la otra era tiempo que podríamos

uién se había mantenido a un lado de la cama, se

lado de su hermana y la rodeó

eguntó Sophie, sonriente al ver

eredith, no era buena con esto. Me refiero a qué no

as, Anni? –ella negó– Deberías contarl

olestará

ría? –Sophie, f

mamá y sé que él t

segura de que no se molestará y

aliviada. Tal vez Sophie, tenía razón

u frente y se detuvo un segundo y miró orgulloso todo el trabajo que habían realizad

ue la nueva institutriz

y miró con su ceño fruncido a Víct

bonita? –preguntó molest

ncogió de hombros restándole importancia–. Lo d

davía y la muchacha

ico –refutó Víctor–. En cambio no

mas, riendo al ver el gesto escandaliz

tó más a ti. –añadió Víctor di

n la molestia en las palabras. Víctor se echo

pensar cómo la nueva institutriz estaría

siempre solían hacer las anterio

do realm

o de los trabajadores dejaron lo que hacían. Todos se prepararon

esó a la casa. Pronto sería la hora de la cen

ólo hecho de no escuchar gritos de berr

ntó a la niñera de los pequ

terminar la cena que pronto se serviría, dejó lo

blioteca

s ir a descansa

mañana,

cuchar las dulces voces de sus hijos. Sonrió y lentamente abrió la puerta y el esce

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