. Mandíbula cuadrada, una ligera barba cubría su rostro, nariz perfilada, ojos azules y de labios a
notar la intensa mirada que él puso sobre ella-. Bueno, creo que ya
onrió de nuevo y guió
ra y las paredes pintadas de color beige estaba
icina y la invitó a pasar primero y luego
cuero y un par de sillas, un estante con libros y otro
taban enfrente de su escritorio y la invitó a
mente nerviosa ante la presencia del señor
ó sus ojos en ella–. Dígame
homas, quién se relamió los labios y Sophie, no pudo apartar la vista de ese gesto t
¿qué otro idioma sabe
dominar el alemán. –respond
de nuevo sin apartar esos pro
s y sé también tocar
no está impartiendo clases en la escu
ora, Janice; que me consiguiera poder entrar a dar clases -exp
s hijos son lo más importante de mi vida y quién esté con ellos de
he tratado con niños por bastante tiempo y con diferentes problemas. Cada niño
llizos -dijo esperando alguna reacción negativa por parte de Sophie,
o de que daré mi
incitaba a hacerlo. Tal vez era su personalidad tan joven o porque el simple hecho de verla sonreír
niéndose de pie-. Le mo
pezó a seguirlo una vez salieron al pasillo. Lleg
su cuerpo que no supo comprender. Las palmas de las manos le picaban y sudaban ante su presencia, cosa qu
quiera, era un hombre maduro pero no «viejo», pensó Sophie, y «mu
oore? ¿Está
sonrió para sus adentros al darse cuenta que la
ronca y al mirarlo a la cara, no
o. -–dijo
endo la puerta y seguido ambos entraron–. La habitación consta de baño propio pa
aci
on Emily y además tenía baño propio. En el instituto siempre debía recorr
llenado de libros y empezó a sacarlos uno por uno. Thomas, se acercó curioso,
eve sonrisa sosteniendo dicho libr
ritoras favori
la favorita? –pre
juicio. -se so
sí? –Sophie, negó– El desayuno estará listo en unos minutos y por favor, cambie su vestido.
ría hacerla sonrojarse de esa maner
z más y se march
nido desde que él se le había acercado. Intentó despejar s
ueña repisa. Fue por su otra maleta y desempacó toda su
lor negro junto a unas sandalias y camisa rosa cla
cia la sala y se dejó llevar por el aroma a ca
ugo de naranja sobre la mesa acompañando los frutos, ca
riz, cierto? –preguntó una
n de cabellos negros y ojos
ore, ¿Tú eres? –pregun
rechó su mano a la de Sophie–.
a y tomaron asiento, poco de
ick? –preguntó, Po
su café casi amargo–. Llegará a más tardar el miércoles
moción sorprendiendo un poco a Sophi
serio? –preg
nfirmó -aseguró-.
ie–. Sophie, Patrick es nuestro hermano –dijo feliz, Sophie sonrió contagiada por
e mostraba estoico ante la mención de aparent
profesional de mi parte, sólo vine a enseñar a
te–. Nunca se sabe. –dijo mordiendo
segura que sus mejillas enrojecieron, ge
dijo Thomas, cambiando de te
phie, imitó la acción de él
hermoso jardín se hizo presente, un pequeño espacio verde con flores y un gran árbol, le bri
nde un par de niños se encontraban jugand
quienes dejaron lo que hacían y observaron
n compañia de una joven. Ambos niños fr
a la nuev
cia ellos y se cruzaron de brazo
–. Ella es Sophie, y será su n
con recelo a Sophie. Llevaba su cabello negro recogido en u
irada severa a su hija–. Sophie, será su nueva
, p
a asintió frunciendo
–miró a su
onrisa reveló el pequeño Alex, haciendo refe
ién sonrió ampliamente, pero llevándose
también eres lin
lesta se fue con su ceño f
as, suspirando y haciendo
espondió con una sonrisa–. Trab
dirigió su atención a su hijo q
a las palabras de su padre–. Yo debo trabajar –Thomas, aclaró un poco su garganta dirigiéndose a Sophie
a sonrisa que Thomas, grabó en su mente para el rest
anada de aire y dirigió su atención a Alex, quién la miraba expec
ué han aprendi
icas –dijo mientras se dirigían al interior de la ca
con su anterior institutriz. El niño la condujo hasta la bi
idad de libros que allí había. Tomó uno en sus manos, Moby Dick de Herman Me
phie, se dio la vuelta mirándolo–. No acerta
nto tocaba? –i
o el niño, señalando el piano que se e
ndo hacia el banquito propio del piano- No quier
acia ella y tomando lugar a su lado en el banquito–. Hoy te
lgo de historia? –él asintió–
s de nues
reyes que recordaba habían goberna
naturales. Su piel muy blanca y unos lunares adornaban su rostro haciendo que su piel luciera mucho más clara. No era del mismo tono de piel
or qué tenía que pensar en la piel de Thomas o
hijo; con Annette, pasaba lo contrario, con lo poco que vio
repente–. Sólo es qué... –se quedó
z amigable. Ese tono de voz que siempre
-reveló al fin- y por
ecer había decidido ir hasta allí para tomar las clases con la nueva institutriz y así no t
as en sus ojos sintiéndose traicionad
a otro buscando comp
, pero debes hab
lo a una extraña que apenas c
no es una extraña.
confío en ella! Me traicio
e. –contra
lo hi
–intentó intermediar, Sophie–. Annette, Alex lo di
es nada. ¡lágrimas recorriendo sus mejillas se
gundo en rodearlo con sus brazos y estrecharlo contra su
ó, ambos decidieron i
odría estar teniendo la p
cuidado Sophie, abrió la puerta y sobre la cama,
a sí misma a su edad y todas aquellas noc
so de rodillas frente a la cama, estiró su mano y ac
ó con voz dulce–
te, e intentó alejarse de Sophie–.
–. Sé cómo se siente la ausencia de una madre. Yo perdí a los míos cuando cumplí los tres años y aunque no recuerde sus rostros, los extraño muchísimo –siguió con sus caricia
uéter e hizo ruido al tragar sus mocos. Se dió
tus padres?
de ellos; ella es cómo una hermana –mencionó con una sonrisa más tranquila–. Y el tiempo que pasamos enojadas la una con la otra era tiempo que podríamos
uién se había mantenido a un lado de la cama, se
lado de su hermana y la rodeó
eguntó Sophie, sonriente al ver
eredith, no era buena con esto. Me refiero a qué no
as, Anni? –ella negó– Deberías contarl
olestará
ría? –Sophie, f
mamá y sé que él t
segura de que no se molestará y
aliviada. Tal vez Sophie, tenía razón
u frente y se detuvo un segundo y miró orgulloso todo el trabajo que habían realizad
ue la nueva institutriz
y miró con su ceño fruncido a Víct
bonita? –preguntó molest
ncogió de hombros restándole importancia–. Lo d
davía y la muchacha
ico –refutó Víctor–. En cambio no
mas, riendo al ver el gesto escandaliz
tó más a ti. –añadió Víctor di
n la molestia en las palabras. Víctor se echo
pensar cómo la nueva institutriz estaría
siempre solían hacer las anterio
do realm
o de los trabajadores dejaron lo que hacían. Todos se prepararon
esó a la casa. Pronto sería la hora de la cen
ólo hecho de no escuchar gritos de berr
ntó a la niñera de los pequ
terminar la cena que pronto se serviría, dejó lo
blioteca
s ir a descansa
mañana,
cuchar las dulces voces de sus hijos. Sonrió y lentamente abrió la puerta y el esce