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Historia

Capítulo 4 Miradas.

Palabras:2368    |    Actualizado en: 27/01/2025

eca en una pequeña ronda, mientras Sophie, sostenía un libro en su

todos los días, pero de un día para e

tento la escena. Hace mucho que sus hijos no compartí

s de estrellas –recitó Sophie, aquellas palabras con vehemencia y Thomas, la obse

uió Thomas, con la misma vehemencia que implementó S

ellas se apagaran" –concluyó Sophie–. Señor Müller, que sorpresa –expresó So

ros–. La frase se me quedó, es todo –intentó restarle importancia– ¿Cómo han

indó una dulce sonrisa que los niños devolvieron–

rprendiendo a Thomas. Muy diferente a cómo se

con nosotros definitivamente? –preguntó

dijo Thomas, mirando a Sophie y de pronto,

rada en la de Thomas, y no pudo d

–dijo entre risas haciendo referencia a las palabras d

agradas igual. –aña

darme con ustedes,

as entre anécdotas y risas, Sophie se preparaba pa

acó de uno de los cajones su pijama para disponerse a dormir, el cuál

re la cama y con sus pies descalzos fue hasta la puerta y abrió

oz baja, casi en un susurro y Sophie,

, pero temía hacer ruido y ser descubierto en

de que no podría exp

o? –Sophie, respondió tamb

billa, gesto que no pasó desapercibido por Sophie–

ió–. Tuvimos una pequeña dificultad en la mañana, pero nada que no se pudiera solucionar –él volvió a sonreír, se le daba muy fácil con ella cerca. Sophie, parecía ser una solu

te de qué cada vez se acercaba más hacia Sophie, sintiéndose atraído cómo un imán, quién

as y el calor que este desprendia de su cuerpo, levantó la mirada y se descubrió a escasos centímetros de él–, soy de paciencia infinita. –su

Sophie, quién miraba aquel gesto cómo quién descubre algo nuevo

era tan joven y aún así fantaseó con su suave textura y su exquisito s

a en mente; se aferró a la perilla de la puerta ante la inminencia de lo que suce

las muchachas que siempre comentaban lo que sentían cada que besaban a un chico o aquellas más experimentadas que decían sin pu

Sophie, quién entreabrio sus labios y alarma

ransmitía esa paz que hace tiempo anhelaba poder encontrar. Tan joven, boni

te desapareció por los oscuros pasillos, rompiendo así

üller. –susurró suave

s por su rostro y sintió el calor en sus mejillas, detuvo sus dedo

ximado a ella tanto como él

e dejado llevar. Para su suerte, él

ría querido besarla? No tenía respu

ara verlo a la cara sin desear que

ar el sueño. Todavía no sabía qué lo había impul

eso sus impulsos lo llevaron a golpear su puerta a esa hora

o de todo su autocontrol para detenerse de cometer tremenda locur

por la situación. ¡Dios! ¿Cómo haría

r de su piel fue un detonante

én estaba despertando al mundo y hasta podría jurar que la muchacha era virgen y

que tenía dentro de su habitación y se sirvió del líquido color ámbar. Sin hielo, sin nada. Lo in

la lo estaba v

rdas y blancas, brindando así un poco de fresco para aquello

allí se encontró a Diana, preparando café. Aquel increíble olor mejoraría sin duda

ana, a Thomas, apenas entró a la co

su jefe no tenía un bu

é, D

damente la orden. Mejor no llevarle la

–Diana, asintió nu

uermen

ntó algo nervioso y carraspeó

a–. No tiene problema con despertar con el sol. Ahora mismo

r a todos

ellizos también les agrada la joven. No sucedía lo mismo

ía hablarle y decirle lo que pensaba. Después de todo, ella práct

puedan estar cómodos con su presencia.

Siguió su camino siendo seguida por Thomas, quién tomó su l

reguntó Diana, de repente sorpre

s y sus cabellos de plata que la acompañaban hace tiempo– Hace un gran trabajo con los niños y tiene

a usted? –preguntó evitando sonreír po

l escuchar esa pregunta y por u

que sí. Ya que siempre que la tenía cerca se sentí

y Diana, que esperaba ansiosa la respuesta terminó chistando frustr

n Thomas. –y dicho eso se

rudente, pero cómo contenerse ante alguien como, Sophie. La muchacha deslumbraba una

z lo sacó de sus pensamientos y tomand

do notar cómo sus mejillas se tornaban de un co

diatriba, tal vez Thomas, no quería escuchar cómo fue su

–instó Thomas

e, so

é sólo tenía tres años; pero las hermanas decían que siempre me encontraban en la ventana que da a la entrada, decían que me quedaba ahí por horas esperando. Al

lo de t

–intentó resta

milia? –Thomas,

Fue por eso que crecí en

é Thomas, no se atrevía a preguntar más por

pareja quería llevarme, hacía tal berrinche diciendo qué... –hizo memoria recordando aquellas pal

, la secó con cuidado, sorprendiendo a Sophie, a quién le habían dicho qu

oner triste. –se disculpó sin apar

emente hacia pequeñas caricias en su mejilla con su pulgar sin imaginarse lo que ese pequeño gesto g

arlos. –se apresuró a decir al

modos ir

r dejándolo sólo y con mil

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