EL MARCHITE
i cuerpo si así he
as de la muerte, de
e esta será mi ú
mi cuerpo si así
s para que pueda
.
i se deshizo. Aunque no me faltara el sueño, yo me encontraba muy alterada como para d
no lo hubiera hecho ya, como si estuviera buscando alg
ma de él y jugue un poco . Sus ojos no destilaban odio, su entre
é aliv
ión serena era todo lo contrario cuando estaba despierto. No entendía por q
tivos; angustia, tristeza, incluso estrés. Mi matrimonio ya no
ento todo s
alta. Quería saber algo de ellos, pero aún no lo había con
Lo único que nos unía entonces eran nuestras hermosas hijas: Olivia y Mariella, la luz de mis ojos. Me dolía tanto, pero no podía quedarme. Mi intención nunca
i marido no se diera cuenta. No me molesté en calzarme, pues quería pode
arto con la mirada, me topé con algunas botellas. Una de ellas llamó mi atención y no lo pensé siquiera cuando me acerqué a buscarla y me tomé una copa de ese exquisito vino. Para acompañarlo, degusté un
especto. Invasivos, llegaban de manera abrupta,sin aviso, como un gol
e. Emprendí un pequeño recorrido para despejarme, tarareando una canción y simulando que tocaba el piano, tan maravilloso instrumento , el recu
a: Hazl
estaba
, sentía en mi pecho algo pun
, un asunto complejo. Pensarlo demasiado me hacía dar círculos sin fin, has
ndo a lastimarme las palmas. La impotencia me provocó alg
copa, y me escabullí hasta el baño de la alcoba. M
a juntos hubiera
ue esté
s fugaces se cr
asos. Pude sentir el abrazo cálido de Mariella. Pude oí
no se lo permitió. Si ésta era la úni
s empecé
gré tomar una decisión. Espero que lo entiendas y sepas que a pesar de todo el daño que me has hech
diario, así como yo intenté que tú te sintieras. Has de ellas buenas personas, enseñales tus antiguos ideales, recuecruel mundo nos consumiera, te ruego q
uego, m
s veces que había llorado allí tirada; las veces que, arrodillada le supliqué al mundo que nos
no podía controlarlas así como n
una, dos y la copa de repente yacía en el piso. Los tr
s carmesí. Elevé la vista y descubrí un corte en mi dedo. Ni
rlo, sólo agarré un fragmento de
na mis niña
erminar, todo estaba teñido de rojo y por un i
ojos en
e.
iv
iel
despierten y no
den cuenta, puedan
en lo mal que estuve. Mejor piensen en qu
sean f
al
vaneció mi mente por fin dejo de pensar y siento que por dentro he s